La carta abierta al presidente de la República, manifestando preocupaciones acerca de la política científica de nuestro país, reunió más de 1000 firmas de investigadores en un día.

Es difícil estar totalmente de acuerdo con el contenido y redacción de cartas abiertas. Por eso, muchas veces no se llega a un acuerdo y somos reticentes a firmarlas. Por eso mismo, vale la pena resaltar que esta carta fue firmada por más de 1000 investigadores en un sólo día (https://goo.gl/forms/R2oIdhbUoUwpvipN2). Las motivaciones para adherir al planteo y las expectativas asociadas probablemente sean tan diversas como los firmantes. Sin embargo, la masiva y rápida adhesión es un mensaje claro y contundente. Este hecho es sorprendente y es a partir de él que, un grupo de firmantes de la nota, queremos reflexionar.

El directorio de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) contesta alguna de las afirmaciones de la carta, centrándose particularmente en los números manejados. Las cifras 2015-2017 otorgadas a los fondos destinados a proyectos dirigidos por investigadores consolidados, objetivo de la modalidad principal del Fondo Clemente Estable, habla por sí misma(1). La escasa cobertura de las propuestas presentadas explica en parte por qué el planteo de los investigadores se realiza en este momento. Podemos quedarnos en esa discusión, pero entendemos que no es aquí ni el lugar ni el momento para esto. Sí es el momento de notar que existe una disconformidad muy importante con el escenario actual que implica, entre otros aspectos, la necesidad de contar con un espacio para expresar las opiniones de los investigadores. Los investigadores no están en la vereda de enfrente a la ANII. Esta agencia ha logrado consolidarse como referencia clave de una sociedad del conocimiento de la cual no sólo participamos, sino que apoyamos con nuestro trabajo cotidiano. Pero la carta visibiliza discrepancias diversas que se han ido acumulado y que es hora de analizar.

Levantemos la mira y retomemos el rumbo

Está bien, hay cierto malestar de la comunidad académica con algunas formas de hacer política y gestión por parte de la ANII, pero... ¿es esto suficiente para explicar el hecho de que una parte sustancial de los investigadores del país firmen una carta con esas características? Creemos que no.

1%

Comencemos con el sistema político. Todos los partidos, entre ellos el partido de gobierno, en la última campaña electoral se comprometieron a llevar el presupuesto para la investigación al 1% del PIB a fines del presente período. Tomando en cuenta un leve aumento del producto, en cifras gruesas, la promesa consistía en triplicar los fondos para la investigación. 0,4% actual está lejos de aproximarse al compromiso. Lograr 1% aproximaría a Uruguay a sus vecinos, pero estaríamos lejos de la inversión que realizan países similares que vienen apostando desde hace años al desarrollo basado en conocimiento. Los montos destinados a la investigación en el Uruguay son bajos y han sido siempre bajos. Es decir, no sólo tenemos un problema hoy, sino que tenemos un atraso acumulado por décadas de precariedad presupuestal, a pesar de los importantes esfuerzos de los últimos años. Si las políticas apuntan a transitar este camino, no se puede esquivar el aumentar fuertemente la inversión en investigación. 1% sería un gran salto para el Uruguay, pero apenas nos llevaría a la situación de nuestros vecinos.

Carencia de investigadores y formación

El Uruguay tiene pocos investigadores y por ende poca capacidad para desarrollarse en base a conocimiento. Además, no es claro con quién deberíamos compararnos: ¿Con los países desarrollados? ¿Con los países vecinos? ¿Con países grandes o similares en tamaño con el Uruguay? Desafortunadamente, independientemente de cómo y con quién nos comparemos el resultado es claro: Uruguay necesita aumentar su número de investigadores entre 3 y 10 veces para tener una cantidad razonable de investigadores per cápita, si queremos que nuestro país realmente dé un salto cualitativo.

Este problema es harto reconocido y se han hecho esfuerzos importantes para aumentar el número de investigadores y para hacer crecer el número de centros que realizan investigación científica de alto nivel en diversas localidades del territorio nacional. Distintos organismos que asignan recursos (como la ANII o la Udelar) vienen haciendo desde hace algunos años una fuerte apuesta a las becas de posgrado. Lograr dicho aumento con niveles adecuados de calidad no es una tarea fácil. Generar recursos humanos, en particular nuevos investigadores, tiene una dinámica lenta y costosa y un riesgo alto, entre otras cosas, porque su pérdida puede ser muy rápida. Aún así el número de estudiantes de posgrado ha aumentado sustancialmente en los últimos años, seguramente fruto de los esfuerzos de esos organismos, y eso es una excelente noticia. Esto se traduce, también, en un aumento del número de jóvenes con formación de alto nivel que podrían transformarse en investigadores consolidados, si el país les diera la oportunidad.

Inserción de investigadores e investigación extra-académica

Los logros en formación de investigadores y retención de académicos es un activo del país que debemos cuidar. Nuevos doctores, e incluso investigadores consolidados, solemos cuestionarnos la viabilidad de nuestra profesión en el país. Perder investigadores es de los costos más difíciles de revertir para cualquier país y más para un país chico. La pérdida de investigadores impacta directamente sobre la capacidad de abordar problemáticas productivas, educativas, sanitarias y ambientales. Es clave entonces que podamos asegurar como país el desarrollo de los investigadores, en oposición a la incertidumbre sobre las posibilidades y condiciones de trabajo que en este momento prevalece principalmente entre los investigadores jóvenes.

Por tanto, parece evidente que el país tiene que lograr aumentar el número de puestos de trabajo para los investigadores fuera del medio académico. Es clara la necesidad de contar con empresas públicas y privadas con laboratorios de investigación y desarrollo, lo que hoy escasea notoriamente. Ahora bien, en todo el mundo, la mayor parte de dichos laboratorios se encuentran en empresas de un porte significativo. En el Uruguay, esas empresas están en una alta proporción en manos del Estado. Por tanto, el Estado tiene la posibilidad y responsabilidad de crear y consolidar laboratorios de investigación en las mayores empresas del país, así como en otras instituciones como intendencias, direcciones de ministerios, y organismos como el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). Creemos que una parte del presupuesto de dichas empresas debería entonces destinarse Brevemente: la modalidad del Fondo Clemente Estable, que es a la que se pueden presentar los investigadores consolidados, pasó por decisión del directorio de $56.016.168 en 2015 a $36.605.713 en 2017. Basta ver la reacción del Ministerio de Economía y Finanzas para notar la gravedad del hecho.para ese fin. Además de asignar recursos con la magnitud necesaria, esto debería ocurrir en el marco de una política clara y transparente a nivel país, en cuya construcción participen activamente los investigadores.

Mea culpa, relación con la ANII y con la Secretaría de Ciencia y Tecnología

Por último, entendemos que los investigadores tenemos una importante cuota de responsabilidad por el contexto actual. Hemos fallado en transmitir eficientemente el porqué de nuestra convicción de que la investigación científica puede ser el motor del desarrollo del país y la mejora en la calidad de vida de sus habitantes. Si lo hubiéramos logrado, la clase política no dudaría en superar 1%, la sintonía con las agencias involucradas en la asignación de recursos sería mayor y la sociedad estaría atenta al devenir de la investigación y los investigadores en el país. En un escenario económico y político favorable (por encima de lo político partidario), no podemos declararnos ajenos al contexto actual. Esperemos que la masiva manifestación de preocupación que denota la carta, permita avanzar en la reflexión hacia adentro y afuera de la comunidad científica, y, más importante, hacia la consolidación de un papel clave de la investigación en el desarrollo de la sociedad.

Hoy, con la señal del gobierno de aumentar los fondos para la investigación fundamental, la carta del directorio de la ANII reconociendo la importancia de una mayor inversión, la voluntad de los investigadores de trabajar constructivamente en las políticas y una flamante Secretaría de Ciencia y Tecnología, se vislumbra un escenario prometedor para debatir abiertamente y resolver los problemas que mencionamos arriba. Los investigadores del país estamos, como siempre, para trabajar para ello.

Beatriz Álvarez, Matías Arim, Javier Baliosian, Federico Battistoni, Alejandra Carboni, Leonel Gómez, Eduardo Grampin, Alejandro Maiche, Mariana Meerhoff, Hugo Peluffo, Celia Quijano, Laura Quintana, Héctor Romero, Juan Valle Lisboa, Andrea Villarino, Nicolás Wschebor

(1). Brevemente: la modalidad del Fondo Clemente Estable, que es a la que se pueden presentar los investigadores consolidados, pasó por decisión del directorio de $56.016.168 en 2015 a $36.605.713 en 2017. Basta ver la reacción del Ministerio de Economía y Finanzas para notar la gravedad del hecho.