Fue Soledad Gilmet la que propuso teñirse de naranja para Carbono 14, el unipersonal que desde el 4 de agosto encarará todos los viernes hasta noviembre en Teatro Alianza. Un monólogo escrito por Pablo Pinocho Routin y dirigido por Coco Rivero, que, entre varios desafíos, implica que Gilmet encarne actitudes de clown y momentos de humor, ninguno de sus palos habituales. “Manejamos como referencias desde fútbol hasta dibujos animados, y la película Valiente tiene mucho que ver, esa niña, con esos rulos, que tiene un mandato y que se rebela”. Y según la actriz, esa nueva imagen se adapta sin más trámites a Tío Vania, pieza con la que continúa en el Circular. “Este pelo convive perfecto, parezco más rusita”.

Llegaste a ser alumna de Coco Rivero, que ahora te dirige.

Con Coco nos conocimos en la EMAD: había egresado el año anterior al que entré y nos encontramos en asambleas y claustros. Trabajó con mi madre [Susana Castro], me dirigió en Medea material, y después participé en un taller con él. También trabajamos como compañeros actores en una versión de Ricardo III, que dirigió Iván Solarich. Hemos atravesado todos los rubros. El año pasado vi Nadie entiende nada, que él dirigió, y cuando salí, fascinada, porque me atravesó todo, me pareció de los mejores espectáculos en mucho tiempo, le mandé un audio y le dije: “¡Basta de hacer cosas copadas y que yo no esté en ellas!”. A los dos meses me estaban llamando para esto.

¿Cuál es el corte vital que le sucede a ese personaje femenino, que desencadena Carbono 14?

Eso sería como contarte que el asesino es el mayordomo. Pasa algo radical, cambia el eje, pero no es un hecho único, somos todo el tiempo vulnerables a lo que nos va pasando, pero a la vez es un fragmento de vida. Pasamos por su infancia, sus sueños, su profesión de actriz.

¿Por qué se pregunta “cuándo empezamos”?

Tiene que ver con el carbono 14, un elemento que se utiliza para saber el origen de los compuestos orgánicos, para datar un cadáver, una piedra, así sea de hace cuatro millones de años o dos meses. Entonces, el “cuándo empezamos” es la bajada, y la pregunta abarca dos cosas: cuándo empezamos a ser como somos y cuándo empezamos a cambiar esas cuestiones de género que tenemos muy adentro.

Este monólogo, escrito por un hombre, habla de “poner en tensión las relaciones de género”.

Llegué a la conclusión de que da lo mismo quien escriba, si hay un ser humano sensible como es Pinocho se pregunta cosas, nos reeduca. Tiene que ver también con la profesión de actores y actrices.

¿Es metateatral? Pinocho ya había reflexionado sobre lo escénico en Murga Madre.

Sí, él tiene ese lenguaje. Es una actriz que tiene que hacer una función cargando con todo, que nos pasa, a veces tenés que ir a encarar algo cuando te pasan cosas que te pueden frenar a la hora de lanzarte.

¿Qué te enseñó tu primer unipersonal, Carta de una desconocida, sobre un texto de Stefan Zweig?

Fue un antes y un después, porque fue la obra con la que volví a Uruguay después de siete años. Hacer una cosa tan larga, sola, me enseñó a perder el ego a la hora de actuar. Aprendí a confiar en que si estás contando el cuento, la magia sucede y el público no se aburre (porque ese era un tema mío). Pero subirte a un escenario canchera es algo que nunca va a suceder, y si sucede, peligro. Subirse a un escenario es riesgo. No, yo voy a dejar la vida en cada función.

Carbono 14, de Pablo Routin, con dirección de Coco Rivero e interpretación de Soledad Gilmet. Estreno: el jueves a las 21.00 en la Sala 2 del Teatro Alianza. Funciones todos los viernes hasta el 17 de noviembre. Entradas: $ 390. Duración: 70 minutos.