La decisión de avanzar, modernizar y fortalecer el mando civil en el Ministerio de Defensa debería ser la premisa. Hasta el momento, en estos primeros meses, el mensaje es radicalmente opuesto.
Frente a la crisis que generó la pandemia, quienes tengan a su cargo el diseño y la ejecución de políticas públicas en cultura están llamados a cumplir una función. El eslabón esencial de la cadena que debe ser respaldado por su mayor efecto de arrastre y derrame, de tracción para el conjunto del sector, es el de las instituciones culturales.
Si hay quienes cargan la culpa a la cuenta de las víctimas es en parte porque les resulta pensable que una adolescente de 16 años se conciba a sí misma como una usina productiva, como una entidad que es al mismo tiempo producto, agente de ventas y de cobranzas.
Parecería que el desafío actual de la sociedad uruguaya es recuperar el centro político, ese que las redes sociales están contribuyendo a hacer desaparecer, porque allí mandan los extremos y la agresividad.
Muchas espiritualidades se encuentran tensionadas ante ciertas racionalidades dominadoras y no emancipadoras que violentan a pueblos, comunidades y personas de distintas maneras.
Sin el EVA no hubiera sido posible esta respuesta a la emergencia. Con el EVA seguramente la Udelar seguirá avanzando en sus objetivos democratizadores, en la igualdad de oportunidades.
Toda esta moda siliconada se basa en un vulgar individualismo que da como válido el enunciado “nadie mejor que tú para saber lo que quieres”, sólo que ahora agregan: “¡Cuidado, existen otros que te conocen mejor!”.
Más fragmentación social, más fragmentación territorial. Tendremos centros educativos de pobres y de ricos, centros educativos que atan su proyecto pedagógico a las limitaciones del barrio en vez de abrirse al mundo.