Destapar una lata y apreciar el pasaje por barrica en un tannat puede ser desconcertante. Pero por qué no, si se conservan las propiedades del producto y se aflojan los protocolos. Para tomar una copa no hace faltar descorchar una botella, evidentemente, pero el envase es la primera impresión y lo común es asociar el tetrabrik, por ejemplo, con un vino de mesa.

La adopción de un vino en lata de calidad se viene dando en Estados Unidos desde el cambio de siglo, y el fenómeno se constata desde hace rato en países como Italia, Sudáfrica o Australia. Con respecto a la región, en Argentina hace dos años había seis bodegas que enlataban, ahora hay 20, y en Brasil el año pasado había dos y actualmente son 12.

Con toda esa información en la cabeza estaban las enólogas y sommelières Alejandra Trabazo y Valentina Uranga, responsables de LaTiTa Wines, cuando fueron a consultar a otra colega. “Con la primera que hablamos fue con Analía Lazaneo, de bodega Artesana, porque necesitábamos un lugar donde instalarnos para arrancar”, cuenta Uranga.

La idea surgió hace un año y en enero la presentaran al Instituto Nacional de Vitivinicultura, que al mes siguiente las habilitó para utilizar esa presentación. “No vinimos a reemplazar nada, ni el tetra ni la botella”, aclaran; “vinimos a ofrecer un formato diferente, capaz que llegando a más personas con vino fino”. Terminaron envasando recién en setiembre, por causa de un virus del que todos oímos hablar.

El proyecto es inédito en Uruguay: vino fino en latas de aluminio. Otras propuestas utilizan latas plásticas o mixtas que encierran vinos gasificados y saborizados. En este caso el contenedor no transfiere el temido “sabor a lata” al producto, ya que desde hace más de diez años se incluye un baño acerado por dentro de este tipo de latas destinadas a alimentos, que le quita el bisfenol-A, sustancia responsable de ese gusto.

Foto del artículo 'LaTiTa, vino fino en presentación informal'

Entre las ventajas, las emprendedoras encuentran que la lata se enfría más rápido y que no deja pasar la luz, lo que conserva mejor el vino, ya que se reduce la oxidación. Por otra parte, el cierre es hermético, lo que impide el ingreso de oxígeno, que también podría perjudicarlo. Incluso le vieron otro punto a favor: es fácil de transportar.

“Pensando en cómo es la lata, que descontractura, que no tiene esa seriedad que nos parece que llevaba el vino desde siempre, quisimos lanzarlas con vinos de estilo fresco. Eso lo buscamos sobre todo para el blanco y para el rosado, vinos frutados, un poco más fáciles de tomar. Para el primer envasado de tinto sacamos un tannat, que si bien tiene 20% de pasaje por barrica, para ser tannat es un vino bastante ligero, con un toquecito de madera que le da estructura, algo importante para los tintos, especialmente”.

Ahora van a tener un cabernet franc, porque de la primera tanda ya no les queda prácticamente nada. Están envasando más de 7.000 latas, que esta vez son de 330 mililitros. La anterior partida fueron 1.000 litros en 2.000 latas de 500 ml. La intención es seguir después con las dos presentaciones.

“Si bien este envase mantiene el frío, con estos calores creemos que es mejor un recipiente más chico. Otra cosa que nos ayudó a crear LaTiTa fue que en los salones del vino en los que trabajábamos mucha gente nos decía que no consumía vino porque no se quería comprar una botella para una persona sola, que no se la tomaba toda y le quedaba ahí, se le echaba a perder. Y ahora llegamos a la conclusión de que 500 mililitros no es tanto menos que la botella; para una persona sigue siendo bastante, aunque para compartir está perfecta. La de 330 sí es individual, y en el mundo se usan esas o más chicas”. La nueva etiqueta, por otra parte, va a incorporar información como la cepa y la temperatura de servicio.

“Queremos meter en la cabeza de la gente que es un vino fino. La lata lo va a decir: ‘Como el de la botella, pero en lata’”, subrayan.

En blanco presentarán otra variedad, viognier, fresco, con algo de mineral, de acidez marcada, con una sensación láctica o de frutas blancas, señalan. El rosado es de tannat, con una maceración que se le hace antes de la fermentación para extraer compuestos y color. “No se llega a extraer del todo, la elaboración se sigue como en un vino blanco. Entonces, queda un rosado con más estructura y volumen en boca, pero bien fresco, que se puede tomar solo o para acompañar una comida”.

Las enólogas asumen el proceso completo de su producto, desde la elección de vinos de viñedos de Canelones (más adelante aspiran a supervisar la cadena de producción desde la planta) y las decisiones de corte hasta el enlatado con la selladora y el reparto a domicilio.

“Lo que nos han contado es que lo pasan a una copa, no toman directo de la lata”, cuenta Uranga. “Si nos preguntan, para nosotras es lo mismo, aunque estamos a favor de la copa o de estos vasos que hay, tan de moda. Como cualquier otro vino, así se aprecia mejor. Cuando decíamos ‘vino en lata’ la gente tenía un rechazo, pero contando sobre el tema y más que nada cuando lo prueban, es otra cosa. Es un poco más fácil cambiarle la cabeza a la gente joven, pero ya empezamos a encontrar más adultos que lo aceptan”, rematan estas emprendedoras que se han ganado el mote de “Las Titas” o incluso, por extensión, “Las Merello”.

LaTiTa se consigue en Montevideo en El Parral (Casa Camino Verde, Sarandí 326). En Carmelo y Nueva Palmira las vende Retrogusto delivery. En breve van a estar en La Barra, en Maldonado. Envían encomiendas al interior. Por encargos: [email protected] y www.instagram.com/latita_wines/.


Almuerzos en Saint Germain

La panadería Saint Germain (Gestido 2805 esquina Masini), que replica la manufactura francesa desde la materia prima, puso mesas afuera y ahora va por más: desde hoy, además de sus panes y viennoiserie, ofrecerá algunas opciones de almuerzo.

Habrá croissant relleno de salmón ahumado, palta y queso crema, y dos clases de sándwich con baguette tradition, de entrecot, criolla ahumada, salsa tártara, rabanito y hojas verdes, y de bondiola, queso de cabra, pesto y rúcula. El que quiera reducir la cantidad de pan puede optar por las tartine (un sándwich abierto o tostada): de palta, tomate cherry y queso crema, y de jamón crudo, parmesano y queso crema. Los precios rondarán los 300-350 pesos. Así que los clientes pueden ahora comer afuera o pedir para llevar.

Casa Pastora

Casa Pastora

Foto: Pablo Vignali

Otra planta

El miércoles pasado el multiespacio Casa Pastora (Pablo de María, Maldonado y Bulevar España) inauguró la planta superior dedicada a la gastronomía. Desde entonces ahí están funcionando el pub Gallaghers, Burguer Club y el bar de tapas y platillos españoles Ortiz. Además salen los panes y pizzas de masa madre de Iki - Paul Fontaine y próximamente se sumará también una empresa de sushi. Ya en la azotea, se instaló Gato Negro, un refugio para tomarse unos tragos desde lo alto con estilo parisino, apuntan. Abren todos los días de 12.00 a medianoche. Hasta las 20.30 se accede por la proa y luego por Maldonado 2056.

Cumple en el Andorra

Para celebrar sus primeros siete años en la esquina de Canelones y Yaguarón, este sábado Bar Andorra abre al mediodía. DJ Superchango estará musicalizando la tarde a puro vinilo, animación que por el lado de la barra acompañarán con promociones de cerveza Chiripa y vermú Rooster. Busquen el cartel de neón.