“El que piense que voy a empezar a gobernar pateando toda la estantería, que espere sentado”, dijo en junio el presidente de la República, Yamandú Orsi, en una actividad en el Aeropuerto Internacional de Carrasco. “Nadie nos eligió para hacer una revolución”, declaró a El País en setiembre el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone. Las declaraciones de las autoridades en estos primeros meses de gobierno siguen la línea de lo planteado en la campaña electoral, cuando el propio Orsi advirtió que no habría “cambios sustanciales” en la política económica, y la palabra “revolución” sólo apareció asociada a las “cosas simples”.
“Orsi no está haciendo nada distinto en el fondo de lo que él había prometido”, dijo a la diaria la directora de Cifra, Mariana Pomiés. Agregó que “esas tibiezas que a mucha gente le molestan son fruto de una estrategia que está mirando que la mayoría” está en el centro del espectro ideológico. Y siguiendo con la metáfora de patear, acotó que se patea hacia donde más chances hay de meter el gol: “Patear al ángulo es riesgoso”.
El “centro” es una categoría de contornos difusos. Las encuestas de opinión pública consultan en general la “autoidentificación ideológica” de las personas, y les piden que se ubiquen en un espectro del 1 al 10, donde 1 es de extrema izquierda y 10 es de extrema derecha. El dato más reciente en este sentido es el difundido por la consultora Equipos esta semana. El 12% de las personas se autoidentifican de izquierda, el 14% se autoidentifican de derecha y en el espectro de centro o cercano a él se ubica el 69% de la población: 16% se define como de centroizquierda, 17% como de centroderecha y 36% como “de centro”. Esto lleva a la consultora a concluir que en Uruguay predominan “las posiciones moderadas”.
En general, en el siglo XXI en Uruguay el promedio de la autoidentificación ideológica se ha situado en el centro, con pequeñas oscilaciones que tienen que ver con los ciclos electorales, señala Pomiés. Hoy, la centroderecha está “un poco más grande” de lo que estaba hace 30 años, cuando la centroizquierda era más fuerte.
En cuanto a qué opiniones o factores caracterizan a las personas de centro, Pomiés apuntó que no tienen “temas propios o miradas propias, como los pueden tener la izquierda o la derecha”. Sí es la población “que muestra menos interés en la política o más lejanía con la política”. “Pueden ser proaborto, pero pueden ser también más proclives a penas duras contra el delito, o sea, pueden tener visiones u opiniones que se pueden acercar a uno u otro, y no es la autoidentificación [ideológica] lo que explica esas diferencias”, ejemplificó.
Eduardo Bottinelli, director de la consultora Factum, dijo a la diaria que en la categoría “centro” entran dos tipos de respuestas distintas: por un lado, quienes se ubican efectivamente en el centro “por una definición propia” y, por el otro, quienes terminan ubicándose allí “porque no tienen una posición tomada”, porque no tienen claro “qué es izquierda y derecha”, y esto “de alguna forma infla el centro”.
Remarcó que el hecho de que la mayoría de la gente se defina en el espectro del centro no quiere decir que no haya “matices”, y enfatizó que esto no debería llevar a la interpretación de que la gente “no quiere la diferenciación”. “Alguien que se ubica hacia la centroizquierda y alguien que se ubica a la centroderecha, están cerca del centro, pero no están en el centro y no son lo mismo. Hay diferencias relevantes, y si bien están muy cerca en esa escala, están muy lejos en términos de políticas”, afirmó el director de Factum. Pueden diferenciarse, por ejemplo, en relación con su visión sobre el rol del Estado y las empresas públicas, sobre el rol del Estado en políticas sociales o en cuanto a la agenda de derechos.
Rafael Porzecanski, director de Opinión Pública y Estudios Sociales en Opción Consultores, dijo a la diaria que el electorado uruguayo “ha tenido una evolución con cierta estabilidad, con variaciones termostáticas pero no dramáticas”. Sobre la escala de autoidentificación ideológica, advirtió que como a la gente “le cuesta cada vez más pensar numéricamente”, a veces los números pueden “no reflejar el concepto”.
En línea con lo dicho por Bottinelli, evaluó que el “centro puro” puede dividirse en dos grupos. Por un lado, “el centro ideológico propiamente” y, por el otro, “el centro sin identificación”. “El centro más ideológico es realmente el votante moderado. No le gustan los extremos, no le gustan los discursos radicalizados, muchas veces podría ser uno de esos electorados capaces de migrar entre los bloques, y realmente quiere una política de consensos”, señaló. Por otro lado, está el grupo “mucho más desideologizado, que no piensa la política en términos de izquierda y de derecha”. Puso como ejemplo un votante en 2019 entrevistado por Opción que estaba dudando si votar por el senador comunista Óscar Andrade o por el nacionalista Juan Sartori. “Es otro chip. No es gente con un corpus informativo ideológico coherente, sino que le gustan de pronto pedacitos de lo que dice un líder, por un lado, pedacitos de lo que dice otro, por otro, algo de la izquierda, algo de la derecha. ¿Qué comparte con el centro ideológico? La capacidad de poder migrar entre los bloques, por ejemplo”, indicó.
Las nuevas generaciones: con Milei y algoritmos, y sin Che Guevaras
El cambio más notorio en los últimos años respecto de la autoidentificación ideológica parece estarse dando en el segmento de los jóvenes (de 18 a 29 años). Si bien mayoritariamente siguen optando por el Frente Amplio (FA), la encuesta de Equipos muestra que son el segmento etario que más se identifica como “de centro”: el 47% se expresa en este sentido, cuando en el promedio de la población esa autoidentificación es del 41%. Además, hay más jóvenes que se identifican como de derecha (29%) que de izquierda (24%). “Llama la atención que en la generación más joven, un segmento en el que históricamente predominaban las identidades de izquierda, actualmente se registra una situación de equilibrio”, señala el informe de Equipos.
En el caso de las encuestas realizadas por Opción, Porzecanski señaló que están viendo sobre todo un electorado joven “más desideologizado”, pero todavía el FA “tiene un bono demográfico”. “Quizás un poco menos, pero todavía lo tiene y es muy importante”, remarcó. Lo que sí cambió es que, “en términos de corpus ideológico coherente, de narrativa, el joven es más volátil, menos ideologizado en forma dura”, y también “más desinformado sobre política, notoriamente”.
En el mismo sentido, Bottinelli afirmó que el escenario de autoidentificación ideológica se mantiene “bastante estable” en los últimos años, pero ha cambiado “etariamente”. “Los más jóvenes no sostienen la misma autoidentificación que tenían hace 20 años los jóvenes de aquellos años. Es decir, de alguna forma se fue centrando y derechizando la juventud con respecto a lo que era 20 años atrás”, señaló.
Bottinelli afirmó que se trata de un fenómeno que trasciende Uruguay: se está observando en América Latina y en Europa que la juventud, “sobre todo los varones, tienden a tener un perfil más de derecha que lo que tenían antes”. Porzecanski indicó que todavía no ven “con claridad una división tan nítida” en materia de género entre los jóvenes, entre “varones libertarios o más de las nuevas derechas versus las mujeres extremadamente progresistas o muy militantes por el progresismo”, aunque la brecha de género “apareció, por primera vez, en 2024”, “con sesgo para las mujeres a la izquierda y sesgo para los varones en la coalición”. De todos modos, es transversal a todas las franjas etarias y no es “particularmente grande”, puntualizó.
Pomiés indicó que los estudios de Cifra muestran que si bien la mayoría de los jóvenes sigue optando por el FA, “claramente esa tendencia fue bajando” a lo largo de los años y “se han parado más al centro o incluso más a la derecha”. “En los 80, ser joven y de derecha parecía incompatible. Hoy por hoy entre los jóvenes tenemos un grupo importante que se identifica con la derecha o centroderecha y no tienen problema”, afirmó.
¿Qué factores generaron este cambio? Bottinelli opinó que hay variables del contexto mundial -“no es lo mismo haber nacido sobre fines de la Guerra Fría que en un mundo que ya había cambiado todo eso”-, pero también lo que sucede en los entornos de socialización: “No es lo mismo socializarse políticamente en dictadura o a la salida de la dictadura que hacerlo con un gobierno de izquierda”. En relación con esto, apuntó que “no es lo mismo alguien que tenía la expectativa, la esperanza y la utopía de izquierda cuando la izquierda no había gobernado que quien nace con la izquierda en el gobierno y se socializa políticamente con la izquierda en el gobierno, porque parte de esa utopía y de esas expectativas murieron”. “Es decir, ya fue gobierno, ya se sabe lo que fue y, por lo tanto, cumplió un montón de expectativas para mucha gente y fue una frustración para otras”, acotó. Además, el hecho de que mayormente los varones se estén “derechizando” puede dar la pauta también de que “hay un efecto producido por el avance de los feminismos”.
Para Pomiés, inciden “mucho” los fenómenos relacionados con las nuevas tecnologías y el entorno digital, en particular, “personajes que han reivindicado las posturas de derecha que les llegan a los jóvenes o que lo hicieron a través de estrategias o medios más juveniles”. La directora de Cifra apuntó que se trata de figuras “que utilizan mucho el lenguaje y sobre todo los canales más usados por los jóvenes, y en definitiva vienen a sustituir esas rebeldías que había hace 50 años, que les daba por ‘paz y amor’”.
En cambio, la izquierda ya no tiene para ofrecer “grandes íconos”. “No tenemos Che Guevaras que estén por el mundo proclamando la revolución”, marca Pomiés. Y las causas “más revolucionarias, que pueden ser las ambientalistas”, tienen referentes como la activista sueca Greta Thunberg, que “no se identifica tanto con lo ideológico, aunque a la larga, si vos ves sus decisiones, se perfila o tiene más sintonía con algunos perfiles ideológicos, pero se para desde otro lugar”.
Desde la derecha, en tanto, “sí hay grandes reivindicadores de esas ideas”, señaló Pomiés. “La juventud es una época también de buscar modelos y de buscar referentes para tomar decisiones, y si los otros no aparecen y son estos los que aparecen, es lógico que haya... No quiere decir que todos los jóvenes sean de derecha, pero hoy hay más jóvenes de derecha de los que había hace 50 años, porque hace 50 años la derecha era vieja, rancia y aburrida. Y hoy tenés un montón de jóvenes de derecha que dicen: ‘Esto está bueno, esto es progresista, sentite libre’. Ya no es amor libre, sino que el Estado no me coaccione. Bueno, son las voces que se escuchan y tienen esas consecuencias”, indicó la directora de Cifra.
De todos modos, señaló que hay que ver qué pasa a lo largo del tiempo, porque, por ejemplo, los referentes en el mundo digital que apoyaron al presidente de Argentina, Javier Milei, “han tenido problemas, no se han mantenido impolutos en el tiempo”. Tanto Pomiés como Bottinelli mencionaron, relacionado con esto, que los jóvenes viven y se socializan políticamente en entornos digitales que son endogámicos, limitados. “Por el hecho de tener muchas redes, consideran que están muy interconectados y comunicados con el mundo, pero en el fondo están en un ecosistema similar a ellos y donde no entran otras ideas”, advirtió la directora de Cifra. Agregó que “no están viendo toda la película”, pero “el problema es que creen que la están viendo”: “Cuando vos creés que ya lo tenés todo en tu mundo porque estás hiperconectado, y no tenés chance de cruzarte con alguien distinto, eso hace que no lo salgas a buscar”.
Bottinelli coincidió en que la circulación de información “es más masiva en términos de volumen, pero también más restringida en términos del espectro que en realidad estás mirando”, por la segmentación que hacen los algoritmos en función de las elecciones de los usuarios.
El gobierno de Orsi, las estrategias electorales y las “grandes reformas”
En este escenario, Pomiés planteó que “hace mucho tiempo que el centro es el más grande”, y “hace ya tiempo que esa gran politización que tenían los uruguayos después de la dictadura se perdió, y tenés casi una mitad de uruguayos a los que les interesa poco o nada la política”. “Por algo todas las campañas políticas terminan al final apuntando al centro”, consideró.
Respecto del rumbo del gobierno de Orsi en este sentido, la directora de Cifra valoró que más allá de la discusión interna del FA sobre si “le falta izquierda” o sobre la “tibieza”, “la inercia de los gobiernos es sobrevivir y continuar, y eso sólo se logra si se responde a la mayoría de las expectativas de la mayoría de la población”.
El dilema es que, con esta postura, “las grandes reformas”, como por ejemplo, la reforma educativa, “no se van a llevar adelante”, y esto le pasa tanto a la izquierda como a la derecha. Y eso “es terrible”, porque hace que la población tenga “muy pocas perspectivas de cambios, por lo menos, rápidos”, consideró. Evaluó que el desafío para el gobierno es, en este marco, “generar promesas o entusiasmo” de que los cambios se van a producir, aunque lleven “un tiempo más”.
Porzecanski afirmó que en Uruguay, en las últimas instancias electorales, en general las campañas centrales de los candidatos y las figuras presidenciales “han ido hacia la moderación” y las “estrategias centrípetas han funcionado”. El tema es qué sucede después, en el gobierno. “Yo creo que tanto la primera gestión de [Tabaré] Vázquez como la gestión de [José] Mujica lograron, después de una campaña hacia el centro, mostrar o satisfacer ideas del electorado conjunto del FA. No todas: Vázquez tuvo la gran polémica del aborto, por ejemplo. Mujica tuvo las suyas también, por ejemplo, con el tema de los desaparecidos, la gestión de [el exministro de Defensa Eleuterio Fernández] Huidobro fue cuestionada dentro del Frente. Pero también al mismo tiempo se diferenciaron, generaron reformas, cambios que mostraron una diferencia respecto de gestiones anteriores”, enumeró el sociólogo.
La gestión de Orsi, en tanto, viene “en un ritmo gradual, lento, precavido, buscando dar algunas señales de cambio de a poco”. “Ha sido un primer año de pocos cambios. Evidentemente que ahí sí podés llegar a tener un problema de opinión pública dentro de tu propio electorado. De hecho, nosotros mostramos que en los primeros meses casi la mitad del Frente no llega a aprobar la gestión. O sea, el riesgo de que te vean demasiado parecido a lo anterior está. Ese es el riesgo de hacer, no sólo una campaña centrípeta, sino también una gestión centrípeta”, advirtió Porzecanski.
De todos modos, consideró que a corto plazo esto no llevaría al FA necesariamente a perder votos de cara a la elección. “Yo creo que, por ejemplo, es muy difícil de imaginar que la barra que se juntó en el comité de base de la coordinadora B para pedirle al gobierno más sobre el tema Gaza, sobre medidas económicas, pueda votar a algún partido de la coalición. Es realmente un ejercicio casi que utópico”, consideró. Acotó que siempre está el “riesgo” de una “fractura por izquierda y la conformación de un polo independiente por izquierda”, pero consideró que estamos “lejos” de eso ahora. “Lo que sí puede haber es migración del FA al Partido Nacional o a la coalición en la lógica de 2019, es decir, estás insatisfecho con el resultado de la economía, de la seguridad, no ves cambios favorables en tu bolsillo ni en la situación del país, y eso te puede llevar, siendo un electorado más de centro, a migrar”, indicó.
Para Bottinelli, “hay diferencias que la gente espera que se visualicen”, y mencionó que el hecho de que la mayoría de la gente manifieste la necesidad del diálogo y la apertura de escuchar al otro, y que no se sitúe “ideológicamente en la polarización extrema”, “no implica que no existan matices”. “Yo creo que eso es importante, porque una cosa es tender al centro y otra cosa es ser todos lo mismo. Es una diferencia sustancial”, remarcó.
En ese sentido, consideró que el gobierno de Orsi está “tendiente más al centro”, “con pocos matices” y con “mucha continuidad” con las políticas del gobierno anterior. “Los matices son relativamente poco visibles, al punto que el discurso que hacen algunas autoridades y el propio FA es explicando que efectivamente hay izquierda en lo que el gobierno hace. Si vos tenés que explicarlo o mencionarlo es porque está en duda o está en cuestión, ¿no?”, indicó, y ejemplificó con la frase de que el presupuesto quinquenal propuesto es “de izquierda”.
Mencionó también que los cambios “han sido relativamente pocos” y que hay un tono “general” de jerarcas del gobierno de que no se apunta a una gestión “transformadora”. Bottinelli valoró que será importante para el resultado de las próximas elecciones si eventualmente el gobierno define “algún buque insignia, algo para mostrar como resultado de gobierno”, además del cumplimiento de sus promesas electorales, de mostrar “qué hizo de distinto respecto de otros gobiernos” y de la situación económica.