Se acerca Halloween, esa festividad tan resistida hasta que descubrimos que nos es igual de ajena que la Navidad o el Día de los Trabajadores. Mientras los niños salen a la calle en busca de golosinas que calmen por un instante la adicción al azúcar, jóvenes y adultos se reúnen a ver películas o series de terror, prefiriendo aquellas ficciones que les hielen la sangre, los hagan saltar del asiento y los dejen con miedo a la oscuridad. Y uno se pregunta, ¿en qué están pensando?

La revista Muy Interesante, bastión de la ciencia for dummies de los 90, afirma que existe una explicación científica sobre la atracción que nos genera asustarnos. Se trataría de un comportamiento contrafóbico, al sentir la necesidad de experimentar aquello que nos aterra. No decía mucho más: recuerden que estamos hablando de la revista Muy Interesante.

Quien escribe estas líneas huye espantado de aquello que lo espanta, pero por tratarse del mes de octubre y por encontrarse acompañado en su casa, decidió enfrentar sus miedos al menos durante diez episodios y embarcarse en el visionado de una serie de miedito que recientemente fue volcada en el catálogo de Netflix.

Se trata de The Haunting of Hill House, que adapta con muchas libertades la novela homónima de Shirley Jackson publicada en 1959, llevada al cine en 1963 y 1999 bajo el título The Haunting, porque no sólo en América Latina se cambian nombres en forma caprichosa. En esta ocasión, el responsable de llevar las hojas a la pantalla fue Mike Flanagan, quien tiene bastante experiencia en la materia. Estuvo detrás de los terroríficos films Ausencia (2011), Oculus (2013), Somnia: antes de despertar (2016) y Ouija: el origen del mal (2016). Lo que se dice un contrafóbico de manual.

Ya tenía experiencia con Netflix, ya que ellos adquirieron los derechos de distribución de su también terrorífica Hush (2016) y de Gerald’s Game (2017), adaptación de la novela de Stephen King sobre la mujer que queda esposada a la cama en una cabaña en medio del bosque. La mayoría de los comentarios sobre sus obras eran favorables, así que los fans del susto se alegraron al enterarse de este nuevo proyecto.

Para aquellos que no sepan inglés o no crean en la veracidad de los títulos, The Haunting of Hill House cuenta la historia de una casa embrujada, pero aprovecha sus diez horas de duración para zambullirse en un drama familiar y hacer que los espectadores se involucren con cada uno de los personajes cuyas vidas están en riesgo.

La familia protagonista son los Crain, dos adorables padres que llegan hasta la casa Hill en compañía de sus cinco simpáticos hijos, con la intención de hacerle unas reformillas y venderla por bastante más dinero del que pagaron por ella. Sin embargo, nada es gratis en la vida, y una fatídica noche dejará secuelas que se arrastrarán durante décadas.

Flanagan y su equipo dedican la primera mitad de la temporada a armar un puzle acerca de lo ocurrido en la niñez de los hermanitos Crain, dedicando un episodio a cada uno de ellos, yendo hacia atrás y hacia adelante en el tiempo y cambiando puntos de vista de los mismos eventos. Al comienzo puede ser un poco confuso si uno le dedica la atención que suele dedicarle a la televisión por estos días, pero para cuando el quinto Crain se coloque debajo del reflector, tendremos una idea bien clara de lo que está ocurriendo.

Como suele ocurrir en esta clase de historias (dicen los que se animan a enfrentarse a ellas con regularidad), los fenómenos sobrenaturales están en función de “fantasmas” bien reales, que aquí serían los secretos que se guardan en cada núcleo familiar y la forma en que estos núcleos enfrentan la adicción de uno de sus integrantes. Claro que, al final del día, en el caso de los Crain todos los secretos y el consumo de heroína están motivados por las presencias fantasmagóricas en la lúgubre mansión y lo ocurrido aquella noche. Todo el tiempo volverán a aquella noche con tanto misterio que no habrá forma de que la explicación final esté a la altura de las circunstancias.

The Haunting of Hill House tiene una gran cantidad de aspectos a destacar, como las actuaciones tanto de los hermanos adultos como los niños, la pobre Carla Gugino como la madre abnegada y Timothy Hutton como el padre que no supo cómo lidiar con adicciones y secretos. El ritmo hace que incluso los episodios que rondan los 70 minutos de duración se disfruten de un tirón. Y en uno de ellos cabe destacar la firuleteada de su director, que construye más de media hora de acción con unos pocos planos secuencia.

Con respecto a los puntos flacos (o menos gordos) de esta ficción, la segunda mitad pierde la originalidad y cierta urgencia de la primera parte. Nos encontramos finalmente con las piezas colocadas en el tablero y se dan demasiadas vueltas hacia un final que, sin vueltas de tuerca ni explicaciones air-tight, parece priorizar demasiado las emociones de los personajes por sobre la trama que mantuvo nuestra atención hasta ese momento. Sin mencionar que sobre el final de la serie se suceden varios discursos explicativos que atentan contra el ritmo.

Y el siguiente elemento no sabría definirlo como bueno o como malo, porque de contrafóbico tengo poco y nada. The Haunting of Hill House no asusta. No aterroriza. No provoca que quieras dormir con la luz prendida. O al menos no lo logró conmigo, pero ya establecimos que mi umbral de miedo es bastante bajo; todavía me acuerdo de la pelotita golpeando los escalones en la película Al final de la escalera y la sonrisa de Damien en La profecía 2 me perseguirá por el resto de mis días.

En toda la temporada hay dos momentos de julepe, provocados porque una figura aparece súbitamente en la pantalla. Después hay situaciones que paran algún pelito de los brazos, pero nada del otro mundo (guiño).

Al priorizar el factor humano por encima del sobrenatural, generar buenos climas y contar una historia interesante, es recomendable para amantes del género de las casas encantadas y los fantasmas acechantes, siempre y cuando no esperen momentos de horror que hielen la sangre. Para eso está mucho más a mano el noticiero.