Ayer, en la sala Estela Medina del Teatro Solís, se inauguró la exposición fotográfica Las actrices de la Comedia, un proyecto en conjunto entre el teatro y la Facultad de la Cultura del CLAEH. Se trata de una celebración que, en el marco de los 70 años de la Comedia Nacional, se propone homenajear a las actrices que han integrado el elenco, desde el comienzo, en 1947, hasta el presente, mediante la imaginación y el diseño del consagrado Osvaldo Reyno.

A partir de la investigación de las historiadoras Mercedes Orticochea y Cecilia Pérez Mondino, la muestra recoge instantáneas del trabajo de las protagonistas de esta historia escénica estatal que, al comienzo, apenas superaban la docena, y hoy ya han alcanzado la cincuentena, entre las que se encuentran recordadas figuras como Maruja Santullo, China Zorrilla, Estela Castro, Nelly Antúnez, Estela Medina, Elena Zuasti y Thelma Biral.

Además de esta exposición, las celebraciones incluyen un proyecto editorial: la periodista Fernanda Muslera prepara un libro sobre la Comedia Nacional en el siglo XXI. Editado con apoyo del Instituto Nacional de Artes Escénicas y la Intendencia de Montevideo, el libro será publicado antes de in de año por Ediciones B. Además de la trayectoria reciente del elenco ―el último libro abarcativo al respecto era de 1987: La historia de la Comedia Nacional, de Juan Vanrell)―, la obra tiene algunas entradas históricas, como este fragmento del capítulo dedicado a la actriz Estela Medina, que publicamos como adelanto.

Tímida dama con un pie en el abismo

De ella se dicen muchas cosas y ella, sin embargo, cree que no tiene mucho para decir. Pese a sus más de seis décadas de carrera, a ser considerada una de las mejores actrices del teatro de habla hispana y a la cantidad de reconocimientos que ha atesorado durante su vida, Estela Medina sigue prefiriendo que hablen sus personajes a quitarse las máscaras y ser ella misma quien tenga que aparecer.

A lo largo de una carrera en la que la actriz ha embelesado a su público con interpretaciones llenas de energía, capaces de atravesar el escenario y dejar a los espectadores en estado de profunda emoción, sin duda una de las grandes incógnitas en torno a esta dama es la marcada distancia entre esa mujer inmensa que sale al escenario y la Estela Medina de carne y hueso, aquella a la que le cuesta mirar a los ojos a sus interlocutores, aquella que si es invitada a cualquier evento prefiere recitar un poema ajeno a tener que hablar sobre sí misma. […]

Daniel Espino Lara, miembro estable de la Comedia Nacional, que compartió dos décadas con Medina en el elenco, cree que la actriz “está ubicada en un lugar diferente, porque es diferente”. “Recuerdo que al principio en los ensayos no me animaba a sentarme en las primeras filas como hubiera deseado, porque me inhibía la potencia de Estela, esa energía, esa cosa con la mirada. En el primer reparto que me tocó con ella tenía un pequeño cruce de palabras, ella me miraba y yo durante tres o cuatro ensayos me quedaba sin letra, porque aquellos ojos me taladraban. Yo le decía a Eduardo Schinca: ‘No sé qué me pasa, es como un enamoramiento, pero un enamoramiento casi metafísico’, y él me decía: ‘Lo que pasa es que cuando Estela sale al escenario siempre tiene un pie en el abismo’”.

A Estela Medina no le gustan las entrevistas, y cuando prepara un papel para el teatro se concentra casi exclusivamente en su trabajo. Es por eso que pasaron tres meses hasta que pude reunirme con ella. Las primeras aproximaciones fueron en el verano de 2017, pero Medina estaba preparando un rol muy esperado: el unipersonal Sólo una actriz de teatro, escrito por Gabriel Calderón y dirigido por su gran amigo Levón, que fue estrenado como cierre de la programación del festival de teatro y danza dFeria, en San Sebastián, España, en marzo de este año. Medina estaba nerviosa y no era para menos: la obra cuenta anécdotas de la memoria de la actriz sobre Margarita Xirgu y representa un homenaje a su maestra catalana.


Una vez en la entrevista, Medina se muestra mucho más cercana y abierta de lo que me imaginaba y conversa durante casi dos horas con la mejor disposición. “No sé qué contarte”, dice ni bien nos sentamos, elegante y huidiza como siempre, mientras yo pretendo descubrir quién es esa actriz que lleva décadas intrigando a tanta gente.

Lo primero que me cuenta me sorprende porque es algo desconocido para mí y para gran parte del público teatral: “Yo soy uruguaya pero mis padres eran tucumanos. Ellos me decían que no dijera que era de Argentina sino de Tucumán, que es el jardín de la República. Vinieron en la década de 1920 ya con hijos. Soy la hija que vino después. Eran de una familia muy grande, por eso conozco mucho Tucumán y Córdoba, porque cuando íbamos a Tucumán en ferrocarril pasábamos por Córdoba y nos quedábamos un poquito. La etapa en Argentina nunca la querían recordar porque había unas cosas raras de estafas y nunca explicaron muy bien por qué se vinieron. Yo tenía tres hermanos, ahora están todos muertos, una hermana y dos hermanos. El mayor me llevaba quince años. Eran hermanos que no jugaron conmigo, eran adolescentes y crecí como hija única, porque era todo para mí. Era la más chica y todos me mimaban”. Pese a tener 85 años, Estela Medina sigue conservando algo de jovencita, quizás por el hecho de haber sido la más pequeña.