La pitanga que voló, de Natalia Amacoria y Noelia Mata, se ubica sin ambages en esa categoría amplia que constituyen los llamados libros de información, con una intención didáctica clara y expresa; una expresión firme de esto es la detallada guía que incluye en sus últimas páginas. No obstante, las autoras abordan el tema en cuestión mediante un cuento que funciona como una alegoría de la fuerza de la vida ante los obstáculos.

La anécdota es sencilla: un arbusto de pitanga languidece en un lugar donde la tierra ha ido perdiendo sus nutrientes como consecuencia de la acción humana, pero un pájaro, una saíra castaña que va a comer sus frutos, le promete que llevará su semilla a mejores parajes, algo que cumple con creces, para beneficio de la especie. Lo que se plantea es el choque entre la naturaleza y la acción humana, y cómo la vida vegetal se las arregla para crecer donde sea, con las aves e insectos como conductores que vuelan llevando su simiente.

Definido por las autoras como “un libro sobre la supervivencia”, no reniega de sus fines extraliterarios, al tiempo que regala una historia bien contada con ilustraciones en las que el colorido es protagonista: representa tanto al fruto de la pitanga –cuya maduración podemos seguir observando en sus colores, que van cambiando desde el verde hasta el morado, pasando por el amarillo, en naranja y el rojo– como a las plumas de la saíra. Ave y arbusto son especies autóctonas americanas, que se contraponen al eucalipto, una especie exótica que, traída con fines productivos, al ser plantada en la modalidad de monocultivo deja a la tierra sin nutrientes.

Con la colaboración del pájaro y de insectos como la abeja, la pitanga logra que sus semillas lleguen a mejores suelos. La historia, con el final feliz de la vida que vence, es también un homenaje a la sonoridad guaraní de esos nombres que pueblan el monte nativo, a la importancia de la biodiversidad, y a ese sabor agridulce tan singular de la pitanga. Al final, se incluye un glosario y una guía didáctica en la que se abordan temas como el cambio climático, el monocultivo y el ciclo de las plantas.

En palabras de la autora

“La pitanga es una manera de representar a toda la flora autóctona. Es un árbol muy llamativo, el árbol de Navidad por excelencia: los frutos –en cuyos colores se puede seguir el proceso de maduración– son los chirimbolos. Me pareció una excelente oportunidad de hacerla conocer, con todas sus bondades: por ejemplo, en campaña se hace té con su hoja para los problemas digestivos. La idea es contar la historia mediante la ilustración: elegimos muchos colores, los de la pitanga y los del ave. Si bien hay una intención didáctica, el propósito es contar una historia como hacían nuestros abuelos y sus ancestros, que se transmitían conocimientos de agricultura, de los ciclos de las estaciones… Como maestra pude ver cómo los niños –y los no tan niños– recibimos la información de una manera mucho más fácil a través de la magia que puede suceder en una narrativa”.

La pitanga que voló, de Natalia Amacoria y Noelia Mata. Biofamilias, $ 490.