_Lugar: una caverna. Tiempo: hace unos 200.000 años. Un trueno sacude la noche. Mujeres, hombres y niños se abrazan temiendo que algún dios se haya enojado con ellos.

Lugar: norte de Uruguay. Tiempo: esta semana. Una explosión irrumpe en la monotonía nocturna. Algunas mujeres, hombres y niños se abrazan temiendo que una corporación maligna esté haciendo fracking en el patio trasero de su casa._

Miles de años pasaron entre ambos sucesos, pero la forma de comprender el mundo que nos rodea no parece haber evolucionado demasiado: ante la falta de información, tendemos a llenar los agujeros con miedos, supersticiones y poca lógica. Mientras la empresa Schuepbach Energy se dispone a realizar un pozo exploratorio de 815 metros en busca de hidrocarburos en Cerro Padilla, Paysandú, yo me dirijo a la Facultad de Ciencias para encontrarme con la geóloga Ethel Morales. El momento no podría ser más oportuno: una fuerte explosión alteró el miércoles la mansa paz de Guichón y, si bien todo apunta a una cantera que extrae piedra, no faltaron quienes deslizaron la posibilidad de que hubiera alguna vinculación entre el incidente y la exploración de petróleo que se realiza a más de 100 kilómetros al norte. Aunque no se nombre, el fantasma del fracking espera agazapado en la oscuridad.

Quedé en encontrarme con Ethel en su oficina del Departamento de Geología Sedimentaria y Aplicada del Instituto de Ciencias Geológicas ubicado en el piso 12 de la Facultad de Ciencias. Junto a la puerta de entrada hay un alargue enchufado a la pared. El cable sale del edificio hacia alguna parte del balcón exterior. Y una roca enorme lo apisona, evitando así cualquier tironeo lo desenchufe. No hay dudas: estoy en el lugar indicado para que me hablen de la explotación de los minerales. Mientras Ethel ríe al hacerle notar el complejo sistema sujetaalargue, aprovecho para decirle que nunca estuve en una explotación minera mediante fracking, pero que supongo que al realizar explosiones muy profundas bajo la tierra, el sonido resultante debería ser bastante asordinado. Me mira como tratando de ver a dónde quiero llegar, así que me dejo de rodeos y le pregunto si las explotaciones mediante fracking son ruidosas. “No son tan ruidosas. Además es a bastante profundidad, como decís. Toda la maquinaria alrededor es más ruidosa. Asignar cualquier explosión al fracking creo que tiene que ver con nuestra falta de tradición y de cultura en hidrocarburos, y en eso siento cierta responsabilidad al ser parte de la academia. Tenemos que transmitir estas cosas a la sociedad, porque la población no tiene por qué saber sobre explotación de hidrocarburos”.

Vayamos por partes. Para que haya fracking debería haber petróleo. Así que le pregunto qué tan reales son las chances de encontrar petróleo en el norte de Uruguay. “Creo que las posibilidades de encontrar hidrocarburos en el onshore, en el continente, son mucho más bajas que en el offshore, en el mar”, dice. Y enseguida aclara: “Y eso no es un sentimiento, un deseo o una percepción mía. Es que en función del tipo de cuenca, y en función de que para que exista una acumulación de hidrocarburos tienen que darse una serie de elementos y de procesos de una forma conjunta, o sea que tienen que ocurrir todos y cada uno de ellos, entiendo que en el continente es más difícil que esos elementos y procesos se hayan dado para que tengamos una acumulación de hidrocarburos”. Ethel habla con seguridad pero sin arrogancia. Tiene una vasta experiencia trabajando en el tema de los hidrocarburos no sólo a nivel teórico: hace un tiempo ganó un concurso para entrar a ANCAP, en donde trabajó varios años y llegó a ocupar una jefatura en geociencias. “Siento que estuve en un momento de mucha producción de conocimiento en ANCAP, lo capitalicé muchísimo en cuanto experiencia, conocí realidades de distintas partes de Latinoamérica, hice mi tesis de doctorado sobre el offshore... y en el momento justo decidí irme y volver a lo que me gusta”, dice, y cuenta que mucha gente le dice que fue una locura dejar la empresa pública para volver a la Universidad. “A mí me encanta la docencia, me encanta formar profesionales y me encanta investigar. Y lo bueno que tiene la Universidad es que elegís qué investigar”, dice sin ningún rastro de arrepentimiento.

Pero volvamos a nuestro tema: el fracking. Para Ethel las posibilidades de encontrar hidrocarburos en el continente son bajas. Y para quien en cada esquina ve una conspiración, eso podría reforzar la idea de que las compañías petroleras traman algo raro. Y lo raro es el fracking. “Para ver si se puede hacer o no fracking, uno tiene que haber encontrado algo. Y el asunto es que aún no se ha encontrado nada. El fracking es una técnica que se utiliza para explotar una acumulación de hidrocarburos no convencional. Pero esa acumulación no se ha encontrado aún en Uruguay. De hecho, no se ha encontrado aún ninguna acumulación de hidrocarburos, ni convencional ni no convencional”, señala Ethel. Hablando de forma sencilla, explica que una acumulación de hidrocarburos convencional es aquella en la que la roca es permeable y por tanto el hidrocarburo fluye y se puede extraer con una perforación vertical. Por otro lado, en la acumulación de hidrocarburos no convencional, la roca tiene muy baja permeabilidad. El hidrocarburo no puede fluir porque los poros de las rocas no están conectados unos con otros, y entonces lo que se puede hacer es generar esa permeabilidad en la roca para que el hidrocarburo fluya y se pueda extraer. El fracking, que es el fracturamiento hidráulico masivo de la roca, es la forma que la industria petrolera ha encontrado para generar la permeabilidad necesaria y así explotar los yacimientos no convencionales.

El orden parece ser lógico: primero encontrar los hidrocarburos, luego ver cómo se extraen. Pero como no hay nada mejor que preguntar cuando uno no sabe algo, allá voy y le pregunto a Ethel si el fracking podría usarse en una etapa exploratoria, es decir, en la etapa que Schuepbach Energy está ahora en Paysandú. “No, no se usa, no hay ninguna posibilidad”, sentencia. “Uno busca el hidrocarburo con determinadas técnicas, y luego, si lo encuentra, lo explota con otras. El fracking es una técnica de explotación, no se usa en la búsqueda de hidrocarburos porque no sirve, no hay que fracturar nada para saber si tengo hidrocarburos”. Incluso si se encontrara un yacimiento no convencional de petróleo no siempre sería posible extraerlo mediante fracking: “Se tienen que dar otro montón de variables enormes. La roca que tiene la acumulación debe presentar determinada mineralogía y determinado espesor, y la roca por encima de la acumulación de hidrocarburo debe tener determinado espesor y calidad”, cuenta Ethel, y resume: “No es que el fracking se pueda aplicar en todas las circunstancias”.

Si bien uno tiene que hacer las cosas sin estar pendiente de lo que hagan los demás, tampoco es un mal ejercicio ver qué hacen nuestros vecinos cercanos. Brasil, Argentina y Paraguay comparten con nosotros la misma cuenca en la que Schuepbach busca crudo en nuestro país. Si en los países vecinos se hubieran encontrado yacimientos explotables mediante fracking, las preocupaciones estarían justificadas. Sin embargo, la realidad es obstinada: “En toda esa gran cuenca sólo existe un yacimiento de hidrocarburos, que se llama Barra Bonita y está en Brasil. Y es convencional, o sea, que no se utiliza fracking para la explotación”, cuenta Ethel, que además agrega que “el fracking tuvo su explosión en Estados Unidos porque tenían dadas las condiciones tecnológicas y de infraestructura para eso. Argentina tiene uno de los yacimientos de hidrocarburos no convencionales más importante del mundo, Vaca Muerta, ubicado en la cuenca Neuquina. Ahí llevan más de 100 años de explotación de hidrocarburos, pero recién ahora están empezando a evaluar la posibilidad de explotación del yacimiento no convencional, porque para realizar fracking se requiere una infraestructura muy importante. No sólo de carreteras sino de disponibilidad de agua, de arena, y a la vez tiene que ser un yacimiento muy rico para que permita una inversión de ese tamaño”.

Semejante infraestructura debería permitirnos dormir un poco más tranquilos. De aparecer una acumulación de hidrocarburos no convencionales en alguna parte de nuestro país, cosa bastante improbable según los modelos que maneja Ethel, la explotación mediante fracking no se podría hacer de la noche a la mañana mientras todos dormimos con la guardia baja. “Además, se darían cuenta; en el lugar donde fueran a hacer fracking tendría que haber muchísima agua, tendría que haber muchísima arena, serían acopios tan enormes que la gente los vería fácilmente”.

Ethel Morales es entusiasta y habla con pasión. Pero también es una mujer de ciencia, y como tal se maneja con base en datos e información. Por eso, el año pasado, cuando ANCAP anunció que la búsqueda de petróleo offshore, es decir, en alta mar, no había dado resultados, Ethel no se sorprendió: “Cuando supe la profundidad dentro del registro sedimentario del objetivo exploratorio, es decir, la edad, sentí que era un tiempo geológico muy joven. Ellos perforaron un objetivo que tenía una edad del oligoceno, de unos 25 millones de años. Y según los modelos que yo realicé de la cuenca, los objetivos interesantes son al menos cretácicos, o sea, bastante más antiguos”. Lejos de alegrarse por saber que sus modelos eran correctos, Ethel se puso triste: “Hacer una perforación implica tanto trabajo y tanto dinero que íbamos a tener sólo una oportunidad. Creo que como país se nos hubieran abierto posibilidades enormes de haber encontrado petróleo. Sigo creyendo en la cuenca offshore, creo que tenemos posibilidades de encontrar hidrocarburos allí”, asegura.

Pasando raya: para Ethel nuestro país puede que tenga petróleo, pero hay que buscarlo en el mar y a una profundidad cretácica. Según sus modelos de subsuelo, la probabilidad de encontrar acumulaciones de hidrocarburos en Cuchilla de la Pampa (Tacuarembó), Cerro Padilla (Paysandú) o en Cerro de Chaga y Cañada Fea (Salto) son muy bajas. Y mirando el panorama regional, asegura que “en la situación actual en la que está la exploración de hidrocarburos en nuestro continente no hay por ahora y por lo menos por unos 15 años ninguna ventana para el fracking”. Pero al diablo con el continente, en un arranque chovinista le pregunto por casa. “En nuestro país menos. Primero porque no se ha descubierto una acumulación de hidrocarburos. Y si se encontrara, habría que ver las características de esa acumulación. Entonces no estamos hablando de un horizonte relativamente real en un futuro de corto o mediano plazo”.

Me despido de Ethel y me voy pensando en que tal vez preocuparnos por el fracking es un poco como discutir qué ropa interior deberían usar los primeros astronautas uruguayos en pisar la Luna. Ante tres proyectos de ley de varios diputados para prohibir transitoria o definitivamente el fracking, ante pancartas y movilizaciones, uno piensa en la energía, ya que de eso se trata la industria del petróleo, y en el derroche. Nuestro golpeado Uruguay Natural nos precisa alertas, eso es cierto. Pero no gastemos pólvora en chimangos. Primero, porque los chimangos son unas aves preciosas. Y segundo, porque tenemos problemas ambientales mucho más urgentes.

Ethel y el futuro

En un mundo que camina hacia el fin del uso de los combustibles fósiles, uno podría pensar que Ethel, al dedicarse al estudio de los hidrocarburos, se metió en un callejón sin salida y que en breve engrosará la lista de desempleados. Ella ríe. “Creo que hasta que me jubile voy a tener trabajo. En algún momento va a ser el fin del petróleo, en algún momento el hidrocarburo no va a ser el primer energético. Pero no es lo que se refleja hoy en día. Hoy es el principal motor tanto de las economías consolidadas como de las emergentes”.