Cada cuatro años, el mundo se detiene. Excepto, claro, por los conflictos armados, la especulación financiera, la explotación del hombre por el hombre y el universo cinematográfico de Marvel. Se pone en marcha una nueva Copa del Mundo y los cientos de millones de habitantes de las 32 selecciones participantes sufrirán los pormenores del evento organizado por una de las organizaciones más corruptas del planeta. ¡El planeta Fútbol!

Hoy, nuevamente, uruguayos de todas las edades sacrifican el dinero de los puchos (atento, señor presidente) para comprar sobres de figuritas, en álbumes que cada vez tienen más páginas y más jugadores que luego no son citados. Los fabricantes vuelven a asegurarnos que no existen figuritas difíciles, pero en los puestos ambulantes de 18 de Julio cualquier cromo que tenga un poquito de brillo se cotiza más que el pase de Maxi Gómez.

Las publicidades mundialistas desbordan emotividad, aunque sean pálidos reflejos de las publicidades mundialistas argentinas, que utilizan técnicas de convencimiento que enorgullecerían a la plana mayor de la CIA. Y llega una oleada de televisores más grandes, más planos, más lindos, que además nos saldrán más baratos si se da la lógica y salimos campeones. Porque el camino es la recompensa, pero dicen que hay una segunda recompensa cuando ganás la final.

Con tanta hermosa y loca pasión, es de esperar que aparezcan piezas alusivas en el cine y la televisión (¿o solamente nos compramos el plasma gigante para siete partidos?). Estas son algunas de las dosis de fútbol con las que podemos chutarnos por estos días.

Invictos en Europa, invictos en América

Sangre de campeones tiene dos historias: una es la del representante de un grupo de abnegados trabajadores que se puso el equipo al hombro y, en el momento más duro, dio un discurso que encendió las almas de mucho más que 11 personas. Pero antes de hablar de Atilio Garrido, hay que mencionar al Mariscal José Nasazzi.

Sebastián Bednarik y Guzmán García dirigieron este documental que repasa la historia del equipo uruguayo que conquistó los Torneos Olímpicos de Fútbol de 1924 y 1928, además de la primera Copa del Mundo, disputada en nuestro país en 1930.

Los directores y Coral Cine no tenían una tarea sencilla por delante. En primer lugar, por la escasez de archivo multimedia de aquellas gestas, tan lejanas en el tiempo. Y en segundo lugar, porque dejan afuera (quizás) el momento de gloria más importante en la historia de nuestra selección, que mereció en 2014 su propia película, también de la mencionada productora (Maracaná, dirigida por Bednarik y Andrés Varela). Por eso, se echa mano de recursos destinados a dotar de dinamismo visual el “cuento de hadas” de aquellos deportistas amateurs que sorprendieron en París, confirmaron en Ámsterdam y cumplieron en Montevideo. Ilustraciones de Oscar Larroca y fotografías animadas en posproducción, además de filmaciones de época llenan el ojo del espectador mientras se desarrolla el relato.

El relato de Raúl Castro está salpicado con testimonios de historiadores y periodistas deportivos, que de manera coral (guiño) reconstruyen la gesta y a sus principales protagonistas, como el mencionado Nasazzi o Héctor Scarone, entre otros. No faltan las anécdotas pícaras, los momentos dramáticos ni las vueltas olímpicas.

Sin embargo, por momentos la manera de narrar conspira contra la atención prestada al film. Un mejor “blanqueo” del uso de dramatizaciones sonoras y otros archivos, así como la mejor identificación de las voces participantes, permitiría que los espectadores no se distrajeran pensando qué parte es en efecto histórica y cuál está supliendo la ausencia de protagonistas. El público sabe aceptar las reglas del juego, si están claras.

Los 75 minutos pasan y lo que quedó, además de la película, fue la polémica. Todo comenzó en la mismísima avant premiere, cuando el periodista Atilio Garrido dio un discurso a favor de Tenfield que fue recibido como son recibidos los discursos a favor de Tenfield. Luego llegaría su carta pública.

Garrido, autor de la idea original y la investigación del tema, según los créditos, pidió que “se eliminen esas inscripciones en la presentación y afiches promocionales”, además de sus participaciones orales, “bajo la advertencia de adoptar otras medidas en caso de que no se proceda a cumplir el pedido”. Aduce que no vio el producto final antes de su estreno y denuncia omisiones, como “la participación decisiva del Club Nacional de Football en los episodios de 1924 y 1930” y el Gran Parque Central. Para peor, según el periodista, se presenta la final de la primera Copa del Mundo en forma “trastocada y tendenciosa”, alimentando la leyenda negra de que los uruguayos eran violentos dentro (y fuera) de la cancha.

En esta era de redes sociales y derechos a réplica, la respuesta de la productora no se hizo esperar: “Coral Cine a lo largo de su historia ha trabajado con compromiso, honestidad y seriedad en todos sus proyectos [...] Entendemos que una película documental no tiene como fin transmitir a la audiencia todos los detalles del alcance de un asunto. Cuando se habla de omisiones, en realidad, son decisiones de presentar el relato de una manera donde prime la experiencia del espectador desde varios lugares y no solamente desde la información”.

Agregaron que “el espíritu del relato de Sangre de Campeones es ahondar en la gesta de una Selección Nacional y en los personajes más significativos, más allá de los escudos que llevaron”, señalando que tanto en Mundialito como en Maracaná tampoco se hicieron alusiones a Nacional o Peñarol, en busca de “un relato universal”.

“Concebimos el cine documental desde una perspectiva artística, que aplicamos sobre los hechos que nos interesa plasmar, basándonos en la investigación y un riguroso trabajo técnico”, finalizan. Parece que la gran final entre Coral Cine y Tenfield eclipsará el enfrentamiento entre uruguayos y argentinos de hace 88 años. A agotar las entradas.

Haciendo historia

En 2014, cuando se celebraban 250 años del natalicio de José Gervasio Artigas y todavía quedaban resquicios de aquellos festejos independentistas continentales (que en Uruguay grabaron a una payadora en la memoria colectiva), Mueca Films estrenaba el primero de varios especiales titulados El origen y conducidos por Facundo Ponce de León.

Luego de centrarse en varias figuras históricas, como José Pedro Varela o José Batlle y Ordóñez, el ciclo analizó el humor rioplatense entrevistando a humoristas y comediantes de ambos márgenes del Río de la Plata (quizá escribieron mal el correo electrónico de este cronista, ya que jamás fue contactado por la producción). Y este año, en vísperas del Mundial, llegó El origen: fútbol uruguayo.

Con dos capítulos de una hora estrenados en los pasados domingos y el tercero programado para este fin de semana, podemos encontrar similitudes y diferencias con Sangre de campeones a la hora de tratar temas similares: en la primera entrega, la llegada del balompié a nuestras costas y el desarrollo de los equipos; en la segunda, los albores de la selección uruguaya y las dos conquistas olímpicas.

El tratamiento visual es bien distinto, para empezar porque plantea a la figura de Ponce de León como quien “distribuye el juego” y conversa con figuras locales e internacionales, siempre con simpática simpleza, o con simple simpatía. Él está allí para hacer ni más ni menos que las preguntas que uno está esperando que se hagan, y si la decisión fuera no mostrar al entrevistador el programa no sufriría en cuanto a su contenido.

Aquí importa que se vea a quienes están del otro lado de la conversación y existe una fuerte presencia de historiadores y periodistas, incluyendo a Aldo Mazzucchelli, quien además es guionista de estos envíos. La producción viaja no solamente para entrevistar a figuras destacadas (como el mismísimo presidente de la FIFA, Gianni Infantino), sino que sitúa al espectador en los lugares donde se desarrolló la acción, desde la costa montevideana hasta el estadio de Colombes.

Hay un lugar para una pléyade de periodistas deportivos, que contribuyen leyendo e interpretando crónicas de las primeras décadas del siglo pasado. Aquí no hay una intención de que el espectador “crea” que está oyendo a los protagonistas, sino que la recreación se pone de manifiesto, y funciona.

Claro que, compartiendo temas, existen parecidos con el producto de Coral Cine, tanto que por momentos la serie se vuelve una suerte de Inception (Christopher Nolan, 2010), cuando Bednarik y Larroca son entrevistados o cuando se piden prestadas imágenes del film.

En cuanto a los temas tocados, la primera parte no habla de triunfos sino de la construcción de una identidad nacional a partir de la práctica de un deporte. Luego llegaría la pasión y, lamentablemente, las locas pasiones. Para su continuación, es el momento de los primeros triunfos de la celeste.

Si bien el espectador disfrutará de la crónica pormenorizada de Colombes y Ámsterdam, incluyendo la descripción meticulosa de jugadas de gol, gran parte del segundo programa se pierde en una sucesión de resúmenes de partidos. Lo mejor estará, siempre, en la reflexión de un Gerardo Caetano más que en lo que pueda encontrarse en Wikipedia.

Más respeto, que soy Casciari

TV Ciudad, por su parte, estrenó hace algunos días Fútbol entre líneas, una producción original que presenta a algunos protagonistas de este deporte que no suelen figurar en las portadas de los suplementos deportivos ni recibir cobertura en los noticieros. Tiene como interesante agregado la presencia del escritor argentino Hernán Casciari, un tipo tan enamorado del fútbol como de nuestro país.

La idea, dirección, guion y libretos pertenecen al realizador Javier Hayrabedian, quien nos contó que la génesis del proyecto estuvo en un taller propuesto por la dirección del canal en 2016, en el que trabajaron con ideas para futuros programas. “Yo presenté varias, y entre ellas estaba la idea de hacer algo con el fútbol. En principio eran historias mínimas, sin conductor o presentador, más enfocadas hacia la web. Más naíf, podría decirse. En años anteriores había realizado ciclos como Fútbol femenino y Clubes con historia; tenía ganas de meterme en ese mundo, pero enfocándome en esos personajes que tienen poca marquesina”.

El primer programa, por ejemplo, sigue a Isabel Peña, presidenta de Rampla Juniors. A la audición partidaria de Liverpool que se transmite por internet. A la cocinera de la concentración de Defensor Sporting. Al utilero de la selección uruguaya. Y a los responsables de la revista Túnel (el autor de esta nota es uno de los irresponsables que también integra la revista).

Hayrabedian cree que en este momento no hay programas similares a Fútbol entre líneas en la señal, aunque recoge cierto “espíritu documental” de viejas propuestas. “Esa idea de darle pantalla a los que generalmente no salen en televisión”. “Como diferente, tiene la propuesta de contar 65 historias. No es sencillo hacer 13 programas de una hora con cinco historias dentro. Lleva tiempo, mucho tiempo, si querés hacerlo bien”, agrega.

En aquella etapa del taller se propuso que hubiera un conductor y allí apareció el nombre de Casciari, quien da pinceladas a cada historia con su mezcla de narrador y poeta, como un Eduardo Galeano aun más pop. “En enero fuimos al hotel a conversar con él, le contamos la idea y le gustó. Fue mucho más sencillo de lo que yo me imaginaba, quizás porque a él le gustan mucho el fútbol y Montevideo”.

Al comenzar a filmar ya tenían una batería de historias, y con la llegada de Juan Aldecoa (también de la casa) y Enrique Kike Martínez como productores periodísticos, se empezó a hacer un acercamiento real a lo que querían poner en pantalla.

“En una reunión, Chopo”, dice, en referencia al productor Sergio del Cioppo, “me preguntó si se me ocurría algo más que no fuera poner cinco historias una tras la otra, y me dejó pensando. Entonces surgió lo de los tópicos que las unieran; que cada programa tuviera un tema común: el dinero, el amor, el mostrador, etcétera. Me metí en un terreno complicado, porque después tuvimos que delinear 13 tópicos ligados al fútbol y cinco historias para cada uno. Pero fue apasionante”.

Incorporar a Casciari a los guiones implicaba que él tuviera información. “Era imposible que pudiera escribir sobre cosas que no había visto o vivido. Entonces empecé a mandarle bocetos de guion, de textos. Me resultaba más fácil contarle una historia que ponerle textos en un Excel. Y en una reunión en la que no estuve presente por estar engripado, él propuso que yo escribiera los textos y se los mandara para corregirlos a su tono”.

“Al otro día, cuando me lo dijeron, me agarró de sorpresa”. Y con seguridad, todavía engripado. “Me costó un tiempo hacerme a la idea de tener que escribir 65 historias, más la entrada y salida de cada programa: un total de 91 textos. Fue una experiencia linda, emocionante y agotadora. Luego, cuando Hernán los leyó por primera vez en la cancha de Cerro me di cuenta, y nos dimos cuenta con el equipo, de que podrían llegar a funcionar. Fue un estímulo que Hernán confiara en mí y le estoy muy agradecido”, cuenta.

El formato de la televisión municipal permite tomarse más tiempo para contar una historia, lo que para Hayrabedian es un arma de doble filo. “A veces está bueno, te permite probar cosas y equivocarte. Y eso en otro lugar es imposible. Experimentar me parece genial. Tratar de enfocarte en brindarle al espectador un producto de calidad y que lo sorprenda, que lo haga pensar. Cosas chatarra abundan en televisión todo el tiempo. Pero también, cuando un proyecto se vuelve tan grande, con tanta gente en la vuelta, puede ser traicionero. Porque podés caer en la trampa de hacer chorizos. Y esa no es mi idea ni nunca lo fue”.

No es casual que haya estado detrás de tantos proyectos relacionados con el deporte,y con este en particular el realizador pudo sanar una herida y responderse preguntas pendientes. “En los textos hay mucho de mi barrio, mi viejo, mi experiencia dentro de ese deporte. Y muchas cosas que me contaron los entrevistados, mientras el equipo se preparaba para filmar. Ahí está lo más jugoso, pero que generalmente la cámara no registra”.

“Yo jugué al fútbol y soñaba con jugar en el estadio Centenario, jugar mundiales, ser jugador profesional. Pero tenía una idea parcializada de las cosas. Estar un año metido en el ambiente del fútbol, yendo a todo tipo de canchas, encontrándome con personas divinas que me abrieron las puertas de sus casas y me contaron una cantidad de historias, además de las que vi con mis propios ojos, me dieron un baño de realidad. De la dura realidad del fútbol uruguayo. Entendí un montón de cosas que yo pensaba que eran diferentes. Yo visualizaba el fútbol desde la Fiorentina, siempre quise jugar en Europa; nunca lo visualicé desde El Tanque o equipos humildes que luchan todos los días para no desaparecer. Ahí te das cuenta de que estudiar me salvó. En el fútbol son muy pocos los que se salvan, la gran mayoría queda por el camino y eso es durísimo”.

Quedaron muchos personajes sin entrevistar, esos “que van a la cancha todos los fines de semana y que quizás sus historias nunca sean contadas, porque nadie las vio, no son mediáticas o no son posibles de un ‘me gusta’ masivo. En lo particular, me saqué las ganas de poder compartir ratos inolvidables con cracks de barrio y de la vida, y también con gente que supo trazarse una carrera futbolística. Me quedo con eso, que para mí es muchísimo. Yo, feliz”.

El famoso camino

Por último,los abonados a DirecTV pueden disfrutar de El camino celeste, un documental en dos episodios que repasa la recompensa (que es lo mismo que el camino) de la selección uruguaya desde que asumiera Óscar Tabárez como director técnico. Deportistas, políticos y otras figuras hablan de la transición de un equipo resistido por la sociedad a uno que multiplicó la venta de camisetas, gorros y vuvuzelas. ¿Se acuerdan de las vuvuzelas?

La realización de Santiago Álvarez y Mauricio Gianelli mediante la productora Vanuatu puede verse on demand en DirecTV Play y la aplicación de DirecTV Sports.

Ahora sí, lo único que resta para disfrutar de los partidos del Mundial es soportar la ceremonia de inauguración. Vamos nosotros que podemos.