Según Sirhan Ali, imán del Centro Islámico del Uruguay, en nuestro país hay unos 1.500 musulmanes. La gran mayoría son inmigrantes y refugiados, y unos 200 son uruguayos.
El local del Centro Islámico se encuentra en el piso superior de un garaje del Centro de Montevideo. Allí, todos los días de este pasado mes musulmanes sirios, egipcios, cubanos, argentinos, sierraleoneses, jordanos, malayos, sudafricanos y uruguayos se reunieron a rezar y romper el ayuno de cada día en comunidad. A pesar del ruido de los buses que pasan y del frío de junio, este mes hubo lugar para la solemnidad y la reflexión.
Ramadán es el noveno mes del calendario lunar, que este año cayó entre el 16 de mayo y el 14 de junio. Según la fe de los musulmanes, en el mes de Ramadán fueron reveladas las Escrituras de Abraham, la Torá de Moisés, los Salmos de David, el Evangelio de Jesús, y el Corán comenzó a ser revelado a Mahoma. En las noches previas, se observa la luna para saber cuándo comenzará el mes de Ramadán. El día en que sale la luna, empieza el ayuno.
Durante ese mes, y a partir de la pubertad, los musulmanes con salud mental y física deben ayunar, con excepción de aquellos que estén viajando, las mujeres embarazadas y las que estén menstruando o en posparto. El ayuno de Ramadán consiste en la abstención de comer, beber y tener relaciones sexuales desde antes del alba hasta el ocaso.
Luego de la caída del sol se celebra el iftar, el desayuno. Primero con la ingesta de agua y dátiles, luego se reza la oración del ocaso y después se cena, en la mezquita, en comunidad o en la casa con la familia.
Según Sirhan Ali, este mes los musulmanes viven una experiencia espiritual, física y psíquica de comunidad y de sacrificio. “El ayuno educa el alma, le da paz colmando su moral, la lleva a la introspección, el análisis, alejándose de la ignorancia y el materialismo”.
La luna también determina el fin de Ramadán, conocido como Eid al Fitr, y el comienzo de Shawwal, el mes siguiente. Entonces, se celebra haber cumplido con la orden divina de ayunar. Los fieles se reúnen en la mañana; primero rezan una oración especial y hay una disertación. Luego se saludan con la comunidad cariñosamente –como la mayoría de los uruguayos en Año Nuevo–, se les da dinero o regalos a los niños, y se empieza a comer la primera comida en el día, después del mes de ayuno.
Seguir leyendo sobre el tema: Mi primer Ramadán en Uruguay