La vivienda es un tema pendiente, siempre pendiente. No tenemos políticas claras, no estamos ofreciendo proyectos potentes, que puedan dar vuelta la realidad.
Todo esto parece favorecer la ecuación económica de quienes invierten en vivienda, mientras que disminuye los mecanismos que regulan el acceso de la población a ella y sus condiciones mínimas de habitabilidad.
La región comenzó una multiplicación de movimientos y estallidos sociales que, lejos de ser parte de organizaciones terroristas, responden a la opresión de un sistema que se vuelve cada día más crudo con millones de personas.
Para superar los cuatro millones de visitantes y lograr ingresos de más de 2.000 millones de dólares, más de 1.000 millones por turismo interno, se trabajó mucho y en forma planificada.
En estas dos décadas la regulación pasó de ser el caballo de Troya en el que se escondía la privatización de las empresas públicas a constituir un soporte clave para la construcción de políticas públicas.
La postura de Uruguay en el Mercosur, en estos momentos de convulsión económica mundial, debería ser más integradora, haciendo un llamado a fortalecer el Mercosur y no a flexibilizar.
Somos los trabajadores y trabajadoras –de ayer y de hoy– y también los pequeños y medianos empresarios los que “subsidiamos” al gran capital. ¿Quién habla de esta “solidaridad invertida”?