La inflación es uno de los problemas más permanentes que ha tenido que enfrentar la política económica en los últimos 40 o 50 años, y no parece que esta preocupación vaya a desaparecer en un futuro cercano. En los últimos meses, sin embargo, hemos apreciado una importante desaceleración, desde un máximo de 11% en los 12 meses terminados en mayo de 2016 hasta 6,46% de los 12 meses terminados en abril de 2017, datos que se conocieron esta semana. Sin embargo, el interrogante que surge es si este proceso descendente va a continuar, o si, por el contrario, esto es un efecto coyuntural y los precios mantendrán su tendencia creciente promedio de los últimos diez años (alrededor de 8,2%). Intentaremos analizar la evolución reciente de la inflación y qué se puede esperar para los próximos meses.

Las causas de la inflación son varias: puede haber factores de demanda (fuerte crecimiento del consumo, emisión monetaria por encima de las necesidades de la economía, etcétera), factores de oferta o costos (incremento de los precios internacionales de las materias primas, aumento del precio del dólar, o aumento de impuestos, entre otros) y factores inerciales (como la indexación salarial y de tarifas). Para acercarnos a este análisis, es útil observar cómo evolucionan diferentes componentes del IPC. Así, miramos la evolución de la inflación de los bienes y servicios transables (3,1% en últimos 12 meses a abril) y la de los no transables (8,8% en igual medición), lo que nos lleva a concluir que el fuerte impulso a la baja viene de los transables, fundamentalmente la baja de precios internacionales y del dólar. Otra mirada que también es de gran utilidad es eliminar del IPC los precios volátiles (frutas y verduras, entre otros) y los administrados (tarifas y precios controlados), de forma de obtener la inflación subyacente, que está desacelerándose, pero más lentamente que el IPC (7,1% en 12 meses a abril).

Para los próximos meses se espera que las presiones inflacionarias se mantengan o se incrementen moderadamente, tanto desde los bienes transables como de los no transables. En lo que respecta a los primeros, la tendencia al alza de los precios de los commodities se ha ido afirmando, como consecuencia del moderado crecimiento de la demanda, aunque todavía es muy leve. Además, la evolución del dólar en Uruguay mantendría las presiones a la baja, por lo menos en el primer semestre del año. Por un lado, la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos, de incremento de las tasas de interés, ha sido más lenta de lo esperado, lo que ha generado un retorno de los capitales a la región con el impacto a la baja de la cotización del dólar, luego de la fuerte salida en los primeros meses de 2016, que aceleraron la inflación. Por otra parte, el ingreso de capitales vinculados a la inversión extranjera directa se ha reducido notablemente respecto de años anteriores y no se esperan importantes incrementos, lo que no sería un factor importante en la dinámica del dólar en 2017.

En lo que respecta a los precios de los bienes y servicios no transables, la demanda será algo más dinámica que en 2016, acompañando el incremento del PIB y de los salarios reales. En cuanto a los precios de frutas y verduras, naturalmente muy volátiles y uno de los principales factores de la baja de la inflación junto con la evolución del dólar, no seguirían en esta tendencia, ya que, por factores estacionales, se acercan meses en los que normalmente estos precios aumentan. Así, se espera que la inflación interanual siga bajando algunos meses, pero a partir del segundo semestre esta tendencia se revertiría, cerrando 2017 en alrededor de 7,5%, por encima del rango meta del Banco Central.