A la imagen del Uruguay de las seis millones de vacas, pastando durante el tiempo necesario de engorde para ser vendidas a la industria de los grandes frigoríficos, se le suma una imagen distinta, de oficinas –quizá en algunos casos distintas a las clásicas divididas en boxes–, una industria de pocos e intangibles insumos, escasa infraestructura física y dependiente del ingenio humano: la del software. En un período de estancamiento en el empleo en la industria frigorífica, la del software muestra pleno empleo y limitaciones para seguir contratando, a falta de capacitación y formación en los uruguayos.

La ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, ha insistido en que el avance tecnológico es una oportunidad y no una preocupación. En una cena de la revista Somos Uruguay, a la que fue invitada a hablar del rol de las empresas públicas en la industria del futuro, dijo estar convencida de la necesidad de fortalecer la industria del software, por varios motivos: no encuentra gente capacitada y sale a buscar al exterior; “absorbe como una esponja y crece”; y, además, podrá proveer a las industrias tradicionales de herramientas para su tecnificación. En ese sentido, mencionó que mientras que la industria frigorífica –uno de los emblemas a nivel productivo nacional– emplea hoy directamente a 16.500 personas, la industria del software da trabajo a 22.000.

Y la cifra de 16.500 podría ser incluso “una exageración”. El secretario general de la Federación de Obreros de la Industria de la Carne y Afines (FOICA), Luis Muñoz, dijo a la diaria que la plantilla oficial incluye a 12.000 personas, aunque la mayoría de los tercerizados (unos 2.000) se suman durante nueve meses al año.

En cuanto a los 22.000 ocupados en la industria del software, “pueden ser incluso más, dependiendo del cálculo, porque a veces depende de cómo se categorizan los sectores de actividad”, observó, en contrapartida, el presidente de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), Leonardo Loureiro.

El crecimiento de puestos de trabajo en esta industria, que lleva más de 30 años en el país, es “estructural”, según Loureiro: “Los que egresan de las universidades y de la capacitación formal entran casi todos directamente, y otra porción se distribuye entre otras organizaciones que requieran servicios de los profesionales del estilo que nosotros necesitamos”, observó. Para el ingeniero en sistemas, se trata de un incremento “muy pequeño”, que “no es el que queremos, pero no porque no les podamos dar trabajo, sino que es al revés; no podemos tomar más proyectos o generar soluciones nuevas de productos de software porque no tenemos la gente para llevarlos a cabo”.

Por su parte, el presidente de la Asociación de la Industria Frigorífica del Uruguay, Marcelo Secco, percibe que la cantidad de empleados en el sector se ha mantenido “relativamente estable” en los últimos años. Para el empresario existen “fuertes amenazas” para la caída del empleo de mano de obra”: “la menor disponibilidad de animales a faena por factores como la exportación en pie, la baja rentabilidad agropecuaria, el incesante aumento del costo directo de la mano de obra, la falta de flexibilidad en las tareas internas de los procesos industriales, la creciente conflictividad laboral y el desarrollo incesante de oportunidades de incorporación tecnológica en varios procesos”. Aun así, sostuvo que la automatización tecnológica no ha impactado aún de forma importante en los puestos de trabajo “por la gran carga de manualidad que tienen muchas de las tareas”.

Por su parte, Loureiro dijo que la CUTI trabaja en la “sensibilización”: “fomentar nuevas carreras y formas de capacitación y a la vez mostrar y explicar por qué es bueno y hasta más interesante trabajar en esa industria, que es una de las que tiene mayor futuro; eso es clarísimo”. Desde el punto de vista del trabajador, sostuvo que “la decisión que tiene que tomar es de si quiere ser el constructor de su futuro o un simple espectador”. “Para mí, hoy, los dos únicos sectores de actividad económica que pueden tener un crecimiento exponencial son las TIC [tecnologías de la información y la comunicación] y la biotecnología, que se pueden transformar perfectamente en exportadores de 3.000 millones de dólares; y lo mejor es que lo único que se necesita es gente, porque para vender más carne, necesitas más vacas, y lo mismo con la soja, la madera; para todo eso necesitás materia prima, y estás condicionado por la naturaleza y por los recursos minerales”, concluyó.