A principio de la década de los 80, los X-Men eran el supergrupo más popular de las historietas. El relanzamiento llevado a cabo en 1975 y la llegada de Chris Claremont a los guiones pusieron al montón de mutantes jovencitos y sus aventuras de telenovela en lo alto de las preferencias de los lectores.

Como respuesta a esto, desde la vecina DC Comics también reformularon un equipo de superhéroes para adecuarlo a los tiempos que corrían y los afortunados fueron los Teen Titans. Creados (técnicamente, “juntados”) a mediados de los 60, la agrupación estaba formada por los “patiños” de los superhéroes más conocidos de la compañía.

Robin era, por supuesto, el compañero de correrías de Batman. Junto a él estaban Kid Flash (velocista junior), Aqualad (adlátere de Aquaman) y Wonder Girl (hermana menor de Wonder Woman). Tuvieron sus momentos de gloria, pero en 1978 la serie dejó de editarse y sus protagonistas se fueron cada uno por su lado, entendiendo que ya no tenían nada de teens.

Volvieron en forma de fichas

El regreso por todo lo alto se produjo gracias al talento como guionista de Marv Wolfan y los exquisitamente detallados dibujos de George Pérez. Estos jóvenes titanes adolescentes combinaron integrantes del equipo original, algún personaje conocido de la editorial y varias incorporaciones que le dieron frescura a la serie.

En noviembre de 1980, finalmente, salía a la calle (o a las comiquerías) el primer número de The New Teen Titans, que tardaría poco tiempo en establecer a los héroes que lo protagonizaban. Robin, Kid Flash y Wonder Girl fueron de la partida, con Changeling (ex Beast Boy) como otra cara familiar y la incorporación de la alienígena Starfire, la mágica y misteriosa Raven y Cyborg, el joven mitad humano y mitad máquina.

El equipo creativo de lujo comenzó a entregar, mes a mes, historias que combinaban la acción trepidante con los momentos distendidos y el crecimiento de los personajes, en especial los originales. Cuando un superhéroe se vuelve muy popular y aparece en varias series, por lo general los cambios más fuertes se dan en la “serie madre”.

Entre sus primeros villanos se encontraba el demonio Trigon, quien era a la vez el azote de los Titans y el padre de Raven. Es que los Titans también le competían a los X-Men en materia de “telenovela adolescente”. Luego establecerían como gran antagonista a Deathstroke el Exterminador, cuyos hijos también se verían involucrados en las titánicas rencillas.

Trigon fue el villanazo de la primera temporada de Titans, la serie de Netflix (creada para el servicio de streaming de DC). Y su segunda temporada vino con un Deathstroke bajo el brazo. Ese, el imbatible. Ese al que los Teen Titans animados llaman por su nombre de pila y haciendo énfasis en la L: Slaaaade.

Decir cosas feas es asunto grave

Varios elementos característicos se mantienen en esta nueva tanda de episodios. El primero es la abundancia de fucks que pronuncian nuestros simpáticos héroes. Si bien esto podía llamar la atención al principio, uno se va acostumbrando a que, cuando algo les sale mal, profieran introperios a viva voz.

Lo telenovelesco también sigue presente, al igual que el año pasado y, como se mencionaba, está inspirado en la parte más “humana” de la historieta ochentera. Hay acción, filmada incluso mejor que en los primeros episodios, pero nunca faltan la angustia existencial y los secretos que arruinan amistades.

Como todo regreso de una serie, ya no es necesario introducir a quienes la protagonizan, y esto acelera el ritmo de las acciones. Sin mencionar que el primer episodio de esta temporada era, en realidad, el final de la primera. Así que arrancamos por todo lo alto.

Una de las adhesiones más interesantes es la de Iain Glen, el famoso “pagafantas” de Juego de tronos, que aquí se despacha con un Bruce Wayne entrado en años, más cínico que nunca y sin mucha intención de reconectar con sus ex patiños.

Mientras se desarrolla la trama principal con Deathstroke (que atemoriza tanto como su versión de Arrow), también es introducido formalmente Superboy, en su versión de clon de Superman, junto a Krypto. Juntos estarán a cargo de varios momentos graciosos y algunas de las mejores escenas de acción.

La historia irá yendo para atrás y para adelante en el tiempo, trayendo revelaciones que nos permitirán descubrir más detalles del origen de los Titanes, además de amenazar la tensa calma que los mantiene unidos. Todo por un secreto que, hay que decirlo, no era para tanto.

Tiene algunos temillas de ritmo, tanto si se lo maratonea como si se ven los episodios con tranquilidad. Un cliffhanger brutal es evitado durante todo un capítulo, para centrarse en un personaje nuevo. Pero la forma en la que construye un enorme mundo superheroico y el relacionamiento de los personajes sostienen una ficción muy ñoña, no tan violenta como parece a primera vista, y que incluye arcos más o menos definidos para cada uno de los paladines de la justicia.

Y si se quedan con ganas de más, hasta el momento han salido diez tomos que recopilan los The New Teen Titans de Wolfman y Pérez. Garantía de entretenimiento.