Los espectáculos extranjeros que llegan esta semana a la Sala Verdi tienen en común la pregunta sobre lo que permanece y lo que cambia. Por un lado, la compañía Cie CoBalt, proveniente de Suiza, trae Desdoblamiento, el azar de lo cotidiano, una creación coreográfica y multimedia reciente de Rébecca Spinetti. Directora formada en Italia y Brasil, Spinetti es además pedagoga y suele trabajar asociando la danza contemporánea y la kinesiología. Queda una función de este espectáculo de danza y mapping basado en la teoría del doble, elaborada por el físico francés Garnier-Malet e interpretado por la gimnasta y bailarina Blajaith Aguilar, en un juego de espejos con su colega bailarina y actriz Ilse Orozco.
Desdoblamiento evoca la sensación que sentimos, a veces, de haber vivido una escena o de llegar a un sitio nuevo con la idea de haber estado allí. El déjà vu ocurre en ocasiones con personas que encontramos por primera vez creyendo conocerlas de antes. Esta teoría sugiere que lo que nos rodea se divide, igual que nosotros. Y ese doble que habita en un espacio y un tiempo diferentes puede llegar a coexistir. De ese reencuentro, cauteloso en un principio, desafiante, trata el montaje de apenas 45 minutos de duración, para concluir que integralmente somos sueños.
Clown insistente
Si un pilar de la actuación es el acto de repetir, lo que hace el italiano Paolo Nani es el ejercicio eterno. Sin palabras, valiéndose de lo gestual, lleva 25 años representando La carta, teatro de clown que promete más de una hora de carcajadas. Nacido en Ferrara en 1956, Nani creó La carta en 1992, junto al director Nullo Facchini, como forma de escapar a una carrera actoral dramática.
Su capacidad de “acrobacia facial”, como se la ha descrito, merecía una pieza a medida. Un hombre se sienta frente a su escritorio, toma de una copa, escupe porque no sabe qué es, escribe una misiva para descubrir un rato después que la lapicera no tenía tinta y se va alterado. Estas sencillas acciones recreadas de distintas maneras lo convirtieron en un clásico de la comedia, en el que la misma historia sucede de 15 formas diferentes: primero, “normalmente”, y luego, rebobinando, en clave de western, como película de terror, sin manos, borracho...
Rutina de estilo de aceitado timing, es una seguidilla de gags o un ballet ridículo a cargo de un payaso. Fue un éxito instantáneo con el que Nani devino referente del teatro gestual. Lleva recorridos 37 países y ganó premios como el United Slapstick y The European Comedy Award en Frankfurt. En el millar de funciones que completó el intérprete fue extendiendo el espectáculo, sumándole detalles, como el chicle que una vez encontró debajo de la mesa, y que decidió agregar. También asumió las consecuencias de su margen de improvisación, como cuando la botella que manipula estalló en escena o cuando pegó un salto tan intenso que se quebró una pierna. El Instituto Nacional de Artes Escénicas aprovecha la gira de Nani para organizar un taller, pero las inscripciones ya están cerradas.