Sin medidas de contención

El virus se propaga sin control y los hospitales se llenan de pacientes. Los sistemas de salud colapsan y no pueden atender ni a quienes se infectaron por coronavirus ni a los que tienen otras enfermedades. La viruela vuelve a ser una enfermedad mortal y se lleva a la cuarta parte de la población. Crece el sentimiento religioso en las personas. Se reinstauran el sistema feudal, las quemas de brujas y la siembra con azada. En las escuelas golpean a los zurdos en su mano izquierda cada vez que intentan usarla para curarlos de su enfermedad. Se desinventa la rueda. Los liberales celebran que el Estado no haya intervenido. Isaac Alfie discrepa y advierte que se dejó pasar una oportunidad de oro para impulsar transformaciones más radicales.

Cuarentena selectiva para 50% de la población

La mitad de la población tiene que quedarse encerrada en su casa, por lo que se pasa todo el día mandando audios y memes por Whatsapp. La otra mitad de la población también se queda en casa, porque empieza a revisar el Whatsapp cuando se despierta y termina a la medianoche. La gente pide medidas más enérgicas para que se respeten las decisiones del gobierno. El Ejército se presenta en la casa de quienes no están en confinamiento forzado y los saca a punta de pistola. La gente se queja porque es igual que en la dictadura. Guido Manini Ríos festeja porque es igual que en la dictadura.

Cuarentena selectiva para los mayores de 70 años

Los ancianos dejan de salir a la calle, no reciben visitas de sus familiares y se tienen que pasar todo el día tomando mate dulce y mirando telenovelas. Es igual a cuando no había coronavirus. La población comprende que había estado descuidando a sus viejitos y quiere ir a pedirles perdón, pero no puede por la cuarentena. Cuando termina la epidemia, las familias se reencuentran y viven una jornada cargada de momentos emotivos, lágrimas y abrazos. Al otro día todo vuelve a la normalidad y los ancianos siguen encerrados en sus casas, aunque sus familiares se comprometen a llamarlos por teléfono más seguido. A los dos días se olvidan.

Cuarentena general

Las familias pasan todo el día encerradas en sus casas durante meses. La economía se enlentece hasta la parálisis casi total. Se corta el suministro de alimentos. Los padres empiezan a comerse a sus hijos, pero no porque falte comida, sino porque es la única forma de que se callen. Se legaliza el incesto. La iglesia católica pide que el sexo entre familiares del mismo sexo siga estando penalizado y Casa Grande impulsa una performance virtual en contra del incesto heteronormativo. Miles de universitarios se hacen un body painting con los colores del arcoíris y se mueren intoxicados. Casa Grande pierde sus últimos votantes. Hoenir Sarthou se queda sin temas para su columna en Voces y se dedica al periodismo deportivo. Ha nacido el nuevo Alberto Sonsol.

Apocalipsis

Se suelta a Carmela Hontou para que recorra en Uruguay montada en una scooter. Los científicos no se explican cómo, pero ella se las ingenia para contagiar a decenas de miles de personas sin frenar ni sacarse el casco. Para colmo, cuando se detiene para descansar abraza a todo el mundo y baila lambada con taxiboys jóvenes y saludables cuya vida no corre riesgo, pero les transmiten el coronavirus a sus clientas mayores de 70 años. La población se inmuniza a una velocidad récord y el país se salva de la epidemia. La naturaleza, enfurecida por sentirse burlada, lanza tifones, terremotos y maremotos sobre Uruguay, que matan a 99,9% de la población. El 0,1% restante discute por Whatsapp si la tasa de mortalidad de estas catástrofes naturales es menor o mayor comparada con la de otros países. Levantan Nochebuena con las estrellas por falta de televidentes.