Camomila es Camila Gancio, por más que en estos tiempos esté toda la familia detrás del proyecto dándole una mano. “Pero ella es la que cocina, la que creó su marca y la que tiene una identidad en el mundo de la pastelería”, recalca su hermana Valentina, una de las rubias que atiende, junto a su madre Grisel, en el café recién terminado de decorar.
Camomila surgió como un juego fonético entre su nombre y el uso de flores comestibles en sus postres. Camomila es otra forma de llamar a la manzanilla.
Una estética pastel, con pétalos y brillos, siempre apuntaló el emprendimiento, que desde 2011 ofrece tortas y postres; por algo ingresar al local es un poco jugar en una casa de muñecas. Su batidora favorita, la primera importante, profesional, era una KitchenAid color aquamarina (un verde agua). Fue gran aliada en casa de sus padres y después, cuando logró mudarse sola y los clientes pasaban a retirar por su puerta, en Tres Cruces, cajas llenas de detalles, se encontraban con que las paredes de la cocina lucían el mismo celeste retro.
Tan ligada está a esa batidora con la que todo comenzó que esa misma fue la pintura que buscó para el lugar físico de Camomila –donde funcionaba el restaurante Cayetana– en combinación con empapelados florales, pequeñas mesas artesanales, hechas con terrazo, junto a impecables butacas en matelassé. Y vasijas, claro, y plantas.
En la infancia, con la abuela materna Teresa, de esas que dicen “yo cocino al tuntún” y no sueltan prenda, las hermanas Gancio aprendieron a hacer de memoria lo que querían comer, y cada diciembre había una noche que se quedaban a dormir en su casa porque las había convencido de que la madrugada ayuda al leudado. Así que se pasaban en vela haciendo pan dulce para toda la familia.
Con el correr del tiempo, la pastelera no sólo experimentó con sabores, formatos y presentaciones, sino que también fue a perfeccionarse a España, primero para formarse y, en una segunda oportunidad, para aprender del trabajo con otros. Lo que buscaba, lo logró: al ver una torta Camomila queda claro que es suya. Se las distingue.
Los postres siguen siendo el centro ahora que además vende un conjunto algo más amplio de “cosas ricas”; el producto para llevar es la modalidad que prima, aunque hay un cálido ambiente para pasar de la mañana a la tardecita. Claro que la propuesta salada es más reducida, ya que está pensada como un complemento: hay croissanes, un grillado de tres quesos, un sándwich de jamón serrano, rúcula y queso, y una tostavocada, es decir, una tostada con palta y huevos revueltos, con aceite de oliva, sal Maldon y pimienta. Para seguir enfocada en los postres y no irse por las ramas, los panificados son de La Cuadra y también se pueden pedir para llevar.
La carrot cake y la red velvet son los caballitos de batalla de Camomila en cuanto a tortas, mientras que entre los postres individuales, el sweetie caramel y el chocosalty caramel valen como insignias. Los macarones, una prueba de técnica, también vuelan: no tienen saborizantes artificiales y van variando entre frutos rojos con o sin violetas, frambuesa, caramelo, chocolate y avellanas, chocolate al 55%, pistacho, limón.
Quien no conozca el producto se dará cuenta de que no es un sitio para pedir una isla flotante o una rogel. Allí se luce la repostería francesa actual, que maneja otra gama de construcciones y sabores, como los entremets, esas tartas espejo hechas de gelificaciones, mousselines, ganaches, glaseados y baños de brillo. Pero a la vez es una cafetería para malcriados perpetuos, y si se espera unos 15 minutos sacan unos scones calientes del horno.
Camomila (Brito del Pino 1057 esquina Libertad) vende lo que tiene en stock y por encargo (en 24 horas, si hay cupo). Todo lo que figura en la carta, incluso el café en vasos ecológicos, es para llevar. Trabajan con Illy y tienen desde espresso ($ 90) hasta capuchino ($ 140); el té es artesanal, Monte, hay cinco variedades y se sirven tanto calientes como fríos; hay jugos naturales (naranja, naranja-piña y limonada) y agua tónica de un emprendimiento nuevo, Platónica. La porción o torta individual, $ 200; las tortas enteras varían entre $ 900 (seis porciones) y $ 2.700 (20). Scones (salados y dulces) y croissanes salen $ 80. Menos los martes, abren todos los días a las 9.00 y cierran a las 19.00, salvo los domingos, que están hasta las 16.00. En diciembre van a empezar a dar clases de pastelería.
Menú de celebraciones
Olivia Saal, la pastelera porteña más conocida por su alter ego La Chica Pájaro, es jefa de pastelería de Mostrador Santa Teresita, reputado punto gastronómico en José Ignacio, y Gaucha estudio la convocó para cerrar el año con un Taller de Encuentros & Celebraciones. Programado para el 30 de noviembre y el 1º de diciembre, será “un shock de preparaciones típicas con toques contemporáneos, que regarán de magia las mesas que compartimos en esta época”. Por consultas e inscripciones escribir a [email protected]
Ipa que ayuda
El Club de Cerveceros Caseros del Uruguay lanzó por cuarta edición su Cerveza solidaria, esta vez a beneficio de la Fundación Álvarez-Caldeyro Barcia, que trabaja con niños prematuros. En la tabla anual, quien queda como cervecero del año en los concursos que enfrentan los socios sabe que habrá una jornada dedicada a producir una cocción para una organización que apoye a los niños. Para colaborar, hay que contactar a alguno de los afiliados del club en cerveceroscaseros.com.uy, que cuentan con stock de estas latas de Ipa color rosa.
Samosas y más
El 3 de diciembre es la nueva fecha que fijó Aparna Soni para su taller de cocina india. Quedan poco lugares y pueden asegurarse al 098 679 822.
Dupla que repite y renueva
“Tradición y evolución en la cocina uruguaya” abordarán Marcelo Cerminara y Adrián Orio, que vuelven a compartir hornallas el 9 de diciembre a las 21.00 en Sucré Salé (Bulevar Artigas 1271, Alianza Francesa). “¿Se pueden revisar las viejas recetas y no traicionar la memoria? ¿Cómo serían los capelletis caruso de hoy? Y el chivito, ¿puede evolucionar?”, pregunta Cerminara. La propuesta es transitar seis pasos tradicionales en dos versiones, la habitual y la imaginada. Las 12 propuestas, incluyendo vino y agua, cuestan $ 1.900. Reservas al 2401 4284 y por el correo [email protected].