Imaginen que son condenados por un crimen que no cometieron. No se sorprendan: es el argumento de la mitad de los dramas televisivos y del 98% de las series documentales. Es solamente hacer un ejercicio de imaginación. Además, se trata de una simple fechoría, un delito menor que amerita el arresto domiciliario.
Mientras algún abogado (si es David Rudolf, el de The Staircase, mucho mejor) introduce apelaciones y toda clase de recursos para lograr que ustedes puedan salir de la vivienda, habrá que aprovechar el tiempo de la mejor forma posible. Y no me refiero a entrar a los sitios de noticias a comentar los artículos, ya que ese hecho sí debería tener penas de penitenciaría. Hay algo mucho más interesante para hacer, al menos hasta que se les caigan los ojos.
Me refiero a los atracones televisivos, gracias a la suscripción a diversos servicios de streaming. En esta oportunidad nos centraremos en Netflix, porque es el que ofrece una mayor cantidad de propuestas, aunque eso no necesariamente vaya de la mano de la calidad. Por último, para hacerlo corto (aunque no tanto), el foco estará puesto en la programación estrenada este mes y el mes pasado.
Antes de empezar
Prepará el sitio del atracón. Puede ser un televisor smart, un televisor un poco más tonto pero con Chromecast o similar, una tablet o un celular. No existe la tecnología para ver series en el Nokia 1100, aunque algún hipster seguro está buscando la forma de transformar Orange is the New Black en un montón de pixeles monocromos.
Si tenés pensado un atracón extenso, asegurate de que el asiento sea cómodo y acumulá alimentos. En caso de que llames a un delivery, hacelo entrar aunque sea al hall de tu casa, para no violar el arresto domiciliario. Si estamos en la fantasía, respetemos sus reglas.
Ahora sí, repasemos qué ha sumado Netflix en las últimas semanas o en el futuro cercano, para que no tengas que revolver durante 45 minutos entre dramas coreanos y gente que hace stand up en español.
Fantasías animadas de ayer
Una de las apuestas más marketineras de esta compañía para el futuro cercano es Disenchantment (traducida al español como [Des]encanto, con paréntesis comunes que tuvimos que sustituir por corchetes, por encontrarse dentro de otros paréntesis), lo nuevo de Matt Groening.
En esta serie animada, cuyos primeros diez episodios llegarán el 17 de agosto, el creador de Los Simpson intentará hacer con la fantasía lo que hizo con la ciencia ficción en la hermosa Futurama. En el reino decadente de Dreamland, tres seres muy diferentes compartirán aventuras: el elfo Elfo, la princesa Bean y el pequeño demonio (“¡pequeño demonio!”) Luci.
Según contó Groening a Variety, el origen de la serie que desarrolló junto con Josh Weinstein (sin relación con Harvey) está en sus cuadernos de bocetos, donde hace tiempo comenzó a dibujar criaturas fantásticas que no podía introducir en sus otras creaciones. “Llené un cuaderno entero de duendes, gnomos, trols y hadas”, dijo. “Planeamos la serie como un drama y luego agregamos los chistes. Trabajás en un mundo imaginario e ideal que tenés en la cabeza, y el resultado final siempre resulta diferente a lo que esperabas”.
Los primeros comentarios de aquellos afortunados que vieron el arranque de la temporada son de moderados a buenos, aunque hay que tener en cuenta que partían desde la emoción de poder ver esos episodios antes que el resto de los mortales. Se ven en una tarde y así se verán.
No lo sé, Rick
Los seguidores de Rick and Morty suelen ser un poco intensos. Creen que su misión en este mundo es predicar las enseñanzas de Dan Harmon y Justin Roiland (sus creadores) y llevan su fanatismo a niveles tales que una antigua salsa que McDonald's había retirado del mercado se volvió furor en Estados Unidos solamente por ser mencionada en un episodio.
El problema es que las andanzas del abuelo misántropo y su fiel nietecito llegan cada dos años a los televisores y mientras tanto hay que encontrar una forma de ocupar el tiempo perdido. ¿Qué pasó entonces, cuando surgió una serie animada con voces chistosas, ojos saltones y temática espacial? Pues pusieron sus ojos sobre Final Space.
Emitida entre febrero y abril por la señal TBS y agregada al catálogo de Netflix latino en julio, se trata de una delirante creación de un tal Olan Rogers, quien participa de los guiones y presta su voz al personaje principal.
Ese personaje principal es Gary, un astronauta flacucho y arrogante que al comienzo de la acción cumple condena dentro de una nave. Como el arresto domiciliario, pero en órbita. Su solitaria reclusión se verá interrumpida por una serie de aventuras intergalácticas.
Para disfrutar de la serie hay que superar un cinturón de asteroides simbólico, que es la voz de Gary. El primer episodio lo tiene como gran protagonista y un espectador con poca paciencia podría hartarse de escucharlo hablar. Cuando el elenco se amplíe, incluyendo un gato parlante y un simpático alienígena superpoderoso, el asunto será más tolerable.
Está claro que Final Space no es Rick and Morty, pero eso sus fans lo saben, porque no habrá jamás para ellos algo como Rick and Morty (por las dudas, me encanta Rick and Morty y tengo mi propia réplica del arma de portales).
Mejor mirala
La prisión domiciliaria es ideal para ver varios episodios de una serie de corrido, pero Netflix incluye programación que suma contenidos en forma semanal, por tratarse de producciones que en su mercado original son transmitidas por televisión.
Una de estas producciones partía con varios puntos en contra: se trataba de una precuela (ugh, me recuerda a George Lucas) basada en una de las series mejor conceptuadas de toda la historia, cuyo protagonista era un personaje querible, pero que en principio reforzaba el estereotipo del “abogado chanta” que conocemos desde que Lionel Hutz comenzó a defender a la familia Simpson.
Sin embargo, en febrero de 2015 llegó a AMC y al streaming una joya del “tiempismo” llamada Better Call Saul. Allí, pudimos conocer parte de la vida de dos personajes secundarios de Breaking Bad. Por un lado, la de un matón bastante veterano, pero muy inteligente llamado Mike (Jonathan Banks). Y, por el otro, la de Saul Goodman (Bob Odenkirk), cuyo nombre verdadero es Jimmy McGill.
A un ritmo contrario al frenesí de algunas ficciones, Vince Gilligan y Peter Gould nos están contando la historia de dos descensos al infierno muy diferentes, con un grupo de actores impecable y sin caer en ciertos vicios (como la moña de más) de la serie que los vio nacer.
El martes pasado pudo verse en Uruguay el primero de los diez episodios de esta cuarta temporada. Aquellos que ya lo vieron, sabrán que todavía no está claro hacia dónde irán los arcos principales, y Jimmy todavía está recuperándose de lo sucedido en el pasado season finale. También sabrán que Better Call Saul recompensa a aquellos que tienen paciencia. Excepto si todavía no la vieron, en ese caso sean impacientes y maratoneen ahora mismo.
Sin palabras
Disney anunció que a fines del año que viene espera lanzar su propio servicio de películas y series para suscriptores mediante internet. La gallina de los huevos de oro se transformará en varias piezas de pollo de los huevos de oro y los espectadores deberán elegir qué “paquete” armar con aquellas ofertas que más los atraigan (que incluyen un servicio pensado para fanáticos de DC Comics, que de no llegar a nuestro país desencadenaría un escándalo diplomático).
El catálogo de Netflix todavía tiene una gran cantidad de películas de los estudios de Mickey Mouse. Y eso incluye aquellas producciones de Pixar, pioneros de los largometrajes digitales y habituales portadores de buenas historias. No hablamos de ti, Cars, tranquilo.
A la fantástica Los Increíbles, la hermosísima Ratatouille, la emotiva y divertida Up, las dos entregas de Monsters, Valiente, Bichos y Buscando a Nemo, acaba de sumarse quizás la mejor de todas.
Este primero de agosto fue agregada al catálogo WALL-E (Andrew Stanton, 2008), que cuenta las andanzas de un pequeño robot encargado de limpiar la Tierra luego de que se arruinara tanto que los humanos debieron abandonarla y salir al espacio exterior. La primera media hora, casi desprovista de diálogos, nos muestra la soledad de su protagonista, que pronto cambiará.
Al igual que Up, del que todo el mundo recuerda un montaje al comienzo que es más efectivo para detectar a un robot que los formularios de internet, hay una segunda parte en la cual el ritmo aumenta, la aventura se acelera y las risas se multiplican. 98 minutos gloriosos.
La 8 del 1
Sí, sí. Para que The Hateful Eight (Los 8 más odiados) sea la octava película de Quentin Tarantino hay que contar a los dos volúmenes de Kill Bill como uno solo. El juego de palabras lo valía.
Netflix tiene problemas para mejorar la calidad de sus películas originales, tal vez porque los mejores guiones se siguen quedando en los grandes estudios, pero sabe reforzar su catálogo con producciones externas. En este caso, una obra distribuida por The Weinstein Company (la de Harvey, antes de que saliera a la luz lo que todo el mundo ya sabía) de casi tres horas de duración, perfecta para aquellos que no pueden salir de su hogar por mandato judicial.
Impulsada por los punzantes diálogos de su director, transcurre esta obra que estuvo a punto de ser cancelada luego de que su guion se filtrara en 2014. Un año después, llegaba a las salas de cine esta historia acerca de un grupito de odiosos (¿era tan difícil agarrar un diccionario al momento de traducir el título?) que termina atrapado dentro de una cabaña durante una tormenta de nieve.
Lo que sigue es un esgrima verbal, que por supuesto terminará pasando al plano físico y regando sangre por el piso de la cabaña antes de que todo termine, todo ello musicalizado por el mismísimo Ennio Morricone. Con actuaciones de tipos como Kurt Russell, Tim Roth, Jennifer Jason Leigh, Bruce Dern y Samuel L Jackson, es otro western con la firma de Tarantino, pero (y aquí entra la maldita subjetividad) muchísimo mejor que aquella de Django.
Números altos
Para cerrar, y hasta que el examen de ADN los exonere y libere de la prisión domiciliaria, repasemos algunas series que por estos días agregaron o agregarán más temporadas a las que ya tenían.
Bates Motel, acerca del joven Norman Bates y su relación con la madre (“¿Viva?”, Susana Giménez dixit), sumó su quinta y última temporada, llegando a un total de 50 episodios.
La producción original Orange is the New Black llegó a su sexta temporada y a 78 episodios de esta comedia dramática ambientada en prisión. A propósito, ¿en dónde se puede ver la gigantesca Oz en forma legal?
Archer es una serie animada que se toma con humor el mundo del espionaje y ya lleva nueve temporadas con 101 episodios. Todos ellos están disponibles desde julio.
También original es Voltron: El defensor legendario, aunque retome la ya conocida historia de los jóvenes que se suben a leones voladores y forman un robot gigante que lucha por la galaxia. Su sexta temporada (serán ocho) incluye más de 50 episodios.
Por último, ya están disponibles las cinco temporadas que hasta ahora conforman la serie Ray Donovan, en la que Liev Schreiber interpreta al encargado de arreglar los chanchullos de los ricos y famosos antes de que la prensa y la Policía se entere.
Con todo esto, a cumplir condena a gusto.