Quedó inaugurada el jueves, en las salas 2, 3 y 4 del Museo Nacional de Artes Visuales (Tomás Giribaldi y Julio Herrera y Reissig, Parque Rodó), la muestra Rimer Cardillo: Desde el Río de la Plata al valle del río Hudson. El espacio es grande, pero la selección, que corrió por cuenta del investigador Karl Willers (director del Nassau Conty Museum of Art, del estado de Nueva York), no debe haber sido fácil, dado lo prolongado y prolífico de la carrera de Cardillo. Nacido en 1944, egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1968; haciendo justicia a la fecha clave, su arte, que producía en el ambiente del Club de Grabado, tenía fuertes connotaciones políticas. Tras un pasaje por Alemania del Este en la Escuela de Arte y Arquitectura de Weissensee, en Berlín, recorrió Europa y retornó a Montevideo, donde abrió su propio taller. En 1979 aceptó un puesto en la Universidad de Southern Illinois, y pasó a residir en Estados Unidos. Allí, al interés por la naturaleza y la política (su muestra Chicharras y mariposas nocturnas, montada en 1973, superponía imágenes de insectos y conceptos asociados a la represión) sumó la atención a los asuntos ecológicos y los problemas de los pueblos originarios.
“Tengo un interés ecológico y antropológico en mi obra, he viajado mucho a lugares remotos sacando fotos, digitales o no, que luego llevo al grabado e imprimo, y dibujando mucho: la mía es una obra en la que mezclo variadas técnicas y ninguna de ellas prima”, decía Cardillo a la diaria en 2013.
“Formado como grabador, el impulso gráfico y la solvencia técnica de Cardillo se expandieron para abrazar la escultura, objetos, colecciones, instalaciones y ambientes. Cuando trabajaba en el clima de opresión dictatorial de los 70, luchó para mantener la tradición de libre expresión frente a la censura totalitaria. Su trabajo, sin embargo, expresa no sólo los aspectos más escandalosos de la represión, sino también su naturaleza más notoria e insidiosa. La obra de Cardillo no se puede separar de su compromiso social con la preservación de las culturas indígenas, la protección de las especies amenazadas y la preservación de ecosistemas vulnerables. Por medio de su arte, Rimer Cardillo comparte con el público una búsqueda sobre las relaciones entre fronteras y una rigurosa investigación sobre las continuidades entre épocas históricas. Dentro de sus imágenes y objetos de construcción intrincada hay un concierto técnico ajustado entre lo técnico y lo teórico que permite el diálogo entre el presente y el pasado, una unión vigorosa de lo formal y lo conceptual que fortalece la mediación entre lo personal y lo político”, escribó Willers en 2003.
Hoy, Cardillo es profesor de arte en la Universidad del Estado de Nueva York, en New Paltz, parte de la región del valle del río Hudson (de ahí el título de la retrospectiva), y alterna su trabajo entre esa localidad y Montevideo. La exposición que trae ahora está organizada por el director del MNAV, Enrique Aguerre, junto con los autores del catálogo, Cecilia Marina Slaby, Manuel Neves, Linda Weintraub y Willers.