Tenemos un grupo de soldados que por alguna razón que desconocen no pueden morir. O sí pueden morir, pero no saben cuándo ni cómo, ya que hasta la fecha se han muerto de todas las maneras posibles sólo para volver a levantarse, aunque conocen a otros como ellos que en algún momento –y sin que cambiara nada de las otras muchas veces que murieron– se llevaron el corchazo final, esa patinada en el mar, esa caída en el fuego, para –por fin– no volver.

Dotados de una casi inmortalidad, funcionan como una unidad comando experta (y no es para menos: suman como 4.000 años de experiencia entre todos) que se gana el sueldo tratando de no llamar la atención. Pero en estos tiempos de tanta comunicación, esa discreción se vuelve imposible y no falta el malvado avechucho que busque atraparlos para conocer y tratar de replicar el secreto de su longevidad.

Tal es el argumento de The Old Guard, el cómic escrito por Greg Rucka y dibujado por Leandro Fernández, que comenzó su andadura por la editorial Image en 2016. En cierta manera, Rucka revisiona Highlander bajo una impronta personal, pero si bien hay mucho machaque y acción, el ánimo está puesto en las relaciones entre estos cinco “inmortales”, su amistad, sus amores, sus lealtades y cómo el paso del tiempo simboliza muchas otras cosas para ellos.

Si la historia de Rucka funciona de maravilla, se debe al tremendo arte de Fernández, que se pone por completo al servicio de la narrativa, de la trama, y resuelve con la misma prestancia páginas y páginas de diálogo tranquilo o tiroteos infernales que bordean lo gore.

Ya desde su presentación quedaba claro que era un material perfectamente trasladable al cine, y este año Netflix lo hizo realidad.

Lo mismo pero con movimiento

Dado que el guion de la adaptación lo hace el propio Rucka, no es de extrañar lo fiel a la historieta original que es esta versión dirigida por Gina Prince-Bythewood. Netflix viene realizando una constante serie de extrapolaciones de cómics a la pantalla, con mayor fortuna (The Umbrella Academy, Polar) o no tanta (Extraction, The Last Days of American Crime, Warrior Nun), acaso buscando generar un universo propio, que no compartido, de historietas en la pantalla ante el crecimiento futuro de Marvel en Disney+ y las producciones de HBO Max sobre personajes de DC Cómics.

Como sea, aquí la beneficiada es la creación de Rucka y Fernández, que, por suerte, queda más cerca de los buenos ejemplos de adaptación. El equipo de inmortales es liderado por Andy (Charlize Theron) y, como contábamos, todo se complica cuando su secreto se hace público: serán cazados por villanos ambiciosos que buscan descifrar el secreto de su inmortalidad.

No es un argumento especialmente original, pero, igual que en la historieta, lo mejor aquí es la ejecución. Si bien Prince-Bythewood no inventa la pólvora, logra competentes escenas de acción y un ritmo y clima muy similares a los eurothrillers noventeros (Ronin, de John Frankenheimer, por mencionar uno) con sus personajes yendo de aquí para allá por distintos escenarios del viejo continente.

Más allá de las muchas escenas de acción, esta es una historia de personajes, y el elenco integrado por Kiki Layne, Matthias Schoenaerts, Marwan Kenzari y Luca Marinelli hace su parte, respaldando a Theron, quien es la protagonista total y absoluta. Incluso los villanos algo anónimos se ven beneficiados por el buen casting de Chiwetel Ejiofor y Harry Melling (quien desde que fuera el primo malvado de Harry Potter se especializa en personajes detestables). Acaso el mayor cambio, el de dotar de moralidad a los personajes y darles un objetivo bondadoso, es lo que más rechina a quienes leímos el cómic (donde no eran ni buenos, ni malos) demostrando una vez más lo mal que se llevan las grandes producciones con los héroes grises o amorales. Pero en el conjunto esto no afecta. De hecho, el resultado es una competente película de acción y entretenimiento, lo que en este año tan particular, de poquísimos estrenos, es mucho.