Le dicen Cusi pero se llama Ariadna. Vive en Mar del Plata pero es de Misiones. Ariadna Gutiérrez es cocinera, madre de un niño de cinco años y de una niña de tres, a los que consiguió hacer comer poniéndole onda al plato.

Lo que sube en su cuenta de Instagram @soycusi es food art, pero es también una muestra de astucia. Al contrario que la casita de chocolate que Hansel y Gretel devoraban en el cuento de los hermanos Grimm, aquí cada ingrediente simula ser otra cosa: la cebolla morada cortada en plumas pueden ser una flor, una mazorca de maíz, el cuerpo de una abeja, y a veces, sin mucho hiato, un brócoli hace las veces de arbusto (una rodaja de kiwi sirve igual). La mesa se puebla con caras, paisajes, escenificaciones; la comida es un juego que también se come.

Foto del artículo 'El arte culinario de Cusi, o el truco para que los nenes no dejen nada'

“¿Cómo terminé haciendo esto? Estudié la Licenciatura en Tecnología de Alimentos y trabajé unos años en la industria”, empieza a contar Cusi. Al mismo tiempo se iba formando en gastronomía, y con 24 años puso un restaurante en Palermo, Buenos Aires. Al inicio era una casa de té, pero después incorporó clases de cocina y empezó a abrir de noche.

“Fueron diez años ‒se llamaba Cusic‒, y cuando nació mi primer hijo empecé a plantearme la situación, porque yo no era una empresaria gastronómica sino que estaba cocinando, y los tiempos de un restaurante son súper exigentes. Mi marido se unió al proyecto en los últimos años, y ya cuando nació mi hija, dijimos ‘listo’. Además, nos queríamos ir de Buenos Aires por una cuestión de buscar algo más tranquilo para la crianza de los chicos”. Así explica el surgimiento de esta veta que la ayuda en su maternidad a tiempo completo y de paso, la entretiene.

Foto del artículo 'El arte culinario de Cusi, o el truco para que los nenes no dejen nada'

“Cuando el mayor tenía dos años no quería comer y empecé a ver qué podíamos hacer. Con los hijos uno se plantea el tema de los hábitos. Nosotros siempre comimos bastante saludable, pero bueno, nos volcamos al veganismo. Entonces, en todo esto del food art hubo un cambio de alimentación. Empecé haciendo personajes: en realidad convertía la comida, le daba forma. Todo el mundo me dice ‘¿vos le ponés el plato y porque sea Peppa Pig ya come?’ No, la verdad es que fue todo un proceso: mostrarle el arbolito, hacerle el brócoli como si fuera un arbolito, y eso me incitó a mí a buscar otros ingredientes, porque tal vez por la vorágine de la vida, uno siempre cae en los mismos. Me puse a experimentar, y como también dejamos los colorantes de lado, y a los chicos les gustan los colores, probé colorear con productos naturales. Me empecé a copar tanto que ahí es cuando me puse a postear las cosas que hacía: al principio eran sencillas; después se pusieron un poco más sofisticadas. Hoy en día hay platos que hago como quien agarra y borda, pinta, hace alguna actividad que le parece relajante”.

Se perciben distintas categorías entre las vibrantes imágenes: unas más artísticas en las que Cusi recrea Noche estrellada, de Van Gogh, con repollo y berenjena, o Abaporu, de Tarsila do Amaral, con un pepino por cactus y unos cítricos para el sol; otras más lúdicas, con figuras pop, y una plenamente decorativa, como las garden focaccia. “No tengo una técnica, me fluye. Los alimentos son el medio en el que me siento cómoda. Ahora dibujo, empecé cuando mis hijos me empezaron a pedir ‘dibujame un elefante’, y veo las diferencias: el food art es otra cosa, a veces lo hago porque quiero expresar algo, y hay otras, como el mapa de Argentina, que obviamente comemos, pero también es mi forma de que vean la imagen, de que les gusta, y capaz que les enseño algo, las provincias, dónde vive cada pariente”.

Foto del artículo 'El arte culinario de Cusi, o el truco para que los nenes no dejen nada'

Mientras no cuelga fotos de la figurativa mesa hogareña, Cusi cumple con pedidos, como un video paso a paso, que le encargó un restaurante de Chile que quería implementar un menú infantil; hace logos e ilustraciones para un libro para niños que está en proceso y terminó de escribir otro de cocina para pequeños chefs. Cuando se le pregunta por referentes, Cusi dice que son muchos y nombra al vuelo a #harleyfoodart, #samanthaleefoodart e @idafrosk. “Es algo bastante nuevo el food art en Latinoamérica. Me pareció algo lindo para desarrollar y no quería ponerme a subir recetas, hay otras cuentas que lo hacen. Afuera es bastante común y hay muchos estilos: hay mucha mami haciéndole comida con formitas a los chicos, como yo, pero también hay mucho artista que hace piezas con comida. En Argentina hay un grupo que se llama Mondongo que ha utilizado ese tipo de materiales comestibles. A la gente le gusta, en general, pero no le encuentran una aplicación, porque no es lo mismo que la decoración de una torta”.


Guantes a la tierra

Esta tarde a las 14.30 en el vivero Mi Rancho (ruta Interbalnearia, km 21.500, pasando el aeropuerto, hacia el este) habrá una gran venta de plantas de huerta, tierra, semillas y compost. Se armará una huerta orgánica en suelo y en un tanque grande para aprender y divertirse. La ocasión es apta para niños, pero alientan a no olvidar la máscara y llevar bolsas. Por consultas, enviar mensaje de Whatsapp al 094 869 355.

A clase desde Delta del Tigre

Los talleres virtuales son la norma, y junto con ellos las fronteras se tornan líquidas. Chefs como la argentina Juliana López May ya anuncian sus cursos aclarando que se puede participar desde cualquier lugar del mundo. El próximo encuentro global, entonces, será el 1° y 2 de agosto, desde su estudio de cocina en Tigre. El sábado López May hará recetas a los fuegos, pan naan especiado, ensalada de verduras a la chapa, pinchos de cordero y menta, lingote de chocolates y té de menta. Al otro día el menú será dulce, dedicado a la “pastelería de la buena y recetas heredadas”. Habrá baci di Siena, torta de la nonna, manzanas asadas con nueces y cacao y semifreddo de frambuesa y praliné de almendras. Para acceder a los tickets: linktr.ee/julianalopezmay o en @tickethoy.

Sin estudio, pero con vituallas

“La pandemia nos hizo cerrar el local, pero fue lindo ver cómo nos siguieron escribiendo. Es por eso que entendimos que podíamos seguir dándoles lo rico de siempre, pero simplemente levantándolo en otro lugar, cerquita igual”, anunciaron los responsables de Café Estudio, que solía estar en la calle Uruguay, casi Tristán Narvaja (el de los encuentros Fuscafé). Los que extrañen sus alfajores, su torta de manzana, su pastrafrola de dulce de leche, igual que el pan de nuez o la tarta de fiambre, ahora pueden encargarlos por Whatsapp al 099 137 845.

Fermentando ando

Bendita Kombucha ofrece, además de su porroncitos de bebida fermentada, un kit básico de kombucha en casa, para que cada cual la pueda producir y modular a gusto. Incluye un frasco de vidrio de cinco litros con termómetro, scoby con starter, azúcar, la mezcla de té dentro de un saquito de lienzo reutilizable hecho a mano, tela con bandita elástica para taparlo, tiras para medir el pH y las instrucciones para cuidarla en invierno. Montar este pequeño laboratorio del probiótico de moda cuesta $ 1.600, envío incluido a cualquier parte del país. Para pedirlo: linktr.ee/Bendita.Kombucha

Taller de lácteos caseros

El hágalo usted mismo atraviesa un momento glorioso y no deja rincón de nuestra alacena sin deconstruir. La Obrería, por ejemplo, organiza una actividad junto al técnico en lechería Diego Wurth para aprender a elaborar productos lácteos en forma artesanal. En grupos reducidos se transmitirán los pasos para hacer yogur, manteca casera y queso tipo cream cheese. La clase está agendada para el viernes 14 de agosto a las 18.30. Por más datos, escribir a [email protected].

Estrategias contra el frío

Hoy en Proyecto CasaMario (Piedras 625) reciben donaciones de ropa de abrigo de 12.00 a 15.00, mientras cocinan y comparten una tampera (corvina grande, donada por el sindicato de la pesca) a las brasas con arroz.

Curso intensivo de cata

Un taller teórico práctico de dos días seguidos, organizado por el club de vinos Cava Privada, tendrá lugar el martes 28 y el miércoles 29 de julio en el Museo del Vino (Maldonado 1150 esquina Gutiérrez Ruiz). Comienza a las 19.30 con la guía del sommelier y dueño de casa Miguel Etchandy.

Se degustarán cuatro vinos por día (blancos, rosados, tintos jóvenes y de crianza, espumoso natural). Tiene un costo de $ 1.600 o de $ 2.500 si son dos personas. Para anotarse: 2402 2762, [email protected] e [email protected].

Almacén sustentable

El lunes que viene, en Florida, abre Ceibo Almacén, un emprendimiento de las hermanas Mariana y Cecilia Tarigo Lasalvia que pretende imponer un modo de vida sustentable. En plenos preparativos para el arranque, cuentan que el modo de llevarlo a cabo será ofreciendo comestibles a granel, desde harinas varias, legumbres, semillas, frutos secos y deshidratados, pastas secas y condimentos, hasta las leches vegetales (avena, soja, de almendras, de coco y castañas) que ellas elaboran. Además tendrán, en principio, algunos elementos de tocador, copas menstruales y cepillos de dientes de bambú. Pero el diferencial será el embalaje que promueve la tienda, ya que envasan en bolsas de lienzo 100% algodón y en frascos de vidrio. “La idea es que los envases sean reutilizables: con la primera compra vamos a estar regalándolos y en las siguientes intercambiamos: hacés tu pedido, te lo envasamos, pero al momento de entregártelo pretendemos que nos devuelvas los que ya usaste para luego lavarlos, desinfectarlos correctamente y usarlos de nuevo. Con esto queremos reducir al mínimo el uso de envases plásticos de un solo uso, esos que usas y tiras, para reducir la basura que venimos generando en el planeta”.

El mensaje de Ceibo no sólo atañe a Florida, ya que harán envíos a Montevideo “hasta que podamos encontrarle alguna vuelta ecoamigable y afín a la idea a los envíos en el resto del país”. Para ponerse en contacto: [email protected].