De impronta ochentera en lo musical –y referencias pop como E.T., Gremlins, Mario Bros y La historia sin fin–, con un rescate de su propia infancia en los 90, e influida innegablemente por el humor y los personajes border de Juana Molina, Nenan Pelenur vuelve a los escenarios con su espectáculo Graciela 2.

Esta actriz que crea y escribe diálogos kitsch y rotos nació en Buenos Aires pero se vino a Uruguay a los 11 años, así que, ante la pregunta sobre el origen, prefiere autoproclamarse rioplatense. La anotaron como Gabriela pero no fueron pocas las veces que confundieron su nombre con Graciela, y desde que tiene Facebook vio que tendían a decirle “Nena”, un apelativo que derivó en el Nenan, a lo Capusotto, a lo “rock’n roll, nenan”. Hace falta decir todo esto para entender por qué Nenan es ahora Nenan, la misma que dio a conocer en 2015 el show Graciela (que no es Gabriela), que retomó en 2017 con Graciela 2, amor a segunda vista, y este jueves 19 de abril por primera vez sacará la cabeza del circuito alternativo para acercarse a otros públicos en la sala Hugo Balzo del SODRE.

Dice que a esta altura Graciela es un concepto que tiene que ver con un estado de ánimo, dentro del que desarrolla estos mundos paralelos de gente destruida, pasada o con poco filtro, acompañada por Natalia Perdomo y con el apoyo de una pantalla gigante vistiendo todo el asunto. Por algo lo presentan como “humor salvaje”. Así surgen estereotipos como Lastri, una limada en situación de calle.

“Son todos raros, los nombres, las voces; compongo personajes y los meto en una situación y son todos llevados a un extremo, manejan mucha crudeza, en el sentido de que trabajan temas que son fuertes y el humor ahí está ácido”, admite Pelenur, que trabaja la risa desde el drama.

“El espectáculo no es una obra teatral, está conformado por diferentes partes, desde monólogos hasta sketches, performances y audiovisuales. No es una comedia, también tiene sus tintes dramáticos, sobre todo Lastri, que habla del abuso de drogas, está súper curtida, tiene una dependencia fuerte con la madre, viene de una ‘buena familia’ y el camino de la vida la llevó a terminar en el horno, a vivir en la calle y alucinar. Después, Yin Jean Coghen es una ironía sobre las charlas TED, es una seudointelectual que quiere explicar cosas y en realidad no está diciendo nada, y tiene una asistente millennial. Y la Nuri es una veterana medio chapada a la antigua, re loca, que tiene un diálogo interesante con su hija, Judith Magdalena, que le confiesa que es gay. También está Auriculares Verdes, que es como un monólogo interior de Graciela”, explica.

Es probable que el proyecto Graciela, que Pelenur viene investigando, complete una trilogía el año próximo, aunque antes de eso se dará el gusto de pasearse por el interior, ampliando las audiencias y siempre probando los límites.