La portada de jaimeroos.uy, la nueva web oficial de Jaime Roos, tiene un diseño minimalista. Sobre un fondo violeta, descansan la reconocible firma del músico y seis menúes que anuncian contenidos básicos: biografía, letras, discos, las reediciones de Obra completa, audiovisuales y espectáculos. Más abajo, unos iconitos igual de reconocibles confirman que el quinto Beatle terminó de desembarcar en todas las redes sociales, profesional y sistemáticamente, como es la marca de la casa.

Igual que ayer

Antes de hacer clic: es difícil escribir desde el lugar del fanático que no es experto musical. ¿Será una exageración sentir que cada paso que da Jaime Roos es un acontecimiento artístico digno de ese nombre? Por lo pronto, no sería extraño que la nueva web oficial fuera algo más que una recopilación de sus cosas. Pero si fuera sólo eso, ya sería una gran noticia.

La obra de Jaime, popular como es, no siempre ha sido de fácil acceso: la construcción de su masividad fue facilitada en gran medida por las recopilaciones, que no reflejan la estructura de los discos originales ni incluyen todas sus canciones que merecen ser escuchadas, es decir, cada una de ellas (menos “Altos”, una dedicada a los jugadores de básquetbol que es más o menos, la verdad sea dicha).

Pero no hay por qué sobreinterpretar cada cosa que hace Jaime: para eso está él mismo. Es un artista con una autoconciencia y un nivel de teorización sobre la propia obra poco frecuentes. Y aquí “obra” debe entenderse en un sentido mucho más abarcativo que la sucesión de discos.

Para cualquier observador atento, son evidentes las cuidadas decisiones artísticas que hay detrás de los librillos de sus discos, del registro audiovisual de sus espectáculos y hasta del criterio con que elige las entrevistas que da. Esas decisiones han construido un discurso artístico que es a la vez elaborado y un producto orgánico de la ciudad, como los pastitos que crecen en las baldosas. Así ha logrado dialogar, siempre en sus propios términos, con el contexto musical y social de cada época, desde los candombailes que promovió hasta la canonización hípster de los últimos años.

Está escrita una canción

Ahora sí, clic en “Bio”. Allí se cuenta la historia de Jaime y se detallan los premios y reconocimientos que recibió, pero lo mejor no es eso, sino que se detalle la bibliografía. La lista es larga. No sólo se incluyen los excelentes libros de reciente aparición, sino también los difíciles de conseguir, como El sonido de la calle, de Milita Alfaro (1987), un viejo cancionero para guitarra del Taller Uruguayo de Música Popular, o los libros de entrevistas colectivas en los que apareció Jaime. De todos modos, que nadie se afile en exceso: es la lista de los libros, no su contenido.

Pasemos rápidamente al segundo link, “Letras”, porque tengo una reivindicación personal. Nadie duda del talento musical de Jaime, pero no siempre queda claro que es un poeta popular de dimensiones. Sí, algunas letras son de Raúl Castro u otros (podría aclararse en la web, ya que estamos), pero las de Jaime están al nivel de las de cualquiera, tras su aparente sencillez. En la web están todas, con una ventanita a Spotify para escuchar unos segundos mientras se lee.

No es justo pedir a las canciones que funcionen sin música, como si sólo eso les diera carta de ciudadanía en el mundo de la palabra poética, pero a veces eso es una prueba de lo incombustible que son algunos versos, como los de “Pirucho”, aquel tema del Sargent Pepper’s que figura en Mediocampo.

En todo caso, las letras testimonian también las etapas de Jaime, desde las responsables de la fundación mítica de Montevideo hasta las introspecciones más recientes o los excelentes ejercicios de estilo, como la borgeana “Milonga de Gauna”, por decir.

Nunca fuiste al cine

En “Discografía” se puede confirmar el tipo de perfeccionista que es Jaime a la hora de cuidar su obra. Por ejemplo, se registran las recopilaciones, pero no se deja de anotar, como debajo del disco Cantor de pueblo, un sonoro “edición realizada sin conocimiento previo del artista”.

También se incluyen los trabajos que ha hecho como productor artístico. Adriana Varela, Las Tres, el Canario Luna, Roberto Darvin, Trotsky Vengarán y varios más. Los que inventó, los que potenció y los que quizá disfrutó.

El link de al lado hace honor a su desvelo reciente: “Obra completa”. Por suerte, porque permite disfrutar los textos de los no menos perfeccionistas y apasionados Guilherme de Alencar Pinto y Andrés Torrón, aunque los de este último aparecerán “próximamente”.

En “Audiovisuales” figura la lista de películas en las que estuvo involucrado, pero también los videos, como el de “Durazno y Convención”, hecho de apuro para el programa Telecataplúm, que es al mismo tiempo de una linealidad dolorosa y una gloria en la que casi se puede oler el Montevideo de los 80. También figura la filmografía sobre sí mismo, compuesta por la película Hit, en la que se registra un contrapunto glorioso entre Jaime y el Canario sobre el significado de la bohemia. Eso sí, para verla se debe salir a la intemperie y buscarla en Youtube

Por amor al arte

El uso de estos contenidos se adapta a dos perfiles distintos. Para los neófitos o los rooseanos de asado hay un uso muy evidente: es lugar de iniciación en la obra, más allá de los lugares comunes.

En cambio, los del palo podríamos pensar que no hay nada de mayor interés, que no puede quedar anécdota o rareza que ya no hayamos conocido por otra vía. Ya sabemos que el muchacho que vocea en el arranque de “El tambor” (“con fuerza, che”) cobró “a litro [de vino] el segundo”. Aprendimos con Mediocampo, el libro de Andrés Torrón, que el bajo y la batería del comienzo de “Victoria Abaracón” renguean como la abuela (por favor, escuchen eso y ya no podrán no oírlo). Comprobamos la forma en que Jaime puso la semilla de canciones posteriores en Hermano te estoy hablando, o paveamos recordando que en realidad vivía en Convención y Durazno, y que la anécdota de “Candombe del 31” es del 30 (de diciembre). Pero aun así podemos sacarle el jugo a un sitio que permite ir rápidamente a cualquier detalle de cada disco grabado y esperar que se agreguen más datos, como el diseño original de los librillos, de los que se reproduce solamente el contenido.

Y ya que todo está ordenadito, conviene aprovechar para repasar lo menos visible. Explorar Mujer de sal junto a un hombre vuelto carbón, el disco grabado con Estela Magnone en 1985. Escuchar en loop “Duérmase la mamá”, la canción de cuna hecha para la madre, en vez de para el niño, que le escribió a la holandesa Franca Aerts en Para espantar el sueño, el disco de Jaime Roos que más podría sorprender a quienes no lo conozcan. O recordar qué buenas eran “Huayno del ciego”, “Laraira” y “Candombe de Reyes”.

Y entonces, claro

En el repaso de más arriba faltó el link final, “Espectáculos”, que bien podría estar en singular, porque es más bien la venta del próximo recital, Mediosiglo, que tendrá lugar en la sala Adela Reta en agosto. Por un lado, la venta literal: incluye la posibilidad de conseguir entradas. Por otro, la promoción, que no sucede sin explicación a la Jaime.

Este final de la web es un final narrativo, y el propio recital está concebido así, como culminación del relato de cómo se remezcló y reeditó su obra, coincidente con su medio siglo de música. La web lo explica con la precisión del caso, faltaba más: parece que “en febrero de 1970, con 16 años cumplidos, Jaime actuó con su banda liceal Los Robbers en el Club Defensa Agraria de Paso de la Arena”. Para más detalles, “esta fue su primera presentación profesional, como miembros de AUDEM (el gremio de músicos uruguayos) y cobrando un caché”.

El resto es dejar pistoneando a todos los que tengan ganas de volverlo a ver luego de cinco años. No espoilearé, pero el conjunto de 21 músicos que participarán en el espectáculo incluye nombres tan pesados que pueden soportar la presión de que Jaime los defina como “una pequeña filarmónica popular montevideana en donde se contemplarán las corrientes de la murga, el candombe, el tango, la milonga, el rock y el jazz. Esos son los 6 colores presentes en este espectáculo, los colores que piden las 30 canciones que elegí”.

Será el acontecimiento del año, salvo que entre en erupción el Pan de Azúcar. Dicho esto sin ningún fanatismo, desde luego. Y sin caer en la locura de quienes cuentan los días que faltan para el recital. A propósito, son 222.