Aunque a menudo se habla de ella como “la primera pintora profesional” de Uruguay, la obra de Petrona Viera (1895-1960) no había sido, hasta ahora, objeto de una muestra individual de gran tamaño, hasta el jueves pasado, cuando se inauguró Petrona Viera: el hacer insondable en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV).
Las responsables de la curaduría son las investigadoras Verónica Panella y María Eugenia Grau, que trabajaron con el enorme acervo de Viera que posee el MNAV. De ellas, las especialistas seleccionaron 167 óleos y xilografías, que ocupan las salas 1, 3 y 4 del museo.
“Buscamos mover y mostrar ese contingente que en muchísimos casos nunca había salido del depósito para ser mostrado, apelando a un recorrido que sacuda un poco la imagen inmediata de ‘la pintora de recreos’. La curaduría fue muy desafiante, atractiva y también difícil. Supuso un visionado inmersivo por el número y calidad de obra y por el manejo que buscamos en ella, tanto como expresión plástica de una artista tenaz y contundente, como la condición que esta tiene de documento para analizarla”, dice Panella.
En el catálogo, las investigadoras dan cuenta de las paradojas que acompañan a la consideración de la obra de Viera. Fue valorada pero poco estudiada, mencionada y a la vez marginada, referida en relación a otros (su padre fue el presidente Feliciano Viera, o Guillermo Laborde, que fue uno de sus maestros) o a sus peculiaridades biográficas (la sordera infantil como explicación de su arte).
La idea de su obra, además, a menudo se asocia exclusivamente al planismo, ese estilo que se hizo fuerte en la pintura uruguaya de la década de 1920. Panella explica cómo la muestra busca mostrar esa faceta, pero también otras de la artista: “Petrona se vincula al planismo a través del Círculo de Bellas Artes, pero ella no participa directamente de cenáculos, ateneos o tertulias; ella se forma en su casa con maestros particulares. El planismo es una etapa fundamental e interesante de su carrera, pero algo a destacar, y en lo que hacemos énfasis en la muestra, es que Petrona es compleja de encasillar y ‘guardar’ en períodos. En la muestra se ven obras planistas interesantes que son contemporáneas a esa corriente, pero también obras más cercanas a los 30 y 40 en que apela a soluciones planistas a otros temas, como el paisaje, y cronológicamente ya no la inscribirían dentro del auge del planismo. Un poco el espíritu general de la muestra es salir de algunos absolutos respecto de su trabajo. Ella toma temas recurrentes y los aborda con diversas soluciones plásticas, pero también, incluso en el final de su carrera, cuando el planismo es un recuerdo no muy claro en el panorama del arte del Uruguay en los 60, hay recursos en sus naturalezas muertas, formas de aplicar el color, generar las sombras, encuadrar, que remiten a sus primeras etapas, en una circularidad que resulta muy interesante”.
Petrona Viera es, para muchos, un universo a descubrir. “Supone un caso singular. Por un lado es la artista más representada en el acervo del museo, con 1001 obras, y por otro lado no había recibido una revisión de su trabajo de estas características. De cualquier forma, este proyecto no aparece de la nada. El museo ha venido fortaleciendo tanto la presencia de artistas mujeres en la colección permanente, como en muestras puntuales, donde Petrona siempre está representada, y hace dos años se hizo una muestra que la presentaba en una faceta poco conocida, como son sus grabados. Es decir que, si bien la instancia de una individual en el MNAV, monográfica, con obra de la colección del museo, no tiene antecedentes, se puede entender que existió un proceso preparatorio para llegar aquí”, dice Panella.
Ese proceso podría explicar la tardanza en el reconocimiento de su obra. “"Parecería ser una constante en la vida de Petrona, pero también, como planteamos en el texto investigativo que elaboramos para el catálogo, algo que atraviesa una época y el quehacer de las artistas mujeres. La modernidad abre espacios, pero también las trata con mucha dureza, por ejemplo en lo que tiene que ver a nivel de crítica, siempre con un dejo admonitorio o paternalista. En el caso de Petrona se refuerza una particularidad que tiene que ver con la carencia de documentación escrita. No quedan documentos que indiquen cómo pensaba; el español es su segunda lengua en su condición de sorda; apenas tenemos unos rastros en los reveses de obra; las huellas son pocas; el interés por su obra no parece ser fuerte hasta hace unos años... Como se plantea en el dossier de prensa, que te adjunto para que complementes información, siempre parece estar en un punto ciego de ‘interesante pero no lo suficiente’ en relación con otros contemporáneos a los que no se duda al momento de asumirlos ‘maestros’”, explica la curadora.
Petrona Viera: el hacer insondable. Hasta el 24 de mayo en el MNAV (Tomás Giribaldi esquina Julio Herrera y Reissig). De martes a domingos de 13.00 a 20.00. Entrada libre y gratuita.