Como premisa, Marianella Morena admite que la escena se ha convertido en un espacio de poder político y erótico porque la realidad está casi en extinción. Desde hace más de dos décadas, la directora y dramaturga ha indagado en relatos que conforman la identidad nacional y la historia reciente, y ha resignificado figuras emblemáticas como Florencio Sánchez, Trinidad Guevara o Shakespeare.

El jueves, a las 20.30 en la sala Zavala Muniz, Morena volverá a interpelar a la tradición desde la estampa de Carlota Ferreira, con Ella sobre ella, un unipersonal interpretado por Mané Pérez (que irá por ocho funciones), que aspira a “un público activo, al estilo y el tono de las raperas contemporáneas”, mientras Carlota “invita a dudar sobre el peso de las herencias y las dificultades para ser libres con las morales impuestas”.

“Carlota Ferreira desafía la moral de su época con una sexualidad libre en un Montevideo pacato. La transición trabajada es desde qué lugar hoy habla un personaje como ella, a quién le habla, y qué significa eso en el lenguaje teatral”, plantea la directora a la diaria. De este modo, así como su obra Las Julietas marcó un punto alto en la búsqueda que venía desarrollando en piezas anteriores, y Trinidad Ladrón de Guevara se transformó en un relato visceral sobre la memoria de la actriz, madre y revolucionaria, Ella sobre ella se presenta como un trabajo escénico realizado a partir del diálogo entre el personaje histórico y el contemporáneo, “estableciendo un puente con la historia, el arte, las mujeres, las reglas y morales, el erotismo y las convenciones que pautan una época, y que una mujer se anime a desafiarlas. Conocemos su imagen porque el ‘pintor de la Patria’, Juan Manuel Blanes, la inmortalizó, pero es su ojo sobre un cuerpo, es la mirada de un hombre sobre una mujer”, dice, sobre todo teniendo en cuenta que “ningún artista es objetivo”, y que el arte es eso: “transformar la realidad para crear universos paralelos”.

Por eso, este monólogo “transita por diferentes técnicas contemporáneas que van desde las teatralidades, la música, la performance, el show y la representación de las charlas TED y las artes visuales. Trasladamos su irreverencia al acontecimiento escénico”, concibiéndolo como un acto erótico, político, vivo y cuestionador, que utiliza “los recursos al servicio del relato y la actriz”. “Con un público activo, al estilo y el tono de las raperas contemporáneas, ella nos invita a dudar sobre el peso de las herencias y las dificultades para ser libres .¿Qué hago para seducirte, para convencerte? ¿Cuál técnica, cuál disciplina? ¿La performance art, danza, discurso o campaña electoral? ¿Me desnudo, o te ofrezco sexo, un negocio o un contrato?”, analiza la dramaturga.

A partir del trabajo y las investigaciones escénicas, las creadoras lograron desentrañar las múltiples capas del personaje, que luego dieron pie a las técnicas, los cambios y los quiebres del lenguaje. Con respecto al proceso, Morena plantea que, en verdad, no “hay nada más promiscuo y libre que la escena”, precisamente porque establece “formas para luego destruirlas”, a la vez que se cuestiona sobre el tiempo y sus prácticas. Por eso, cree que trabajar con materiales previos –ya sean clásicos teatrales, música o audiovisuales– es un camino generoso, sobre todo porque cuando uno “conversa con ellos, con mucha velocidad lo muerto queda en evidencia; no es necesario hacer un diagnóstico para ver qué sobrevive y qué no. Es un ejercicio sobre qué es presente y qué no”.

A lo largo de su carrera, Morena ha trabajado con mujeres uruguayas –además de Trinidad y Carlota–como Elena Quinteros y Delmira Agustini. Al pensar en esa continuidad, dice que con Quinteros y Guevara trabajó la soledad, el estar sola en el escenario, “en un mundo que no te comprende, porque estar adelantada es una de las formas más dolorosas de la soledad, y es un punto en común que me interesa iluminar,pensarlo en conjunto”, advierte.