“¿Vos pensaste que ibas a tocar la guitarra 50 años? ¡No pensé ni que iba a vivir 50 años!”, responde Julio Cobelli a la pregunta de sus amigos. El guitarrista empezó aprendiendo con su padre, a los 15. Le daba al cielito, la milonga, la música gauchesca y afines; es decir, folclore de aquí, de allá y de todos lados. Cuatro años después, ya andaba jugando en el Barcelona de la música uruguaya, deslizando sus manos al servicio de aquel señor serio de voz grave y de apellido Zitarrosa.

“Empecé a tocar con él a los 19 años y prácticamente no me daba cuenta, porque era muy joven, y Zitarrosa era tremendamente famoso”, dice Cobelli, quien grabó su primer disco con el mito de la música popular uruguaya en 1971. Junto con los violeros Hilario Pérez y Walter de los Santos dieron vida a las seis cuerdas de Coplas del canto, aquel álbum que arranca con el tema homónimo y que también tiene “Señorita Erre”. Cobelli todavía recuerda el profesionalismo de Zitarrosa, hecho carne en las “cientos de horas de ensayos”.

El cantautor les tiraba piques a sus guitarristas para que trabajaran los arreglos. “Él siempre fue el que generaba la idea, y ese fue el sonido que aprendí”, cuenta Cobelli, y se nota al repasar el disco Julio Cobelli interpreta a Alfredo Zitarrosa (2007), disponible en Spotify, en el que el guitarrista realiza versiones instrumentales de don Alfredo. Allí relucen las espléndidas melodías vocales que componía —a veces, el eclipse que provoca la magnánima voz de Zitarrosa no deja ver su enorme sentido para construir melodías—.

En un poco de cinta que quedaba para Coplas del canto, Zitarrosa grabó dos tangos: “Farolito de papel” y aquel que decía “lástima, bandoneón, / mi corazón, / tu ronca maldición maleva”. Cobelli dice que tuvo “la suerte” de grabarlos con él, pero se precisa algo más que suerte para tocar tango con todos los que lo hizo el guitarrista. En la década del 80 llegó a compartir escenario por un momento con Roberto —El Polaco, para todo el mundo— Goyeneche, en el programa Café Concert, de Canal 5.

Para Cobelli, en la actualidad el tango se ha mantenido más que nada por el baile, y muchos cantantes jóvenes le han puesto una impronta “un poco más moderna” al género, que “en algunos casos queda bien y en otros más o menos”. “El tango tiene que seguir y un poco se tiene que renovar, pero siempre tiene que mantener las raíces. No es tan fácil ni cantar ni tocar el tango, como mucha gente joven cree. Algunos dicen: ‘Yo toco mi música, un tango nuevo’, pero en realidad muchos tocan una melodía nueva. El sistema y la forma son de Piazzolla, que fue el que revolucionó el tango, y todavía es discutido”, indica el guitarrista.

En 1982, con 30 años, Cobelli grabó con el argentino Roberto Grela, el Jimi Hendrix del tango, con quien aprendió muchísimo. “Y fue en otras épocas, no como ahora que mis alumnos me filman las clases, y cuando no se acuerdan lo vuelven a mirar. Hace años era mirar, aprender y acordarse, porque era a pura memoria”.

Entre los alumnos de Cobelli están Nicolás Ibarburu y Guzmán Mendaro, que vienen de otro palo, como el rock y el blues, pero les interesa mucho el tango. “Hace ya muchos años que les estoy enseñando, porque uno nunca termina de aprender; ni ellos ni yo”, confiesa Cobelli. Y algunos de sus alumnos estarán también en el espectáculo que el guitarrista dará el viernes a las 21.00, para festejar sus 50 años de carrera, casualmente —o no tanto—, en la Sala Zitarrosa.

Va a haber muchos invitados, pero no todos los que supieron codearse con Cobelli. “En 50 años he tocado con muchísima gente. Si invito a todos, tengo que cerrar la sala cuatro días. Es un espectáculo de dos horas y media”, cuenta. Estarán Larbanois & Carrero, Raúl Castro, Emiliano & El Zurdo, Julio Frade, Toto Méndez, Olga Delgrossi y muchos más. Tampoco faltarán los del palo del rock, como Gabriel Pelufo y Christian Cary.

El rock es un género que Cobelli no ha interpretado porque dice que no lo sabe, aunque alguna vez tocó “alguna cosita” en guitarra eléctrica, pero muy por arriba, ya que no es lo suyo. “Es muy pesada y las cuerdas son muy finitas, tengo miedo de cortarme un dedo. Tendría que hacerme un camino nuevo para aprender con la eléctrica”.