No son pocos quienes comentan que la campaña para las internas del Frente Amplio (FA) “está chaucha”. Los cuatro precandidatos oficialistas han optado por no criticarse entre sí ni subrayar sus diferencias. Tal situación, que podría cambiar en las siete semanas que faltan para el 30 de junio, tiene motivos obvios y otros que no lo son tanto, así como ventajas y desventajas que resulta interesante considerar.

La aspiración de ser postulado a la presidencia de la República no es la única razón para participar en las internas. Hay también –en todos los lemas– quienes saben que su chance de ganar el premio mayor es escasa o nula, pero buscan mejorar su posición en el escenario político, con miras más o menos ambiciosas. Estas abarcan desde la construcción de un liderazgo nacional a largo plazo hasta el mero logro de más visibilidad, pasando por el fortalecimiento para la negociación con otros actores.

Aunque parezca una perogrullada, hay que recordar que el principal objetivo del FA es ganar las elecciones nacionales. Si bien esto también es cierto para el Partido Nacional, o para la oposición en su conjunto, lo distinto es que muchos de los precandidatos opositores pueden mejorar en gran medida su actual posición política aunque el FA vuelva a ganar, mientras que todos los oficialistas estarían mucho peor que ahora si la oposición triunfara. Y hay que tener en cuenta que los cuatro candidatos del FA ya están mejorando su posición anterior, por el solo hecho de integrar el menú de posibles candidatos, en la primera de las internas sin Tabaré Vázquez, José Mujica o Danilo Astori como aspirantes a la postulación.

En consecuencia, Óscar Andrade, Mario Bergara, Carolina Cosse y Daniel Martínez poseen poderosas razones para pensar en octubre más que en junio, absteniéndose de aquello que podría convenirles en el corto plazo, pero también podría perjudicar a su fuerza política en las elecciones nacionales. A nadie le interesa –digámoslo con elegancia– salivar contra la ley de gravedad.

Además, en el caso particular del FA, la integración de la Convención Nacional que se elige en junio carece de la importancia que tiene para los demás partidos, ya que las decisiones se adoptan en el Plenario Nacional, la Mesa Política y los congresos, cuyas integraciones no dependen de las internas.

Por lo tanto, los precandidatos oficialistas no buscan capitalizar descontentos internos ni atacan a sus competidores, sino que muestran “por la positiva” sus características personales, para ganar apoyos entre esa mayoría de los frenteamplistas que decide en cada ocasión a quién vota. Ni siquiera enfatizan demasiado las propuestas propias; las ahorran, y quien gane en junio no dedicará el segundo semestre del año a la reiteración de las mismas promesas. A la vez, no generan ahora entusiasmos ardientes, ni atraen aluviones de votos a las internas.

El general Liber Seregni, más estratega que táctico y más constructor de frenteamplismo que ganador de elecciones, decía que “importa por sobre todas las cosas la mañana siguiente”. Esta manera de hacer campaña tiene los pros y los contras de aquella máxima.