“La presencia de refugiados e inmigrantes aumenta los niveles de inseguridad”

De acuerdo al informe “The criminalization of immigration in the United States”, mientras que la inmigración (legal e ilegal) aumentó en ese país, el delito se redujo drásticamente. En el contexto de la campaña llevada adelante por el actual gobierno estadounidense, que intentó (y logró parcialmente) prohibir la entrada a ese país de personas de algunos países de Medio Oriente, esta información resulta más que relevante.

A escala nacional, el Instituto Nacional de Rehabilitación publicó los datos de 2016 respecto de la nacionalidad de las personas privadas de libertad. De un total nacional de 10.195 presos, apenas 258 no son uruguayos; es decir, 2,53% de la población carcelaria. Esta cifra significa que, del total de extranjeros residentes en Uruguay, sólo 0,32% está preso. Entre los extranjeros privados de libertad, 34% eran de nacionalidad argentina, 28% brasileños, 16% paraguayos.

Además, según la Encuesta Continua de Hogares, hay 78.761 inmigrantes en nuestro país; se podría sostener que la afirmación de que la inseguridad aumenta debido a la presencia y llegada de refugiados e inmigrantes no se condice con los datos al respecto.

Personas privadas de libertad. Por nacionalidad, 2016

Estas fuentes nos hablan de la presencia de refugiados e inmigrantes así como de su índice de criminalidad. Sin embargo, se quedan cortas a la hora de correlacionar inmigración con percepción de inseguridad.

El estudio “The relation between ethnic diversity and fear of crime” (Relación entre diversidad étnica y temor al crimen) de Marc Hooghe y Thomas de Vroom, indaga en esto con un enfoque más abarcativo y complejo. Analizando registros policiales sobre criminalidad en Bélgica y con una encuesta a habitantes nacidos en ese país, consultaron qué tan seguros se sentían. Sus resultados indican que más allá de que el miedo al crimen es muy bajo entre los encuestados (0,3 en una escala de 0 a 4), hay una alta correlación entre los sectores de la población que expresan sentimientos antiinmigrantes y quienes tienen un miedo al crimen más elevado, permitiendo suponer que tal idea está presente en la sociedad.

Los casos presentados, incluyendo el de Uruguay, muestran una realidad similar: el porcentaje de inmigrantes que delinquen es significativamente menor que el de la población local, y la inseguridad tiende a bajar. Deberíamos reflexionar, entonces, con respecto a qué de esa “otredad” nos preocupa, qué de esa otra cultura nos inquieta y nos lleva a pensar que sólo por el hecho de que determinada comunidad llegue (de manera voluntaria o huyendo de un conflicto) esto convierta a nuestro país en un lugar más inseguro. Especialmente cuando los datos de criminalidad no indican tal situación.

*Estos artículos se trabajaron en un taller abierto organizado por Cívico y Amnistía Internacional Uruguay, llevado a cabo en la Facultad de Ciencias Sociales el 21 de agosto. En este caso, trabajaron: Sara Bitancourt, Natalia Costa Garate, Sofía Robaina y David Álvarez Lovoo. Cívico es una organización de la sociedad civil dedicada a la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas.

*Estos artículos se trabajaron en un taller abierto organizado por Cívico y Amnistía Internacional Uruguay, llevado a cabo en la Facultad de Ciencias Sociales el 21 de agosto. En este caso, trabajaron: Sara Bitancourt, Natalia Costa Garate, Sofía Robaina y David Álvarez Lovoo. Cívico es una organización de la sociedad civil dedicada a la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas.