Lo que para un uruguayo tiene gusto a vacaciones, para Katiusca Alves es el sabor a hogar: feijoada, pan de queso, quindim. Hace cinco años que llegó al país y dos que lleva adelante Uai Brasil. El nombre es una expresión común en Minas Gerais, que “sirve para un montón de cosas y me gustó el juego, porque Uai y Uruguay se parecen, era una manera de unir”, explica. Hasta ahora hacía todo sola: compras, cocina, negociación, venta a través de redes sociales, limpieza... Al inaugurar un café, esta semana, en el Clube Brasileiro, estrena ayudantes, y la posibilidad de que su producción de platos típicos se multiplique.

Empezó a cocinar por encargo, con la fama de los mineiros en esa área: “Somos campesinos, tenemos mucha tierra, montaña, se hace mucha comida de olla, entonces es un lugar reconocido por la culinaria. Para un brasileño, alguien de Minas Gerais trae calidez, y quise valorar mi cultura con este emprendimiento. Porque es así: mi estado no es muy turístico porque no tiene playas, pero es culturalmente tan rico y lindo, y la gente se lo pierde... Allá decimos Minas Gerais: quem te conhece não esquece jamais”, canta.

“La comida de la que tengo más referencia de allá es del mercado central; son comidas de boteco (de bar), es una culinaria muy simple. Entonces, los mejores cocineros no van a ser chefs conocidos. Rodrigo Oliveira, un referente para mí, es del nordeste, mi madre era de Bahía, y yo también tuve mucha influencia de esa zona en mi vida. Incluso acá tuve que sacar la pimienta de mucha comida, porque mi madre ponía picante. Ese chef, Oliveira, es así, y para mí es una inspiración, porque tiene un trabajo social también, y hace alta gastronomía pero siempre busca valorar la esencia. Por ejemplo, usa una carne que la gente considera que por ser más barata es de menos calidad, pero él transforma esa materia prima”.

Foto del artículo 'Mezcla gustosa: la renovación culinaria del café del Clube Brasileiro'

Foto: Mara Quintero

Tanto lo sigue a Oliveira que hasta compró su tapioquera (una sartén específica para hacer tortillas de tapioca): “Es una persona inspiradora para mí. Mi comida acá tiene cosas de Minas Gerais pero también va a tener mucha cosa del nordeste, de mi madre, mucha mandioca, mucha tapioca, moqueca, aceite de dendé, traer nuestra ancestralidad africana, indígena, porque en el nordeste de Brasil es donde para mí está más la esencia de esos ancestros. Es una mezcla la cocina brasileña, ¿?”, subraya.

De ese menú intenso, la coxinha, especie de croqueta triangular, es el fenómeno. “Si es brasileño, no hay quien no pruebe, pero vi que a los uruguayos no les gusta mucho el pollo, y también hay gente vegetariana a la que quería contemplar. Así que hago coxinha tradicional, hago con catupirí, que es como un requesón cremoso, y coxinha de pizza, que inventé porque mi novio es vegetariano: el relleno es de queso con salsa de tomate. Hago kibe, también, un salgado típico, empadinha, quindim. Hago muchos postres: pastel de maíz con coco y queso, que es de Minas Gerais, pastel de zanahoria con brigadeiro”, detalla imparable.

En cuanto a surtirse de ingredientes, Katiusca Alves asegura que algunas cosas se consiguen a través de importadores, pero que esos contingentes no son continuos, como granulados, chocolates, fécula de mandioca, castanhas do pará. “Hay que hacer una búsqueda fuerte porque muchos productos no hay y otros a veces escasean, suben mucho de precio o desaparecen. Me stockeo, preparádome para otra pandemia, casi”, comenta.

El arranque

Formada en periodismo, aunque nunca ejerció, Alves se fue de mochilera por Brasil, vivió en el nordeste, en Jericoacoara, en Ceará, fue bajando radicalmente y residió entonces en Curitiba, Florianópolis, Pelotas. “En ese proceso llegué a Montevideo, me gustó y me fui quedando”, resume.

Pasaron varios trabajos de oficina que la terminaron de empujar a hacer algo más regocijante: en su caso, cocinar. Ya había vendido tapioca en Tristán Narvaja. La pandemia, el desempleo y la nostalgia de aquellos sabores la llevaron a emprender. “Lo que más extraño de todo de Brasil es la comida”, confiesa.

Foto del artículo 'Mezcla gustosa: la renovación culinaria del café del Clube Brasileiro'

Foto: Mara Quintero

Alves tiene la intención de seguir con los productos congelados, mantener al menos los panes de queso y las coxinhas, ya que se armó una buena cartera de clientes. Así que la apuesta es a crecer y seguir alimentando fiestas privadas con mesas temáticas. En cuanto a la cafetería, ofrece descuentos para socios del Clube, pero está abierta al público, tanto para comer allí como para llevar. Quienes no hayan conseguido ticket para la feijoada inaugural de este mediodía (se agotaron en 24 horas los dos turnos), igual pueden ir a probar la gastronomía brasileña en la tarde.

Uai, Café del Clube Brasileiro, segundo piso (18 de Julio 984, esquina Julio Herrera y Obes) abre de lunes a miércoles de 14.00 a 21.00, y jueves y viernes de 15.00 a 23.00. Quieren ofrecer happy hour con petiscos, una picada brasileña accesible, proyectar partidos, llevar shows musicales. Tapioca $ 180, panes de queso $ 20, ofrecen un espresso ($ 120) de especialidad de Minas Gerais y café colado en la mesa (más barato, a $ 100), budín $ 90, bowl de açaí con granola, banana y mousse de maracuyá a $ 250, la coxinha cuesta $ 120 la tradicional. La novedad es el capuchino brasileño, más denso que el local, ya que lleva leche en polvo y chocolate.