Desde hace 26 años, cada invierno tiene su Divercine. El festival de cine para niños es una oportunidad para chicos y grandes de acercarse a cortos y largometrajes de calidad, provenientes de los lugares más variados del mundo. Este año tendrá lugar en la sala Héctor Tosar del auditorio Nelly Goitiño del SODRE (18 de Julio 930), desde el lunes 24 hasta el sábado 28 de julio, de 13.30 a 16.30 (se divide en tres horarios: a las 13.30, para niños a partir de tres años; a las 14.30, a partir de seis; 15.30, a partir de siete). Además, incluirá una serie de muestras, con entregas de una hora y media de duración, que comenzaron con un adelanto el sábado pasado en el Centro Cultural de España y los sucesivos miércoles en Punto de Encuentro del MEC, y continúan en la sala Zitarrosa, desde el miércoles 19 hasta el sábado 28, a las 10.00 y a las 14.00, y en el shopping Nuevocentro, los mismos días del festival, a las 15.00. La programación completa se puede consultar en divercine.com.uy.

La idea del festival se gestó en Cinemateca Uruguaya en 1991: ante la constatación de que las películas infantiles con que contaba eran pocas y viejas, la institución emprendió la búsqueda de material nuevo, con la mira puesta en la calidad. En ese marco surgió el Primer Festival Internacional de Cine para Niños y Jóvenes Divercine, en 1992. El nombre se lo puso Eloy Yerle, entonces directivo y responsable del curso de cine para niños en Cinemateca, en un juego con las palabras “diverso” y “divertido”.

Se concretó al año siguiente y durante este tiempo ha presentado un promedio de 90 películas de 25 países en cada edición. La sede es Montevideo, pero tiene subsedes en otras ciudades del continente (Rosario y Mendoza, en Argentina; Guadalajara, en México; Lima, en Perú; Santiago, en Chile; La Paz y Santa Cruz, en Bolivia) y viaja con su programación a distintos puntos del interior del país. La programación es seleccionada con rigor técnico y se nutre de films premiados en otros festivales de reconocida trayectoria, obras de artistas de primer nivel y propuestas que llegan “con tanta generosidad como ganas de presentarse ante nuestro público”, apuntan los organizadores. También se incluyen desde el principio programas de televisión y obras realizadas por niños de todo el mundo.

En sus 26 años el festival se consolidó, cambió de sede varias veces, y vive y lucha, con Ricardo Casas a la cabeza y con una misión clara: la formación de público. “No creemos que el ‘pensamiento único’ sea una buena opción para ninguna sociedad. Es así que la apuesta a la diversidad cultural nos resultó siempre la alternativa, sobre todo para chicos que están empezando a ver cine, que están conociendo el mundo”, sostiene. “La capacidad de apreciación se empieza a formar desde que un niño se enfrenta por primera vez a un relato televisivo; cuando ese niño sea un adolescente, lo más probable es que ya tenga una inclinación, gusto o preferencia por cierto tipo de audiovisuales y no por otros y, con toda seguridad, desconocerá absolutamente la existencia de otras posibilidades de narración audiovisual”, agrega. Ahí radica la importancia de brindar una propuesta variada, que refleje nada menos que la multiplicidad de formas de entender y de mostrar la realidad.