Por “megafauna” se conoce al grupo de mamíferos que pululaban por estas tierras americanas hasta hace unos 10.000 años, entre ellos los gliptodontes, los tigres dientes de sable y los perezosos gigantes. Esta gran diversidad de fauna constituye la mayor parte de los fósiles que se encuentran en nuestro país. Un grupo de paleontólogos liderado por Richard Fariña, del Laboratorio de Paleobiología de la Facultad de Ciencias, lleva años trabajando en un sitio ubicado en el arroyo del Vizcaíno, próximo a la localidad de Sauce. Y es allí, en el predio del liceo 2, donde el Centro de Fotografía de Montevideo (CdF), el laboratorio de la Facultad de Ciencias, el Club de Leones de Sauce y el propio liceo organizaron la exposición de fotografías a cielo abierto Megafauna en el arroyo del Vizcaíno.
La exposición está a cargo de los fotógrafos y diseñadores Martín Batallés y Gabriela Costoya y en ella pueden verse fósiles maravillosos como colmillos de los tigres dientes de sable, así como el trabajo realizado durante las excavaciones y en el laboratorio, ya que extraer los fósiles del lecho del río requiere paciencia y esfuerzo tanto en el lugar como en el laboratorio, donde se procede al limpiado, catalogado e incluso escaneado. “La idea de que la muestra esté en Sauce es excelente y cierra más que un círculo, una espiral ascendente”, dice Fariña y explica que en 1997, cuando los primeros huesos fueron recolectados, pasaron primero por una casa de familia y luego, durante muchos años, fueron conservados en el Liceo 2. Incluso la primera colecta de fósiles de 1997 fue realizada por alumnos del liceo orientados por algunos docentes. “Entonces es bárbaro que esto esté de vuelta en el liceo que tuvo tanto que ver, que ahora haya una galería que le devuelve a Sauce la emoción y el entusiasmo extraordinario que sintieron en aquella época con ese hallazgo que fue tan importante”. ¿Se podría vender a Sauce como “la ciudad de la megafauna”? Fariña ríe y dice que está bravo: “Lo que pasa es que hay que competir nada menos que con Artigas. Sé que hay iniciativas de aprovechar el hallazgo desde el punto de vista del turismo cultural y eso me parece muy bueno, pero yo soy paleontólogo, me dedico a colectar los fósiles, conservarlos y estudiarlos, publicar sobre ellos, dar clases y conferencias. Sé que hay interés del Ministerio de Turismo, pero es resorte de la gente que se dedica a eso”.
El sitio paleontológico del arroyo del Vizcaíno es relevante no sólo porque ha permitido recuperar más de 1.000 fósiles hasta el momento, sino porque además Fariña y su equipo afirman que varios fósiles recolectados presentan marcas de cortes que son evidencia de un poblamiento humano mucho anterior a lo que hoy se acepta. El planteo es tan asombroso como controvertido: para afirmar que hace 30.000 años América ya estaba poblada por humanos, se requiere evidencia sólida. Fariña afirma que la tiene: “No sólo han aparecido esas marcas de cortes en fósiles recolectados en 1997 o en 2011, sino que, por ejemplo, ahora en enero fuimos al yacimiento y colectamos nuevos huesos que tienen marcas que, macroscópicamente, tienen las características que dejan las herramientas humanas”.
Fariña es tan entusiasta como precavido: “En ciencia nada es inequívoco, y menos permanente. Pero de acuerdo a la evidencia que hoy tenemos, el origen más probable de las marcas en los fósiles del Vizcaíno es humano. Ya está establecido, tanto como se pueden establecer las cosas en la ciencia”. Sin embargo, además de las marcas en los fósiles, el paleontólogo afirma que hay más evidencia: “Por ejemplo, las regiones anatómicas representadas en el yacimiento. Las partes más difíciles de acarrear por humanos son las que están presentes en Vizcaíno, mientras que lo que es más fácil de llevarse, como los miembros anteriores, tienden a no estar”, dice, sustentando su idea de que en Sauce los humanos tenían una especie de abasto. También dice que el perfil de edades de los animales colectados “corresponde al que se daría por una muerte por caza de humanos, ya que no cazamos a los más débiles, viejos o jóvenes, sino a los más ricos, los más fuertes”. De todas formas, Fariña sabe que para que lo que afirma sea totalmente aceptado hace falta un poco más: “Hay muchas evidencias a favor de que las marcas fueron hechas por humanos y que entonces estaban en América por lo menos hace 30.000 años. Las debilidades radican en que no hemos encontrado herramientas en número suficiente, y eso es un problema que tenemos que explicar de alguna forma”. En junio su idea se juega una parada importante, ya que viaja a París para debatirla en un congreso con expertos europeos en arqueología. Las expectativas son altas: “entonces vamos a poder tener el pulso de cuán convincentes son las evidencias que presentamos, cuáles son los problemas y cuál será el camino a seguir”, afirma Fariña. Cuando le digo que entonces hablamos luego de junio, me advierte que no sea durante el Mundial: “nadie nos va a dar pelota, empezando por mí”. Así que aprovechemos ahora que no se sabe ni la lista de convocados por Tabárez para ver la muestra a cielo abierto en el Liceo 2 de Sauce, Santa Isabel y Francia Pascual de Artigas. Hay tiempo hasta el 31 de marzo.