Óscar Arnulfo Romero fue el nombre que la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), su Instituto Iberoamericano de Educación en Derechos Humanos (DDHH) y la Fundación SM eligieron para un certamen que buscó rescatar prácticas y proyectos educativos. Se trata del Premio Iberoamericano de Educación en DDHH, que apunta a reconocer la labor de instituciones que trabajan en la promoción de la convivencia en escuelas, liceos y escuelas técnicas; en el derecho a la educación, a la infancia, la comunidad y la sociedad; y en programas a favor de la paz, de la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión y de expresión. La convocatoria, que cerró el 30 de junio, también incluía experiencias que buscaran mejorar el bienestar social y cultural, programas para erradicar la discriminación a otros grupos culturales, minoritarios o con discapacidad; y programas de sensibilización y conocimiento de los DDHH.

Justamente, el simbolismo de que el certamen lleve el nombre de Romero tiene que ver con que se trata de una figura que encarna estas ideas y valores no sólo para su país de origen, El Salvador, sino para toda la región. Ignacio Hernaiz, director de la OEI-Mercosur en Uruguay, dijo que los docentes que trabajan “con compromiso y amor, y motivan a sus estudiantes”, al mismo tiempo que defienden la transmisión de valores, son “embajadores” de Romero en el continente. Romero fue arzobispo metropolitano de San Salvador entre 1977 y 1980 y fue asesinado mientras daba misa el 24 de marzo de 1980, un día después de que hiciera un llamamiento a los soldados de la Guardia Nacional a dejar de matar a los de su “mismo pueblo” y de pedir que cesara la represión. Además, en su iglesia recibió a decenas de personas que huían de las dictaduras de otros países del continente, entre ellos Juan Raúl Ferreira, que estuvo en el acto de premiación del concurso y recordó a Romero desde su vivencia.

La idea del concurso es que los primeros premios en los distintos países iberoamericanos sean los finalistas, en un evento que se llevará a cabo en Bogotá a fines de noviembre y cuyo ganador recibirá 5.000 dólares para continuar con el proyecto.

En el caso uruguayo, el proyecto ganador se realizó en el liceo 11 del Cerro de Montevideo, se tituló “Del dicho al hecho, los derechos” y lo llevaron adelante los cinco terceros años del turno matutino, junto con los profesores Beatriz Pereira, Pablo Guillén y Rodrigo Camaño. Según explicó a la diaria Camaño, que trabaja en el liceo como profesor de Educación Musical, se trabajó a partir de un enfoque amplio de los DDHH. El docente articuló con sus colegas de Inglés y Educación Social y Cívica.

Sustancia

Camaño detalló que se trabajó en torno a los DDHH principalmente desde los movimientos feministas y de distintas reivindicaciones en relación con el género, mientras que también trataron textos en inglés sobre figuras “emblemáticas” como Frida Khalo o Rosa Luxemburgo para conocerlas mejor. Desde la música, se trabajó el género del rap y la cultura del hip hop, en particular cómo comenzó siendo una reivindicación de los negros en Estados Unidos y se transformó en otro tipo de movimiento que poco tiene que ver con los orígenes, detalló el docente.

Según describió, el trabajo interdisciplinario llevó un poco más de un mes y terminó con la realización de un taller de hip hop y machismo, a cargo de la banda Portadores de Hip Hop. En ese espacio, los estudiantes no sólo demostraron sus conocimientos musicales, sino que también pudieron expresar los sentimientos que les surgían a partir del rap, cuando muchas veces en los videos y en las letras se transmitía un mensaje machista, violento o agresivo.

En este proyecto, quienes aprendieron no fueron únicamente los más chicos: “Los docentes fuimos aprendiendo sobre la marcha. Cada uno estaba trabajando estos temas en forma individual; un día nos dimos cuenta y vimos que estaba bueno unificarlo. Fue un cambio sustancial”, reconoció. El profesor Camaño contó que los estudiantes se motivaron cuando vieron que los temas que antes veían en forma fragmentada se podían vincular, y señaló que más de una vez, al llegar a clase se encontró con que los jóvenes estaban conversando acerca de los temas que trataban en el marco del proyecto, por ejemplo sobre cuántas cantantes mujeres están tratando de resignificar la figura femenina en el ámbito de la música.

En la premiación, que se realizó la semana pasada, dos estudiantes del liceo cantaron una canción que compuso una de ellas en el marco de los talleres de música. Ana Fernández, que también estudia guitarra, acudió a Camaño para que la ayudara a componer un tema. El resultado se llamó “Un cambio” y su estribillo dice: “Yo quiero que haya un cambio / en esta sociedad, / quiero que cambie todo / por igualdad”. “Estamos hablando de chiquilines que muchas veces tienen temor de mostrar lo que producen, especialmente una letra que transmite un mensaje tan fuerte como este, contra el racismo”, afirmó el profesor, quien sostuvo que gracias a esta forma de trabajo hubo estudiantes que pudieron mostrar su potencial creador.

Otro momento importante para los jóvenes fue la participación de la ceremonia de entrega de los premios Graffiti junto a Portadores de Hip Hop, a la que le dieron un reconocimiento por su trabajo, que a su vez compartieron con los estudiantes del liceo. “Quienes fueron a la entrega recibieron un reconocimiento para seguir componiendo, pensando cómo cualquier disciplina puede estar vinculada con la violencia de género, el machismo y las libertades y derechos”, señaló el profesor.

Luna de los Santos, la estudiante que interpretó el tema compuesto por Fernández junto con ella, dijo a la diaria que participó en casi todas las actividades del proyecto y que las disfrutó todas. “A veces hace falta hablar de los DDHH en la adolescencia, porque se pierden algunos y son muy importantes”, reflexionó. Por su parte, Fernández recordó que, en concreto, le gustó una parte de los talleres en que uno de los integrantes de la banda empezó a rapear a partir de palabras que le pidió al público. “Me gustó el taller. A mí me gusta mucho la música, escribo canciones pero no las canto, y me gustó hacerlo”, concluyó la autora.

Hay más

El segundo premio del concurso fue para “Yoga y valores”, programa que facilita herramientas de crecimiento personal y de transformación de la conciencia a personas que están presas y a funcionarios de los centros penitenciarios, al mismo tiempo que promueve actividades de convivencia en las cárceles. Además, tres proyectos recibieron menciones de honor: el liceo 32, con el proyecto “Creación de recursos digitales para mejorar la convivencia”; la Escuela de Comunicación Social de UTU, con la campaña “Violencia en el noviazgo”; y el Centro de Capacitación Profesional de Rivera, con un proyecto para personas con discapacidad que se llamó “La solidaridad en bicicleta” y consistió en la construcción de una bicicleta con tres ruedas y material reciclado para que sea utilizada por una joven con discapacidad.

En la actividad de premiación, el integrante del Consejo de Educación Secundaria Javier Landoni les habló especialmente a los medios de comunicación que estaban cubriendo la actividad: “Al ver estos trabajos realizados por los estudiantes y los profesores, debemos decir fuerte que esta es la educación pública uruguaya, trabajando, incluyendo a más y más jóvenes para que vengan a los centros educativos, se queden y aprendan”.

“Esta es la realidad de la educación pública, reponiéndose todos los días para generar espacios educativos que convoquen a los uruguayos, y al mismo tiempo construyendo una forma distinta para vivirlos todos los días”, agregó. Además, aseguró que las autoridades ven comúnmente diferentes experiencias en las que participan jóvenes con diversas características, y aseguró que “esa es la riqueza de la educación pública uruguaya”.

“Esto es lo que pasa todos los días en nuestros centros educativos: cientos, miles de alumnos y profesores comprometidos en tener una mejor educación pública, que es lo que nos merecemos. Existe otro Uruguay, el que no conocemos todos los días en la prensa, aunque es el real, el que pasa todos los días en los centros educativos”, concluyó Landoni.