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Rómulo Martínez Chenlo

Deporte

Pedro Virgilio Rocha

Se murió Rocha. Fue en las últimas horas del 2 de diciembre cuando estaba a punto de cumplir 71. Pedro Virgilio Rocha fue un crack inigualable y alcanzó numerosos logros deportivos. A fines de los 60, cuando yo era un niño que empezaba a corretear por la Olímpica, en un amistoso de la selección en el que no jugaba Rocha, unos niños en la tribuna confundieron a mi padre con Pedro Virgilio. Lo rodearon, lo miraron con admiración, y yo disfrutaba esa idolatría por error. Rocha, que había nacido en Salto, era un futbolista de brillante técnica y mucha potencia, con una pegada espectacular (“megatónico remate”, decía el por ese entonces relator Heber Pinto) y un gran cabezazo (según Carlos Solé, “tenía un zapato en la cabeza”).
Deporte

Crack perdido

Es difícil escribir sobre sentimientos, y genera una fuerte discusión interna escribir sobre las emociones de una persona, que no necesariamente deben ser motivo de interés del público. ¿Por qué escribir de borrachos? ¿Por qué exponer públicamente la vida de un hombre y centrarse exclusivamente en un aspecto de su vida que no fue precisamente el que le dio el pase de lo privado a lo público? ¿Por qué escarbar, y escarbar en sus excesos, festejados y recreados mediáticamente?
Deporte

Con el sello

El expediente del exitismo es jodido, muy jodido, mucho más si tenés que pasar por el mostrador de demagogia y populismo. Ni te digo cuando para cada trámite precisás el sello del triunfo deportivo. Ahí es terrible. Algo de eso le pasa a la selección uruguaya de Óscar Tabárez, cuando está cerca de entrar al octavo año de trabajo, con claros e irrefutables triunfos sin goleadas ni exhibiciones, con tantos caminos como recompensas y hasta con la mayor cantidad de triunfos o éxitos concretos que cualquier selección haya tenido en los últimos años. Siempre le están buscando la falla, siempre están prontos para la subversión, para voltearte y empezar de nuevo.
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¡Qué pena(l)!

Fue por penales que Uruguay no pudo subirse al podio de la Copa de las Confederaciones, tras empatar en el tiempo estipulado y en la prórroga 2-2 con Italia, que estuvo mucho más eficaz en los lanzamientos de penal y contó con el acierto de Gianluigi Buffon, que no sólo se atajó todo en el partido, sino que contuvo tres de las ejecuciones celestes. El equipo de Tabárez terminó cuarto en el torneo y ahora sólo queda pensar en el partido con Perú dentro de algo más de dos meses.
Sergio Ramos, de España, y Alberto Aquilani, de Italia, ayer, durante el partido por semifinales de la Copa Confederaciones en el estadio Castelão de Fortaleza. · Foto:  Srdjan Suki, Efe
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Escalón por escalón

El día después no fue fácil, por la gran gestión desarrollada contra Brasil y el resultado ajeno a esa gran actuación. Pero está claro que se perdió en el resultado pero se ganó en otras cosas, que a la larga pueden ser fundamentales para afrontar los otros “brasiles” que quedan de aquí en adelante, que son los rivales de la clasificatoria para asegurar la vuelta a Brasil en 2014.
Edinson Cavani al finalizar la semifinal de la Copa Confederaciones ante Brasil ayer en el estadio Minas Arena en Belo Horizonte (Brasil). · Foto:  Peter Powel, Efe
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No perdió el rumbo

Faltó poquito, muy poquito, para que este equipo arañador de hazañas pudiese acercarse a la gloria. Ese poquito se mide en tiempo, 4 minutos, en una indecisión defensiva, o en un agotamiento físico extremo, producto del noble esfuerzo solidario que aleja el umbral de la frustración, pero acerca el del agotamiento y la falta de concentración. Uruguay, esta selección de futbolistas uruguayos, sucumbió al final, pero su prestación estuvo acorde a su mítica historia tapizada por la realidad vigente. La sentencia del partido, aquel cabezazo de Gustavo cuando faltaban 4 para el final dejó a Uruguay sin final y sin hazaña, pero con una sensación de vida.
Los jugadores de la selección uruguaya de la Copa de Oro, de 1980-1981. / foto: gentileza de Coral Cine
Fútbol

De botas y botines

Como al inicio del golpe, Uruguay se encuentra hoy buscando su pase a la fase final de una copa mundial, un ritual que en cualquier período de la historia reciente tiene un correlato político social al que ningún gobierno permanece ajeno, incluso si los resultados deportivos son adversos.
Abel Hernández y Walter Gargano, tras hacer gol ante Tahití, durante el partido, correspondiente al grupo B de la Copa de las Confederaciones, en el estadio Pernambuco, de Recife. / Foto: Iván Franco, Efe
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Con esto y un bizcocho

Es seguro que me estoy poniendo viejo, y atrevido también, pero en el mal sentido del atrevimiento, porque al principio me parecía demasiado arriesgado ingresar con el equipo de reserva para tener que golear a Tahití. ¿Qué necesidad?, pensé, pero no se lo dije a nadie, sólo a ustedes ahora, que cuando me están leyendo ya saben de memoria que Uruguay ganó 8-0 con cuatro de la Joya Hernández, dos de Suárez, uno de Nico Lodeiro y otro del Ruso Pérez, y que el Mota Gargano fue la gran figura invisible en los créditos del utilitarismo que sólo ve los números de los goles.
Ignazio Abate, de Italia, y Yuto Nagatomo, de Japón, durante el partido del grupo A de la Copa Confederaciones en el estadio Arena Pernambuco, en Recife. · Foto: Sebastião Moreira, Efe
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La final diaria

Uruguay se juega hoy sus chances de clasificar a la segunda fase de la Copa Confederaciones frente a Nigeria. "Si le ganamos tenemos muchas posibilidades de convertirnos en semifinalistas más adelante, si perdemos quedamos afuera y si empatamos dejamos de depender de nosotros mismos; por eso para nosotros es una final”, resumió ayer el director técnico, Oscar Washington Tabárez. En el otro grupo, ayer Brasil e Italia se clasificaron al vencer a México y Japón.
Jordi Alba, de España, Diego Pérez y Cristian Rodríguez, de Uruguay, y Andrés Iniesta, de España, ayer, en el estadio Arena Pernambuco de Recife.  · Foto: Felipe Trueba, Efe
Deporte

Salió barato

España derrotó 2-1 a Uruguay por la Copa de las Confederaciones, en un partido en el que los campeones del mundo fueron muy superiores.
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Seguir

Uruguay, la selección de Tabárez, la mía, y tal vez la tuya, volvió a ganar. Seguramente no va a ganar siempre, y seguramente perderá muchas veces , pero siempre tendrá el sostén de un plan cuya punta del iceberg está en 11 tipos vestidos de celeste que corren, marcan, meten y juegan, pero que tienen atrás un serio proceso de trabajo planificado y efectivizado por profesionales de notoria idoneidad.
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Terrible vuelta

La polémica, discusión y finalmente determinación de Peñarol de no celebrar el título de campeón con una vuelta olímpica no es más que un desvío y una determinación de mercado, que no hace otra cosa que descalificar y minimizar el logro deportivo en una competencia que tiene valor por sí mismo y, como todos saben, se trata de un torneo que determina no sólo un campeón, sino hasta clasificaciones a torneos internacionales.
Los jugadores de la selección uruguaya de hockey tras convertir ante Holanda, anoche, en el estadio Sergio Matto de Canelones.  · Foto: Nicolás Celaya
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Palo y palo

La celeste de hockey sobre patines venció a Holanda 6-2 y está entre las mejores cuatro selecciones del Mundial B que se juega en Canelones.
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Derrotero de los sueños

En la otra vez pobre transmisión televisiva de los primeros partidos de Uruguay en los mundiales de fútbol femenino, el serio y honesto José Carlos Álvarez de Ron, nutrido de una serie de datos interesantes, pero cruzándolos con conceptos equivocados, afirmaba que “esto es fútbol, pero fútbol femenino, que es otro deporte”. Como se sabe, o tal vez se desconoce para neófitas/os e iniciadas/os, tal afirmación es errónea, dado que el fútbol es un único deporte para mujeres y hombres, y en este caso está universalmente regido por las reglas ordenadas por la FIFA.