En estos tiempos de confinamiento, Youtube se vuelve indispensable para ayudarnos a pasar el rato, ya sea desde la computadora, el celular, la tablet o lo que sea que hayan inventado ayer. Pero el problema es que hay tantas cosas que uno nunca sabe por dónde empezar ni por dónde terminar, y al final se vuelve esclavo de las recomendaciones aleatorias de un algoritmo sin alma. Por eso, acá van algunas sugerencias de recitales completos que hay en la más famosa plataforma de videos, como para pasar un buen rato sin tener que preocuparse nada más que por ver y escuchar.

La Vela de cumpleaños

“Esta noche salvo al mundo, / meto charla y no puedo fallar”, canta el siempre optimista Sebastián Teysera, conocido por todos como El Enano de La Vela Puerca, en “El huracán”. Aquella canción estaba entre lo mejor del disco De bichos y flores (2001) y obviamente no faltó en el festejo de los 20 años del grupo, en noviembre de 2016, en el Velódromo Municipal. El recital se grabó para ser lanzado al año siguiente en DVD y doble CD, y también está disponible en el canal oficial del grupo en Youtube (en full HD, con todos los chiches).

La formidable energía de la banda en vivo queda a disposición de casi 30 canciones que hacen saltar, agitar y cantar a las más de 10.000 personas que coparon el coloso de la bicicleta. Además de los hits de siempre –incluido “El viejo”, claro está–, hay varias canciones que tuvieron como plus un músico invitado: “Colabore” (Pedro Dalton), “Llenos de magia” (Juan Casanova) –al que Teysera presenta como “un hermano de la banda”, “Zafar” (Emiliano Brancciari) y “Va a escampar” (Ernesto Tabárez). Para ponerse a tono con el recital se recomienda agarrar cualquier bandera que usted tenga en su casa y agitarla a gusto.

Más que un cantautor

Fernando Cabrera hace varios años que goza de un merecido reconocimiento fuera de fronteras, particularmente en Argentina y España, donde va a tocar dos por tres. En 2016 el cantautor uruguayo fue a la Madre Patria y se presentó por primera vez en Barcelona, en el ciclo Hamaques de Casa Amèrica Catalunya. El concierto –también disponible en full HD– dura 50 minutos y es una muestra de lo mejor de Cabrera en el formato a sólo guitarra eléctrica y voz, que cada vez le calza mejor, desplegando el arte de jugar con la dinámica –las diferencias de intensidad del sonido– acentuando o disminuyendo matices.

El Cabrera que solo bien se lame también juega con los tempos de sus canciones, desarmándolas para volver a armarlas diferentes de las originales. Por ejemplo, en la cada vez más grande “Imposibles” la primera estrofa se vuelve lenta, sin el empuje abrasilerado de la original, y así se transforma en casi una balada, pero con algunos hilos milongueros apenas perceptibles que vuelven más potentes a las palabras: “Hay quienes se creyeron conquistadores, / descubren El Dorado en cualquier rincón”. Cuando Cabrera arranca la segunda estrofa, con el ritmo de casi siempre, la canción ya no puede ser la misma.

Los himnos no faltan: “El tiempo después”, “Por ejemplo”, “Pandemonios”, “Agua”, “Te abrecé en la noche”, más un par de canciones de su último disco de estudio, 432 (2017), que en ese momento aún no había salido. De yapa, Cabrera toca “Río de los pájaros”, de Aníbal Sampayo, acompañado por un tal Joan Manuel Serrat.

Amasijando los Blues

El Checkerboard Lounge fue un diminuto boliche de blues ubicado en Chicago y regenteado por nada menos que Buddy Guy. En 1981 Muddy Waters tocó allí junto con su banda, en una noche que fue filmada y en la que –oh, casualidad– por ahí sentados, entre el público, andaban los Rolling Stones. Empieza el toque, y luego de un par de canciones, Waters, que estaba impecablemente vestido –hasta con corbata–, guitarra Telecaster en mano, llama a Mick Jagger –vestido de equipo deportivo rojo, como si fuera estudiante de Educación Física– para cantar “Baby, Please Donʼt Go”. Después se suma Keith Richards, luego Ron Wood, y así va tomando forma la zapada blusera entre el maestro y sus discípulos –los Stones se llaman así por una canción de Waters–.

La ebullición de la zapada llega cuando todos arremeten con “Mannish Boy”. En los diez minutos que dura la canción pasa de todo: Jagger baila como loco al lado de Waters y le hace contrapunto con la voz hasta que el veterano se envalentona, se pone de pie e incluso le da para pegar saltitos –tenía 68 pirulos en ese momento; curiosamente, varios menos de los que tienen los Stones ahora, que siguen girando–, y al final se suman a cantar Buddy Guy, Junior Wells y Lefty Dizz.

El toque termina con “Champagne & Reefer”, aquella que dice “traeme champagne cuando tenga sed, / traeme un porro cuando quiera volar”. En el video se puede comprobar que si el Departamento de Salud de Estados Unidos caía para analizar a toda esa gente podía encontrar un poco de sangre en el alcohol.

Hago falta

No hay mucho material audiovisual largo como para poder disfrutar de Alfredo Zitarrosa en vivo. Una experiencia que significaba mucho por toda la simbología extramusical –su traje, su pose, su expresión, etcétera–. Por lo tanto, es más que bienvenida esta grabación de más de 40 minutos de una interpretación de 1983 en el programa de televisión Argentinísima, de la vecina orilla –cuando todavía estaba exiliado–, junto a su infaltable cuarteto de guitarras.

“Yo no te puedo entregar / un corazón apagado; / cuando falla el del costado, / no hay nada que conversar”, cantaba don Alfredo en la inconmensurable “Milonga para una niña”, de su primer LP. Pero su corazón siempre estaba bien prendido a la hora de subirse al escenario, como lo demuestra la interpretación de ese clásico y también de “Paʼl que se va”, “Stefanie”, “A José Artigas” y “Adagio en mi país”, entre otros himnos de la música popular nuestra.

Que Dios salve a la reina

Es uno de los recitales más famosos y omnipresentes de la historia del rock, pero siempre se puede volver a disfrutar. Queen haciendo de las suyas, el sábado 12 de julio de 1986 en el mítico estadio de Wembley, en Londres, tocando al palo ante 70.000 personas. Del hard rock riffero de “Tie Your Mother Down”, pasando por el pop con clase de “Under Pressure”, el ritmo irresistiblemente disco de “Another One Bites the Dust”, hasta llegar al momento por excelencia de balada-lacrimógena-que-canta-el-público-y-todos-lloran, con “Love of my Life”. Esta versión, a cargo de Freddy Mercury y la guitarra electroacústica de 12 cuerdas de Brian May, pegó tanto que incluso se hizo más famosa que la original, con piano, del disco A Night at the Opera (1975).

El recital tuvo también algunas rarezas, como la versión de “Tutti Frutti”, original de Little Richard, mitad acústica, mitad eléctrica. Mercury, hay que decirlo, era de los pocos cantantes blancos que podían entonar con swing y soltura aquella famosa onomatopeya del rulo de una batería que sirve de introducción: “A wop bop alu bop, / a wop bam boom”.

Chiche bombón

Hace rato que es un cliché del rock uruguayo, pero no por eso deja de ser una verdad absoluta: el relanzamiento solista de Riki Musso –ex Cuarteto de Nos–, en 2014 –¡pero si parece que fue anteayer!–, fue como el título de su disco: Formidable. No sólo porque se mandó 11 buenísimas y diferentes canciones, sino porque además supo reinventarse y de a poco alejarse del mote “es como el Cuarteto viejo” para sellar un estilo nuevo que es muy Musso, pero sólo de Riki.

El viaje onírico –o de ácido– de “Cabras en el ascensor”, la brasileña, pegadiza y negativa –¿o realista?– “Se acabó lo que se daba”, que cada vez está más vigente, y el ska hard “La estrella del baile” son sólo algunas de esas canciones rikísimas que no tienen mucho parangón en la música uruguaya –y menos en el rock a secas–.

Con sus auriculares en la cabeza, por los que una grabación de él mismo le va tirando las letras de las canciones, se puede ver a Riki Musso en todo su esplendor –es decir, incómodo–, en vivo, junto con su banda, Los Formidables, en el ciclo Autores en Vivo de AGADU. Se podrá comprobar que canciones rifferas como “Chiche bombón” y “Criminal” suenan más rasposas y afiladas. Como si esto fuera poco, tocó dos de El Cuarteto que son de su autoría: “Autos nuevos”, del disco Raro (2006), y “Almejas”, aquella seudocumbia de Barranca abajo (1995) que narra la triste historia de una pareja que vendía almejas con total éxito en un puesto de la rambla y Gallinal hasta que aparecieron las almejas brasileñas y se fueron derecho al título de aquel disco.

Americana

En 1999, a 30 años del por entonces ya mítico festival de Woodstock, se reeditó el evento con casi el mismo éxito de asistencia –cerca de 400.000– personas. Pero, claro, la música –y en particular el rock– en tres décadas ya había cambiado demasiado, aunque el espíritu de relajo nunca se fue. Eso se puede ver en la presentación de casi una hora de la banda californiana de punk-pop The Offspring, a la que a la mitad del toque el público ya le había dejado basura arriba del escenario como para desbordar un vertedero industrial.

En aquel recital el cantante y líder de la banda, Dexter Holland, todavía no había obtenido su doctorado en biología molecular, así que sólo se preocupaba por entretener a las masas con esa voz tan peculiar, dueña de un timbre que sobresale de los instrumentos por más alto que suenen. La banda recién había editado el exitosísimo Americana (1998), así que hay varias de ese disco, como “The Kids Arenʼt Alright”, “Pretty Fly (For a White Guy)” y “Why Don’t You Get a Job?”, pero tampoco faltaron hits del gran Smash (1994), como “Self Esteem” y “Come Out and Play”.

El caballero oscuro

En 1988 Leonard Cohen estaba con todo. Acababa de sacar Iʼm Your Man, el álbum en el que consolidó su sonido de banda, con tintes de new wave, brisas de synthpop y hasta algún guiño disco, pero siempre llevando su voz, 10.000 cigarrillos más grave y profunda que la de su juventud, y su poesía como banderas. La gira europea de aquel disco lo llevó a tocar en el Velódromo de Anoeta, en San Sebastián, España, un país con oídos justos para escuchar el arpegio flamenquero de “Avalanche”, entre tantos otros aires de influencia española que soplan en la música del bardo canadiense. No en vano, en el video de ese concierto, de casi dos horas, se puede ver y escuchar cómo no vuela ni una mosca mientras Cohen interpreta el tema, solo con su guitarra. Sublime.

Clásicos inmortales de su primera época, de trovador folk, como “Chelsea Hotel”, la ya mencionada “Avalanche”, “So Long Marianne” y “Suzanne”, se abrazan con las que en ese momento eran estrenos pero hoy ya integran el dream team, como “First We Take Manhattan” y “Everybody Knows”. Esta última parece tan actual que da miedo: “And everybody knows that the Plague is coming, / everybody knows that it’s moving fast” (“y todo el mundo sabe que la Plaga se acerca, / todo el mundo sabe que se mueve rápido”).