Circo Fokus Bokus, de la compañía de teatro argentina de origen búlgaro Kukla, vuelve a Montevideo. Esta vez se podrá ver en la sala Héctor Tosar del Auditorio Nelly Goitiño (18 de Julio 930) hoy y mañana en doble función, a las 18.00 y a las 20.00. “Estamos muy entusiasmados porque nos encanta ir de gira, en particular a Uruguay. El público es muy cálido, nos recibe siempre muy bien. Estuvimos en 2011 en el Solís, con la misma obra pero con otro elenco. Vinimos en enero, para Reyes, y nos fue muy pero muy bien: llenamos cuatro funciones”, recuerda la directora, Antoaneta Madjarova. “Es un espectáculo para todo público. Reúne a la familia porque también el circo es una familia. Esto es así desde hace siglos. Creo que los niños en todos los países se ríen de las mismas cosas, y que tanto chicos como grandes disfrutan de las mismas cosas”, agrega.

El espectáculo es una varieté de números circenses que incluye títeres, clown, teatro negro, láser y efectos especiales. “Circo Fokus Bokus recrea la temática del circo. Los clowns son los actores y los artistas circenses son títeres”, describen. “Combinamos la magia de los títeres, del teatro negro y de la iluminación. El teatro negro es una técnica muy bella y muy mágica, porque produce en el espectador la sensación de que los títeres y los objetos se mueven solos, una sensación que también se podría describir como cinematográfica”, agrega Madjarova.

En la obra tiene un papel preponderante la música, que abarca desde el jazz hasta la electrónica y la música circense. La directora destaca, por otra parte, la apuesta al humor, una característica típica del teatro de títeres. “Es un espectáculo que tiene poco texto, en el que es importante la dinámica de cambiar rápidamente en escena, de que las cosas aparezcan y desaparezcan ante los ojos de los espectadores. Optamos por utilizar elementos sencillos pero efectivos en su manipulación: con cosas sencillas intentamos armar un mundo, que es el mundo circense”, señala.

Majdarova intentó conservar la estructura clásica de los circos rusos que veía cuando era niña: “Hay una rotación de los números circenses clásicos –los acróbatas, los contorsionistas, los magos, el domador de leones–, que son interrumpidos por los cuatro clowns que intervienen a lo largo de la obra con sus rutinas”.

El nombre de la compañía, Kukla, significa, precisamente “títere”. El trabajo de estos artistas abreva en una tradición de fuerte raigambre en Europa del Este, que dialoga con el sustrato local. La directora está radicada en Argentina desde hace 26 años, cuando llegó para participar en el festival Con Ojos de Niño y decidió quedarse por unos meses que terminaron por extenderse bastante más. “Soy búlgara y, lógicamente, en mí queda este pedacito de cultura que traigo de mi país. Hay una mixtura de dos culturas a partir de la tradición europea del títere, que es bastante larga: tenemos al gran creador ruso Sergei Obraztsov, cuya influencia llegó a Bulgaria, Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Rumania”, cuenta Madjarova.