Cultura
“¡Eh, Negro, feliz cumpleaños!”, le grita un tipo que va en moto a Marco Antonio, encargado de trasladar a los que llegan al encuentro para instalarse en hoteles o casas de familia. “¿Tenés algún presente?”, pregunta desde el auto municipal cargado. “Naa, ya me lo tomé”, responde el motociclista mientras se aleja. Músico de la frontera, Marco Antonio se instaló en Mercedes en 1975, cuando volvía a la ciudad, luego de varias visitas con su orquesta Los Duendes Azules. Tiene una sonrisa fácil y todavía mantiene un portuñol cerrado. Cuenta que fue hijo de madre soltera, que recorrió Brasil tocando la batería en la orquesta y que ahora tiene 66 años, aunque nadie lo crea. Para él, el encuentro Jazz a la calle no tiene explicación. Ha estado desde el principio, cuando se empezó a planificar el movimiento.