Las derechas europeas, salvo las que sean tan religiosas como para defender el creacionismo y negar la evolución darwiniana, tienen esta semana motivo para festejar. No porque hayan conseguido otra victoria en las urnas, sino por la publicación de un artículo científico en la revista PLoS ONE, que afirma que es posible que el género Homo, al que pertenecemos los humanos, pueda haberse originado en Europa y no en África como apuntaba toda la evidencia hasta el momento.

Si bien no hay acuerdo de cuándo los caminos de los que serían los chimpancés y los humanos se separaron (algunos afirman que fue hace unos siete a ocho millones de años, mientras que otros sostienen que la separación es mucho más reciente y que hubo entrecruzamiento de ambas especies hasta hace casi unos cuatro millones de años), lo que nunca había sido puesto en duda era que la separación se había producido en el continente africano. La investigación publicada por los científicos Fuss, Spassov, Begun y Böhme, bajo el nombre “Potenciales afinidades homininas del Graecopithecus del Mioceno Tardío europeo”, se basa en el estudio de una mandíbula incompleta de Graecopithecus freybergi encontrada en Grecia y de un premolar de Graecopithecus sp encontrado en Bulgaria, fósiles datados en 7,175 y 7,24 millones de años. Analizando escaneados de alta precisión obtenidos mediante tomografías microcomputadas (μCT) y reconstrucciones 3D, los expertos estudiaron la morfología de dientes y quijada, y concluyeron que “los atributos de las raíces dentales del Graecopithecus sugieren su afinidad con el grupo de los homininos”. También afirman que de confirmarse esto con más evidencia “Graecopithecus sería el hominino más antiguo conocido. Si bien se necesitan más fósiles, la región este del Mediterráneo tal vez necesite ser considerada tan probable como el África tropical como lugar de la diversificación y origen de los homininos”.

Mónica Sans, del Departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, expresó que el artículo “es interesante, pero es muy nebuloso este período entre cinco y diez millones de años, porque hay muy pocos restos. Creo que no podemos decir que los fósiles serían de Homo, ellos lo que proponen es que es prehumano u hominino. Para llegar al Homo estamos lejos”. Mónica explica que luego de este registro, “lo único que hay de Homo en Europa son los hallazgos de Atapuerca (España), que tienen casi un millón de años, y en el medio no tenés nada. Una posibilidad es que esta sea una línea que quedó trunca. La otra es que estos mismos se hayan dispersado y hayan llegado a África, que en esa época era posible, porque el Mediterráneo era una sucesión de lagos; pero faltan fósiles y todo el resto de la evolución pareciera haber sucedido en África”.

Para los europeos victorianos que pensaban ser el centro del universo, el origen del humano en África fue una cachetada. De encontrarse nueva evidencia, tal vez ahora se sientan reconfortados del origen mediterráneo. Eso sí, para ello van a tener que apretar los dientes y aceptar de una buena vez que antes no hubo ni barro, ni imagen ni semejanza ni soplo de la vida, sino apenas unos monos peludos.