Avengers: Infinity War exige tanta atención del espectador para seguir los pasos de sus docenas de protagonistas que posiblemente se hayan perdido un guiño, un “huevo de Pascua”, como dicen en el norte, que apenas se vio en pantalla durante una fracción de segundo. Dentro de la guarida del Coleccionista (interpretado por Benicio del Toro) se encontraban una multitud de criaturas atrapadas en celdas. Y una de ellas era un ser humano completamente azul y con pantalones cortos de jean. No se trataba de la villana Mystique (Disney todavía no terminó de recuperar a los X-Men), sino un ex terapeuta devenido en actor amateur, personaje secundario de una de las mejores comedias televisivas de este siglo.

Pero ¿qué tiene que ver Thanos con Tobias Fünke? Que los directores de Infinity Wars, Joseph y Anthony Russo, dirigieron 14 episodios de Arrested Development, la serie creada por Mitchell Hurwitz, incluyendo su brillante piloto.

Retrocedamos 15 años, a cuando el Universo Marvel era sólo un sueño y por la gran pantalla desfilaban Ben Affleck como Daredevil y Eric Bana como el increíble Hulk. En noviembre de ese año, la cadena Fox estrenaba la mencionada serie, con un plantel de estrellas (o más bien, futuras estrellas) que incluía a Jason Bateman (Zootopia), Will Arnett (Bojack Horseman), David Cross (Mr. Show), Portia de Rossi (Ally McBeal), Michael Cera (Juno), Tony Hale (Veep), Jessica Walter (Archer) y Jeffrey Tambor (Transparent).

La premisa, resumida en los primeros segundos de cada episodio, es muy sencilla: “la historia de una familia acaudalada que lo perdió todo, y del hijo que no tuvo más remedio que mantenerlos unidos a todos”. El grupo humano en cuestión se apellida Bluth y la pérdida de todo se debe a las maniobras fraudulentas de su pater familias, el corruptísimo George Senior (Tambor). Cual Royal Tenenbaum de poca monta, este empresario ha criado a cuatro hijos defectuosos, aunque uno de ellos será lo suficientemente responsable como para ponerse la familia al hombro, asumir el control de la empresa de construcciones y lidiar con las demandas de sus parientes. Este rol queda en manos de Michael (Bateman), el más cuerdo o el menos loco de los hermanos. Mientras intenta criar sin ayuda a su hijo George Michael (Cera), soporta al mago de pacotilla Gob (Arnett), la superflua Lindsay (de Rossi) y el aniñado Buster (Hale), quien no ha logrado despegarse de su madre, la gélida Lucille (Walter).

A lo largo de una primera temporada de 22 capítulos (eran otros tiempos), supimos que Michael también tenía su costado oscuro, que lo de Gob no eran trucos sino ilusiones (“truco es algo que una prostituta hace por dinero”) y que el marido de Lindsay, Tobias Fünke (Cross), sufría de una extraña enfermedad que le impedía estar desnudo por completo. De ahí los pantalones cortos de jean. La pintura azul también tiene su divertida explicación.

La siguieron otras dos temporadas de 18 y 13 episodios, cuyos elementos fundamentales que la hicieron favorita de los críticos estuvieron siempre presentes: un impecable ritmo en los diálogos, humor de repetición, actores invitados (tantos que merecerían un par de párrafos) y los silencios, esos silencios en los que los actores decían más con la mirada que en monólogos enteros de otras series.

Arrested Development contó desde su primer episodio con el recurso del narrador, ejecutado por el mismísimo Ron Howard, productor ejecutivo de la serie y director de tantas películas que merecerían otro par de párrafos; este mes se estrena su Han Solo: Una historia de Star Wars. Según contó a IMDb, esa voz que suele complementar los chistes, en especial cuando contradice a los personajes, fue grabada de manera provisoria mientras se testeaba el piloto. Hurwitz lo llamó unos días después y le dijo: “Bueno, el show pasó la prueba realmente bien. El narrador fue lo que más les gustó. Tenés que hacer la serie”. Y, al igual que Michael Bluth, no tuvo más remedio.

Como ocurrió tantas veces, el clamor de crítica no se correspondió con buenos niveles de audiencia, y Fox le bajó el pulgar luego de su tercera tanda de episodios. No importaba lo que dijera George Senior: para ellos no había dinero en el puesto de bananas. El año era 2006 y Netflix todavía se dedicaba al alquiler de películas en DVD a través del correo. Eran muy pocas las series que volvían de la cancelación. El ejemplo más notable sería Padre de familia, también decapitada por Fox (en 2002), que regresó a la vida en 2005, luego de que explotaran las repeticiones a través de Cartoon Network. Futurama, otra víctima de la cadena en 2003, tendría tres temporadas más en Comedy Central a partir de 2008.

La familia Bluth tuvo que esperar algunos años más. Para entonces, los videoclubes comenzaban a desaparecer y Netflix tenía la loca idea de ofrecer contenido a demanda. En 2012 comenzó a filmarse lo que se transformaría en la cuarta temporada, que debutó exclusivamente por streaming en mayo de 2013.

Retornos ambiguos

Los productores del regreso de Arrested Development se encontraron con una dificultad de producción: la reciente popularidad de varios de los protagonistas (y su consiguiente agenda apretada) hacía muy difícil juntarlos a todos el mismo día en el mismo sitio para encender las cámaras. “Todos tenían un plan de rodaje diferente”, contó en una entrevista Henry Winkler, una de las tantas estrellas invitadas. “Hice escenas con soportes de luces con una X pegada sobre ellos. Tenía una conversación con Jeffrey Tambor, luego me giraba a la derecha y tenía una conversación con Jessica Walter, pero los dos eran soportes de luces”.

Seguro alguien de la producción recordaba aquel cliché chino de que crisis es igual a oportunidad, y cada uno de los 15 episodios fue pensado para que se enfocara en un personaje, contando en ocasiones la misma historia desde diferentes puntos de vista. El cambio de formato, sumado a la enorme expectativa después de siete años sin capítulos nuevos, hizo que algunos seguidores no recibieran la cuarta temporada con el mismo entusiasmo.

El experimento fue catalogado como exitoso y buena parte de la crítica le dio el visto bueno. Lo cierto es que desde 2014 Hurwitz habla de una reedición cronológica de los episodios, que llegaron la semana pasada a Netflix bajo el título de Arrested Development Season 4 Remix: Fateful Consequences. Las 15 entregas se transformaron en 22, que sirven de antesala perfecta para la llegada de la quinta temporada, este muy próximo 29 de mayo, justo a tiempo para competir en los Premios Emmy de la televisión que se entregarán en setiembre.

Un detalle que será tan comentado como la calidad del nuevo material será la presencia de Jeffrey Tambor en su rol del patriarca de los Bluth. En noviembre de 2017, su asistente y una actriz de la serie Transparent lo acusaron de mala conducta sexual, y días más tarde el actor anunció su retiro de la multipremiada ficción de Amazon Studios. Sus compañeros de Arrested Development apoyaron en todo momento a Tambor y su participación en la quinta temporada nunca fue puesta en riesgo. Un dato no menor: a esta altura, los episodios ya habían terminado de filmarse.

En medio de todo esto estará la dudosa sexualidad de Tobias, el auto escalera, los disfraces de Gene Parmesan, las pésimas imitaciones de una gallina, las reglas de la prisión (“¡sin tocarse!”) y los numerosos intentos de Michael por marcharse junto con su hijo y dejar atrás a la parentela. Claro que, como decían los Tenenbaum, “familia no es una palabra; es una sentencia”.