Primer round: Los murciélagos son buenos
Ante el brote de una pequeña paranoia ciudadana sobre la rabia transmisible por los murciélagos, fui al Museo Nacional de Historia Natural a encontrarme con Ana Laura Rodales, bióloga que no sólo integra el Programa para la Conservación de los Murciélagos de Uruguay, creado en 2005, sino que en 2015 hizo una tesis de maestría titulada “Dieta de murciélagos insectívoros en Uruguay: una aproximación al conocimiento sobre su potencialidad como controladores de insectos nocivos”. Convencido de que no hay mejor defensa que un buen ataque, fui dispuesto a que me contara sobre el gran trabajo que hacen los murciélagos evitando que aumenten las poblaciones de insectos.
Rodales muestra una bandeja de murciélagos taxidermizados en la sala de mastozoología, rama de la biología que estudia a los mamíferos. De lo primero que hablamos es de la rabia. Y ella aclara, una vez más: “Lo que se estima es que apenas uno de cada 1.000 murciélagos porta la rabia, eso es 0,1% de la población de las diez especies de murciélagos que viven en Montevideo”. Para tratar de entender la dimensión de estos números, le pregunto qué tan grande son las colonias de murciélagos. “El Molossus molosuss es uno de los murciélagos más comunes en Uruguay. Es una especie colonial y podés encontrar desde grupitos de 20 hasta unos 100 en una misma colonia. El otro más común acá en Montevideo es el Tadarida brasiliensis, que puede formar colonias de miles”. Rodales sabe de lo que habla porque hace más de una década que estudia los murciélagos. “Una de las colonias más grandes que recuerdo la vi en Nueva Palmira, en una casa abandonada en el medio de la ciudad, que tenía unos 3.000 o 4.000 individuos”. Sin embargo, vivir entre muchos tiene sus ventajas, al menos para la rabia: “El virus va circulando entre ellos y entonces generan anticuerpos. Por eso desaconsejamos salir a matar todas las colonias, porque hay muchos individuos que ya están inmunizados”.
Como sucede casi siempre en la naturaleza, tratar de quitarse un problema de encima trae consecuencias no deseadas. Rodales explica: “Si uno hace una razia de murciélagos en Montevideo, en el verano, cuando las poblaciones de insectos están altas, es probable que veamos consecuencias notorias en la cantidad de insectos. Porque les quitás el depredador que está regulando esas poblaciones. Si vos sacás a un animal del tablero, se van a producir alteraciones”. Rodales lo sabe bien, porque analizó la dieta de dos especies de murciélagos para ver qué tan efectivos son como control de plagas que afectan a la forestación y a algunos cultivos. “Dependiendo la especie y el sexo, los murciélagos pueden comer entre media y una vez y media su propio peso en insectos por noche. Las hembras, cuando están preñadas, son las que más comen. Si pensás en una colonia de miles de individuos, son unas toneladas de insectos por jornada”.
El trabajo que realizó requirió mucha paciencia. Y revolver ahí donde nadie quiere revolver. “Estuve un año y medio sentada frente a una lupa examinando caca de murciélago para ver qué partecitas de insectos tenía”, dice Rodales. Porque para saber qué comen los murciélagos hay dos caminos: o se los captura y se les abre el estómago, o se recolectan las fecas y se trata de ver qué contienen, para así reconstruir su dieta. Gracias a una beca de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, Rodales optó por el camino más largo y engorroso. “Los dos métodos para matarlos son violentos. Uno es la dislocación de las vértebras, y el animal muere enseguida. Pero a mí ahora no me da para hacerlo. Y el otro método es peor, y ya no se utiliza más, y consiste en la muerte por presión toráxica, para lo que se aprieta el pecho del animal con los dedos hasta que muere por un paro cardiorrespiratorio”. No puedo dejar de pensar que Rodales decidió tomar una decisión ética y de cariño por los murciélagos que hizo que su trabajo le llevara más de un año, y lo comparo con el rechazo que generan estos animales en el común de la gente. “A los murciélagos se les tiene una especie de fobia. En parte porque es un animal que uno comúnmente no ve durante el día, como un perrito o un gato. Anda en la noche, vuela y se mueve rápido, y uno no lo alcanza a ver del todo. Es una cosa bastante extraña, y la gente se pone a la defensiva. Y luego está esa creencia de que el murciélago se te enreda en el pelo o que se alimenta de sangre. Y parte de nuestra batalla es explicar que de las alrededor de 1.300 especies de murciélagos que hay en el mundo, sólo tres se alimentan con sangre. La mayoría se alimenta de insectos”. Con ojos un poco soñadores, acota: “En otros lados les tienen más cariño. En China, por ejemplo, son un símbolo de la fertilidad”.
En su tesis, Rodales dice que mundialmente se estima que 14% de las cosechas mundiales se pierden por ataques de plagas, sin tener en cuenta los perjuicios que insectos y ácaros provocan en los productos almacenados poscosecha. Por otro lado, la bibliografía señala que sólo 1% del plaguicida aplicado en los cultivos llega a las especies que se busca controlar, mientras que 25% es retenido en el follaje, 30% queda en el suelo y el 44% restante se va a la atmósfera por volatización o a los sistemas acuáticos por escorrentía o lixiviación. Encontrar una forma de controlar a los insectos plagas sin recurrir a los plaguicidas no sólo puede ser efectivo, sino que permite tener productos más naturales y sustentables. Luego de estudiar un total de 61 muestras fecales, sumando más de 500 pellets disgregados y analizados en el laboratorio, Rodales observó que sus dos especies estudiadas, el Molossus molossus y el Eptesicus furinalis, comían nueve familias de insectos que incluyen especies potencialmente perjudiciales para la agricultura o la forestación (Scarabaeidae, Pentatomidae, Cicadellidae, Delphacidae, Cercopidae, Curculionidae, Bruchidae y Tipulidae). ¡Bingo! ¡Los murciélagos podrían ayudar a los humanos a ser más productivos y sustentables!
Uno pensaría que al estudiar formas de control biológico de plagas, la tesis de Rodales debió haber despertado el interés de empresas e instituciones de investigación o ministerios que trabajan en el tema. Sin embargo, ella cuenta, un poco entre risas, que esta es la primera entrevista que le hacen por su tesis desde 2015. Del único lugar que la llamaron fue del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable. La investigadora Marina Cosse le ofreció hacer el doctorado allí trabajando sobre el tema. Pero la agenda de Rodales no lo permitió.
Su pasión por los murciélagos viene de lejos. “Los bichos siempre me gustaron. Sabía que iba a ser o veterinaria o bióloga”. Haciendo una pasantía, conoció a una argentina que le cambiaría la vida. “Quería poner en marcha un proyecto sobre murciélagos en el Museo del Carruaje, acá en Montevideo, y precisaba gente que la ayudara. Y yo dije que sí, con la promesa de que iba a poder agarrar un bicho y tenerlo en la mano”. Y, entonces, Rodales dejó su pasión por los felinos, ya que nunca iba a poder tener uno a mano, y se pasó a estudiar los murciélagos porque le permitían tener un contacto más estrecho. Sin embargo, no todos los humanos sienten lo que ella. “En las ciudades, el gran depredador de los murciélagos es el hombre. Los gatos podrán comer uno o dos. Las lechuzas de campanario comen ocasionalmente alguno. Pero el hombre acaba con colonias enteras”. Rodales menciona que muchas personas, cuando detectan que conviven con murciélagos, llaman a una empresa controladora de plagas para que los elimine. Y ahí se me enciende la luz de alerta.
Los murciélagos son mamíferos silvestres. Y la fauna silvestre está protegida por ley. “Yo no sé cómo es el mecanismo de las empresas, pero deberían solicitar un permiso cada vez que van a erradicar a un murciélago. Deberían especificar qué especie es la que van a controlar, y hacer una evaluación de cuál es el riesgo, para que Fauna le habilite ese control. Pero no sé si hacen todo ese proceso cada vez que alguien llama a una controladora de plagas porque tiene murciélagos en la casa y precisa que los saquen”.
Rodales me despide con afecto. Se nota que le encanta hablar de estos animalitos curiosos, los únicos mamíferos que no envidian a las aves y que “ven” con sus oídos. Sin embargo, había implantado la semilla de la preocupación en mi cabeza.
Segundo round: Fuera de control
En algunas notas de prensa referidas al murciélago con rabia de Pocitos, se decía que las empresas de control de plagas habían notado un incremento en las llamadas para combatirlos. En Montevideo hay 27 firmas habilitadas para combatir plagas. Para ello deben presentar documentación ante el Ministerio de Salud y a la Dirección de Salubridad de la Intendencia de Montevideo, que les da permiso por dos años. Quiero saber cómo es el asunto, así que hablo con el director de la Dirección, Juan Marín. “El murciélago es un mamífero que se considera beneficioso, combate al mosquito... da asco, transmite enfermedades, pero con esta tesitura habría que salir a matar perros, gatos y todo lo que camina, porque todos los animales te pueden transmitir algo” dice. Sobre la forma de combatirlos, cuenta: “Lo mejor no es envenenar, porque a veces se mueren adentro de la casa y el olor es impresionante”. A Marín le pasa un poco aquello de “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Tuvo murciélagos en el cajón de la persiana del cuarto de su hija. “Bajaba la persiana y le bajaba el murciélago. Le dije que le pusiera un nombre”, cuenta entre carcajadas. “Pero al final jorobó tanto que llamé a una empresa privada y no me enteré si los sacaron o los mataron, y me pusieron un sistema de fibra de vidrio que impidió que siguieran entrando al cajón”. Le pregunto entonces si las empresas de control de plagas pueden quitarles la vida. “Si bien no se recomienda matarlos, que yo sepa tampoco hay una sanción. No hay una norma que prohíba que los maten”, sentencia.
Algo similar dice Eduardo Caviglia, de la empresa de exterminaciones ACO. “La gente hoy, con los medios tecnológicos, accede a información de otros países, y en su cabeza mezclan reglamentaciones de otros lados con la reglamentación que tenemos acá. En algunos lugares sí hay algún tipo de protección hacia los murciélagos, pero acá en Uruguay los murciélagos no cuentan con esa ventaja”. Pero ni Caviglia ni Marín tienen en cuenta el artículo 13 del Decreto 164/996 reglamentario de la Ley de Fauna 9481/35, que, entre otra fauna silvestre, protege al murciélago: Art. 13.- El uso de cebos tóxicos en el control de vertebrados podrá ser practicado solamente con autorización expresa y bajo supervisión de los servicios competentes del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. La utilización no autorizada de cebos tóxicos, así como el hecho de dar muerte a animales de la fauna silvestre mediante envenenamiento, se reputarán como actos de caza de grave entidad.
Sin embargo, para Caviglia la cosa es clara. Las posturas de los que defienden a los murciélagos “siempre están fundamentadas en que los murciélagos vivan en la casa de otro, no en la mía”, dice riendo. “Todos esos defensores cuando nos llaman a nosotros son los peores. Cuando les pasa a ellos quieren que vengas con la bomba atómica”. Sin embargo, no todos los que combaten a los murciélagos son así. Juan Carlos, de Fumigaciones G&B, dicen que ellos trabajan en base a la expulsión mediante humo o algún producto y la exclusión mediante el sellado de la zona y la colocación de repelentes como la naftalina.
Para terminar el asunto, hablamos con Ana Laura Mello, del departamento de Biodiversidad de la Dirección Nacional del Medio Ambiente (Dinama) ―dentro de la cual está Fauna, el lugar que vela por el cumplimiento de las leyes al respecto―. Le pregunto si, según la ley, las empresas controladoras de plagas no les deberían pedir autorización a ellos para relocalizar murciélagos o proceder a matarlos. “No es lo que se hace”, me dice, aunque reconoce que “tendría que ser así”. Dice que con este tema cualquiera podría hacer una denuncia de oficio. Pero para uno el asunto no pasa tanto por ahí sino por ver cómo todas las piezas del puzle, la Dinama, las intendencias y las empresas controladoras de vectores, afinan la puntería y establecen procedimientos autorizados que hagan cumplir la ley y permitan que nuestro hermano mamífero, el murciélago, conviva con nosotros, ayudándonos a mantener el equilibrio de las poblaciones de insectos, y nos haga sentir que el sapiens que denomina a nuestra especie está bien puesto.