La ópera es de 1967 y está basada en la obra de teatro homónima de Florencio Sánchez, estrenada en 1908. La nueva interpretación de Marta Gruni se podrá disfrutar hoy, mañana y también el próximo sábado y domingo. Sobre esta puesta, conversamos con Fernando Condon, director musical de la ópera, y Raquel Pierotti, directora del área Lírica del SODRE.

Estuve revisando cuántas óperas uruguayas hay. Además de Marta Gruni, está El regreso (1972), de Ricardo Storm, e Il Duce (2013), de Federico García Vigil. Hay alguna más, pero no parece ser un género muy cultivado en Uruguay.

Fernando Condon (FC): Está La parisina, que supuestamente es la primera ópera uruguaya, de Tomás Giribaldi [1847-1930], del siglo XIX. Lo curioso es que en esa época las óperas se escribían en italiano o francés.

Raquel Pierotti (RP): Hay otra ópera de César Cortinas [1892-1918], La última gaviota.

FC: Es preciosa y en francés, de principios de siglo. Hay una anécdota con respecto al idioma. En 1892, cuando se cumplieron los 400 años de lo que fuere —no quiero decir “descubrimiento de América”—, se comisionó a varios países para que hicieran óperas específicas referidas al tema, y León Ribeiro [1854-1931] escribió una maravillosa que se llama Cristóbal Colón, pero como estaba en español, los cantantes se negaron a interpretarla, y se hizo unos años después.

RP: Hay óperas brasileñas también, de Carlos Gomes [1836-1896], pero en Latinoamérica la producción operística es muy escasa. Es un género que surgió en Europa y tiene su máxima expresión allí. Además, a los compositores de la época fuerte de la ópera, como [Giuseppe] Verdi, les comisionaban las óperas. Había un acuerdo con el teatro y ya tenían asegurado el estreno; entonces, las cosas se ponían en marcha. Es un trabajo impresionante, y si va a quedar ahí y no se va a ver nunca, hay que pensarlo.

¿Qué significa Marta Gruni para ustedes?

RP: Es una obra interesantísima, que mezcla lo clásico con lo popular de una manera muy eficaz. Y trata un tema muy actual: la violencia en la familia y el machismo.

FC: Es un punto importante en la búsqueda de un lenguaje propio de parte de Lamarque Pons, que empieza después de sus primeras obras, con la Suite de ballet según Figari [1952], que incorpora los tambores en la orquesta con mucha mayor presencia. Y Marta Gruni es una obra muy singular, no existe otra con la que se la pueda comparar. Siempre está la tentación de juntarla con María de Buenos Aires [ópera-tango de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla], que son bastante contemporáneas, pero no corresponde, porque es bastante atípica. Hace 27 años que no se pone en escena en este país. Para una ópera de esa magnitud, que es una obra maestra, es mucho tiempo.

¿Por qué demoró tanto en interpretarse de nuevo?

FC: Por muchas causas. Puede haber justificaciones y excusas. Uno de los problemas más graves que tiene Marta Gruni es la inexistencia de un material musical que facilite que nuevos elencos trabajen sobre la obra. Existe una grabación del estreno, que está en el archivo del SODRE.

RP: Pero nunca se comercializó ni se hizo una grabación en estudio.

FC: Vamos a convencer al SODRE para que lo haga y que edite la obra. Hoy Marta Gruni reúne un montón de características que contemplan una gran demanda para la que hay una muy pequeña oferta a nivel mundial.

¿Llegó a conocer a Lamarque Pons?

FC: Sí, tuve la fortuna de conocerlo personalmente y de participar directamente en la última versión que se hizo con él en vida, en 1981. Era un tipo increíble, con calidez e ironía. Los compositores, cuando van a ver los ensayos de sus obras, a veces son un poco molestos, pero Lamarque iba a todos y se quedaba calladito la boca. Escuchar Marta Gruni es adentrarse en un lenguaje, más allá de que cultives o no la música ciudadana, que es un género que no te es ajeno. Inmediatamente, determinadas fibras íntimas comienzan a vibrar por sí solas, tanto en los músicos y cantantes como en el público.

Quizá esa veta ciudadana pueda acercar a mucha gente que le tiene “miedo” a la ópera...

RP: Claro, justamente el hecho de que haya tango y candombe puede acercar a mucha gente, porque está fuera de lo que es la ópera tradicional. No tiene nada que ver con La traviata [de Verdi], por ejemplo; es una obra teatral musicalizada de una forma muy singular.

Hay un prejuicio de que la ópera es un género elitista. ¿Qué opinan?

RP: Que es completamente infundado. Si ves la cantidad de propagandas que hay de productos muy populares, como autos, que tienen un fondo musical operístico, con “Casta Diva” [aria de la ópera Norma, de Vincenzo Bellini], por ejemplo. ¿Por qué ponen esos fondos sonoros? Porque a la gente le encanta. Es un prejuicio absurdo. Quizá en el pasado se identificaba así porque la gente iba al teatro vestida de etiqueta, pero ahora va de vaquero y hay entradas a precios súper accesibles, así que no creo que esa sea la excusa para no ir a ver una ópera. Además, hoy en día tenemos la facilidad de la traducción mediante una sobretitulación, que antes no existía. Se ha hecho todo para llegar al público.

FC: Además, eso es una constante a nivel internacional. No fue casualidad que hace tiempo Los Tres Tenores [Pavarotti, Carreras, Domingo] llenaban estadios o cerraban la ceremonia de un mundial de fútbol o de un juego olímpico. Eso acercó mucho.

RP: Creo que ha faltado una difusión como la que hace el músico español [Ramón Gener], que tiene un programa que se llama Esto es ópera. Lo explica de una forma muy amena y tiene una gran aceptación por parte del público. Hay que explicar lo que es este género y qué es lo que vas a ir a ver. A lo mejor alguien que nunca fue al teatro piensa “quién sabe qué voy a ver ahí adentro”, pero la música es una cosa muy accesible, porque les llega a las personas a distintos niveles. No hay que ser un erudito ni saber italiano. Produce emoción en el público y eso es lo que buscan el compositor y el intérprete.

¿Creen que en la educación formal debería inculcarse la música clásica?

FC: Sí, ha sido un debe históricamente. Pero igual no se refleja en la cultura musical de nuestro país, porque para la población que tenemos, hay un público “cautivo” importante, en la medida en que lo que se le ofrezca sean productos de calidad. Y no es solamente ofrecer un buen producto sino también tener la capacidad de comunicarlo y que la gente se entere que se está ofreciendo eso. Ahora, yo tengo unos añitos en el tema de la música clásica, y te digo que hay un resurgimiento importante en la juventud. Hay mucha gente joven estudiando instrumentos y el fenómeno de la Orquesta Juvenil [del SODRE] es por demás elocuente.

RP: El coro de niños [Coro Nacional de Niños del SODRE] es impresionante; cientos de niños que aspiran a entrar al coro, es increíble. Y eso es muy bueno para nosotros desde el punto de vista de formar una vocación, porque cuando el canto se empieza desde temprano en la vida, se crea un gusto por él y después seguramente muchos de esos niños van a venir a la Escuela [Nacional] de Arte Lírico para aprender a cantar lírico.

FC: Además, formás público, que es lo que pasa en otras áreas, como el deporte y las artes escénicas, para que mañana seas actor, cantante o jugador de fútbol; si tenés la capacidad, obviamente que el ámbito te desarrolla, pero si no, podés ser público calificado, tanto de un espectáculo deportivo como de un hecho artístico.

Volviendo a Marta Gruni: según la leyenda, la obra original de Florencio Sánchez está basada en una crónica policial.

FC: Sí, pero nunca se pudo confirmar. Seguramente en ese período hubo algún hecho similar. Pero prácticamente todos los melodramas de Florencio tienen que ver con...

RP: Lo curioso de esta obra es que matan a hombres, no a mujeres.

FC: Eso es cierto, nunca lo había pensado. Maltratan a las mujeres, pero las víctimas son “ni uno menos”.