Cuando Gabriel Pereyra fue a entrevistar a Amodio Pérez nos dio una lección de periodismo: para justificarse por estar “revolviendo el pasado”, a pesar de que siempre criticó a quienes lo hacían, sugirió que en esta oportunidad “no tenía más remedio”, y planteó la siguiente comparación: aunque él no era católico, no se perdería la oportunidad de entrevistar al papa. No sé qué tiene que ver esta observación, pero siempre está bueno arrancar una nota tirando una patada y pasando una factura viejísima sin mucha justificación. Es buenísimo para despertar el interés de los lectores. Además, en una de esas el involucrado responde y nos hacemos de unos minutos de fama mediática, tan necesaria para este oficio, que no sabría decir bien cuál es, pero tiene como epicentro el escribir boludeces. Pero ojo, en realidad la anécdota no es tan caprichosa. Viene más o menos a colación porque, a pesar de que todo el mundo debe de estar podrido de hablar del coronavirus, un buen día yo me levanté con ganas de hacerle una entrevista. Y si bien el virus no es Amodio, ni Amodio es el papa, ni yo tengo nada que ver con @gpereyra y no quiero tenerlo, esto que publico a continuación sigue siendo una entrevista. Con toques de crónica, es cierto, pero aclararlo en el título quedaba muy largo.

Sabía que el coronavirus estaba cerca de casa, así que tomé una lupa para poder visualizarlo, además de mi vieja libretita de apuntes y una lapicera, dos objetos que finalmente me tuve que meter en el tuje porque grabé la entrevista en un audio de Whatsapp que me mandé a mí mismo. La cuestión es que iba caminando por el barrio, lupa en mano, cuando escuché que me decían “chst, chst”. Como no veía a nadie, pregunté en voz alta:

–¿Sos vos, Coronavirus?

–No, si voy a ser Kobe Bryant.

–Bueno, pero qué humor negro.

No, momento, vamos a arrancar de otra manera, porque está bien que necesite que la nota se lea, pero hay límites que no da para cruzar, así que voy de vuelta.

Pregunté:

–¿Sos vos, Coronavirus?

–No, si voy a ser Gabriel Pereyra.

Una casualidad increíble. No saben lo que fue mi cara de sorpresa.

–Bueno, nada, necesito que me den bola y quería hacerte una entrevista, o unas preguntas.

–Ta, dale, pero antes de arrancar: ¿vos te pensás que vas a lograr verme con una lupa? Comprate un microscopio, muchacho, o algo más potente. Después dicen que el microbio soy yo.

–Tenés razón –me disculpé–. Lo que pasa es que no es tan fácil acá en Uruguay.

–Bueno, dale, arrancá con las preguntas. Estoy apurado.

–¿Cómo te gusta que te digan, Coronavirus o Covid-19?

–Bueh... ¿Esto qué es? ¿Una entrevista para Arriba gente? Yo qué sé, me da lo mismo, o sea, hoy por hoy no queda nadie que me diga Coronavirus, la única que me llama así es mi mamá. Casi todos me dicen Covid, pero más que nada para hacerse los que saben. Puede ser que algunos amigos de mi barrio me digan Corona todavía, pero no sé, porque mi barrio es en China, así que ya ni nos vemos. Decime como vos prefieras.

–¿Te parece bien que el gobierno envíe proyecto de ley de urgente consideración al Parlamento, pese a la emergencia sanitaria que estamos viviendo por tu posible propagación? Sí (me la jugué: se lo tenía que preguntar).

–Mirá, si yo tuviera una empresa sanitaria le pondría ya mismo “Emergencia Sanitaria”. Tan gileando los plomeros en este país, la verdad, pero, bueno, ellos se lo pierden. También sería tremendo nombre para una banda de punk-rock. Imaginátelo escrito en una pared con el símbolo anarquista en lugar de la última a de Sanitaria. Sí, ya sé, nada que ver, pero quería compartirlo con alguien. Yendo a tu pregunta: por supuesto que me parece bien, yo haría lo mismo. ¿Vos no? Todos están ocupados conmigo y, de bobera, les meten la ley. Para mí está bien. Cualquier político del mundo lo haría. Yo acá medio como que hice eso. Llegué cuando todos los medios estaban ocupados con el cambio de gobierno, y en unos días me los comí crudos. Creo que ahora me pelean por puro revanchismo. Te digo una cosa: que todos los medios ahora hablen de mí cuando al principio ni me daban bola para mí fue una especie de polvo moral, como dice Paco.

–Disculpá, pero ¿conocés a Paco Casal? –le dije, haciéndome el sorprendido.

–Pero claro. Un referente. O sea, no lo conozco personalmente, pero sé quién es.

–Bueno, volviendo al tema: ¿leíste la ley?

–¿Vos estás en pedo? ¿Cuándo querés que la lea? Estoy todo el día yendo de arriba para abajo, no tengo tiempo. Que la lean los que la quieren derogar. Yo la apoyo.

–Se puede decir que sos un virus oficialista, entonces.

–En algunas cosas sí. No en todas, pero me identifico bastante con el gobierno. Me están tratando muy bien, así que no puedo menos que apoyarlo en algunas cosas.

–La última pregunta: vos, como responsable de la paralización de prácticamente todas las actividades, ¿qué preferirías que se retome primero, el fútbol o el ballet del SODRE?

Se quedó pensando unos segundos.

–Mirá, te diría que lo primero, antes que cualquier otra cosa, es la educación.

–Claro, por supuesto.

–Pero te lo diría porque queda bien. En realidad, me chupa un huevo. Con respecto a tu pregunta concreta, creo que hay que ver cómo están físicamente los jugadores y los bailarines. Yo arrancaría por los que estén mejor preparados para retomar. Mis probabilidades de propagación son buenas en cualquiera de los dos escenarios, aunque en el ballet, al ser en un recinto cerrado, tengo más chances.

–Muchas gracias. ¿Algo más que quieras decirle a la gente?

–No, solamente tranquilidad. Calma y tranquilidad. Y que no se crean más esas publicidades de jabones de ropa, detergentes, champúes y ese tipo de cosas que supuestamente matan a todas las bacterias y yo qué sé. Es todo mentira. Hay un detergente lavaplatos que es cinco en uno. ¡Pará, papá, otra que ley de urgente consideración! Si es cierto lo que dice la etiqueta, ese detergente te soluciona hasta el alquiler. Después hay un champú que tiene vitamina A, B, C, D y E. Parece joda. Te tomás una cucharada y no precisás más vacunas. Están locos con las publicidades de las cosas. Perdón, capaz que me fui de tema, pero estaba bueno para decir algo de eso. Gracias por la nota, un saludo para toda la población, especialmente un abrazo enorme a la población de riesgo. Como dice el Pelado, ¡vamo’ arriba!