Teatro del Umbral cumple 20 años y la celebración comienza hoy a las 21.00, en la Casa de los Siete Vientos, con el estreno de Vida íntima de una muñeca, una obra escrita y dirigida por Sandra Massera que promete ser la historia de una obsesión, ambientada durante la Primera Guerra Mundial. En el escenario se encontrarán muñecos, actores (Lucía Calisto, Norma Berriolo, Alain Blanco, Roberto Foliatti, Fabricio Galbarini, Agustina Vázquez Paz, Silvio Flores y Andrea Hernández) y titiriteros (Tamara Couto, Rodrigo Abelenda).

A Massera siempre le interesó la idea de trabajar con muñecos, máscaras y objetos humanizados, explica, sobre todo por su capacidad “fascinante” para relacionar a los actores con objetos inanimados, y así “otorgarles diferentes expresiones, distintos grados de presencia en escena”.

“Se ha dicho que ningún actor o bailarín podría imitar los gestos perfectos de un títere, porque el títere no está contaminado con los gestos y las manías sociales. Aunque no seamos conscientes, ciertos temblores, gestos y actitudes premeditadas nos atraviesan en escena. En cambio, el objeto es lo que es y nada más. Lo que nos atrae es su impavidez, ese estado un tanto trágico de estar siempre igual. Tal vez los muñecos puedan expresar mejor ciertas emociones en estado puro. Marcel Duchamp, al elegir sus ready mades, decía que algunos objetos tienen ‘alma’, y hay que saber conocerla. No se refería a nada místico, sino a la pura esencia de los seres inanimados”, plantea Massera.

Para escribir Vida íntima... se inspiró en el austríaco Oskar Kokoschka, un dramaturgo, artista vanguardista y director que montó “puestas en escena que generaron cierto escándalo en su época, y que en un reportaje, dijo: ‘Frente al amor que sentí por Alma Mahler y la fabricación de la muñeca, creo que sería más acertado dejar el asunto en manos de un autor de ficción. De ese modo se entendería mucho mejor’”.

Cuando fundó el Teatro del Umbral en 1998, Massera apostó por explorar otras formas de trabajo y profundizar en ciertas incursiones que ya había aprendido con el director teatral Carlos Saralegui. “Él nos había hecho pensar en el plano de las acciones corporales como algo muy importante dentro de la estructura de la puesta en escena”, dice. Agrega: “Luego también tuve la oportunidad de trabajar con la directora italiana Lucia Calamaro, que me hizo sentir la fuerza del mundo sonoro que pueden crear los actores en escena”. A todo esto le sumó lo aprendido como estudiante de la Escuela Municipal de Arte Dramático y la Escuela Alambique. Motivada por su formación, desde el comienzo se interesó por la dirección, y en algunos casos se propuso dirigir textos de sus producciones.

Tras 20 años de actividad, Massera ha naturalizado una forma de crear: “Al estar tan acostumbrada a cierto estilo de entrenamiento actoral, nuestra forma de trabajo me resulta neutra y común. Por eso, me sorprende cuando me dicen que nuestras puestas tienen un perfil característico. Por otra parte, trato de adaptar el trabajo físico y vocal a lo que cada texto nos inspira”, dice.

Como parte del proceso, la dramaturga observa que, al montar un espectáculo, siempre comienzan con un entrenamiento corporal, y la creación de “una suerte de código de acciones inspiradas en cada texto. Luego pasamos al decir del texto, aunque en un principio parezca incongruente con las acciones. Lo seguro es que los movimientos de los actores nunca se vuelven completamente descriptivos del plano textual. Eso evita los gestos predecibles y genera una partitura de movimientos inusuales pero que sorprende por otras asociaciones emotivas”.

“Siempre estoy en la búsqueda de nuevas formas y me impresiona lo difícil que es lograr lo que llamo el ‘tono’ de una puesta en escena”, además de mantener el sentido entre el texto y la puesta, pondera Massera. Para ella, la obra “puede ser extraña, irreal, onírica y hasta ambigua, pero debe ser fiel a sí misma, coherente, e invitar a los espectadores a que encuentren un sentido en ese juego” escénico. Su dramaturgia transita un proceso de transformación, advierte, en el que explora cada vez el vínculo entre la ficción del campo del arte, la realidad de los espectadores y las fronteras que se pueden franquear entre estos dos planos.

Desde hoy hasta el domingo 15 de julio, Vida íntima de una muñeca va en Casa de los Siete Vientos (Gonzalo Ramírez 1595), los sábados a las 21.00 y los domingos a las 19.00. Luego se presentará en la sala Hugo Balzo del SODRE por seis funciones, del 20 al 29 de julio. Localidades a $ 350, con 2x1 para Comunidad la diaria.