—Democracia, Democracia es una golondrina que en su romántico vuelo...

—Dale no, en serio, mamá.

—¿Qué querés saber?

—¿Qué es una Democracia?

—Y, la democracia es como, es una, es algo muy importante porque nos da la posibilidad de elegir a nuestros representantes.

—¿Y no era que ningún político sirve para nada?

—Sí, pero bueno, ya habrá alguno que sirva. ¿Por qué me preguntás a mí estas cosas? Preguntale a tu padre que ve el informativo.

—Papá, ¿por qué pasan tantas muertes y gente que se mata en la tele a cualquier hora y en cambio está prohibido que pasen a dos personas desnudas haciendo el amor que es el acto que da vida?

—¡Paaaraá!, preguntame lo que le preguntaste a tu madre, ¿por qué me cambiás la pregunta? No, yo te contesto lo de la democracia. ¿Qué querés saber de la democracia?

—¿Por qué no podemos votar a los que nos dan las noticias?

—¿Qué te pasa? ¿Tas de vivaldi? Abusándote de tus pobres padres porque sos niño índigo, ¿eh? ¿No ves que nacimos en el siglo XX en plena dictadura y guerra fría? Ni un gramo de piedad, ¿no, mocoso? Claro, como el señorito nació en el año que los mayas habían adivinado que la humanidad se iba a iluminar viene a destruir la generación anterior con sus padres dentro para que resulte más sencilla la transición. ¡Pero no, botija! No te la vamos a hacer tan fácil, ¿sabés? Vas a tener que hacernos preguntas más difíciles para poder destruir nuestra capacidad de estar en permanente conflicto como especie y no permitir que en este mundo seamos uno. ¡¡¡Ajajajá, aajajajaá!!! Animate, dale, hacé una pregunta más brava, y te pongo cicuta en la mema. ¡Dale, taoísta del diablo!