Cultura
Decía Karl Kraus, y con plena razón: “Mi lenguaje es la puta de todos que yo transformo en virgen”. El experimento EEEBZZZZ, mucho más sencillo, podría parafrasearse así: “Mi Facebook es la virgen que yo transformo en la puta de todos”. ¿Qué hizo Emilio Bianchi Zaffaroni? Pintó el pasillito de la sala XXS de negro, lo iluminó con una luz roja y lo llenó con una muzak obviamente fastidiosa, colgó un modesto dibujo -probablemente un autorretrato- de un muchacho flotando atado por un cordón umbilical sin fin (¿metáfora de la red social?), enmarcó una pantalla de PC (¿manera de ennoblecer lo inmaterial?) posicionada en su página personal de Facebook y dejó a disposición del público un teclado, un mouse y la posibilidad de alterar los datos de su cuenta “cara de libro” (o libro de caras), dejada abierta.