Con Lo que mi mamá quería a mi papá Franklin Rodríguez se propuso hablar sobre sus padres –un ama de casa que “cosía para afuera” y un tipógrafo–, convencido de que hay un momento en la vida en el que “uno siente la necesidad de encontrarse, de ponerles nombre a las cosas, de intentar ver el pasado y lo que fuimos”. Dice que ellos eran profesionales de las tragedias familiares y de los velorios en las casas, pero también seguidores de la radio Spika y la lectura de diarios viejos. Allí encontró el disparador creativo para esta nueva puesta: “Tuve un momento en el que necesité contar-contarme esta historia, porque precisaba un orden y un equilibrio… necesitaba saber cómo es que yo llegué a este lugar de creador sin tener antecedentes”.

Desde el comienzo, su desafío ha sido rescatar el valor de las historias de esos seres anónimos, que siempre aparecieron “en el momento clave para apoyarme en mi camino artístico, como mi profesora de Idioma Español, Nacho Cardozo, Omar Varela, Alberto Candeau, el Flaco [Jorge] Denevi... puntales a la hora de saber cuál es tu misión. Y me estoy olvidando de mi madre y mi padre, verdaderos magos de mi existencia. Y mi tío Heber, con el que viví largo tiempo, y mis tías, y los radioteatros. Resignificar eso de que una persona, en el lugar exacto de tu vida, puede llegar a hacer la diferencia”, reflexiona.

Para Rodríguez, es una obra referencial porque retoma una historia descarnada de su vida, y hasta incluye sus recientes controversias con El Galpón y la Sociedad Uruguaya de Actores. Así, reivindica el monólogo tanto por su practicidad como por su relato, próximo al del payador, al del ilusionista y a algunas propuestas narrativas, entre las que distingue a Francisco Paco Espínola y los cuentos de Héctor Galmés. ¿Autoficción? Para él, eso que ahora se ubica dentro de ese rótulo es lo que siempre apuntó “a la honestidad, a vislumbrar cómo una persona puede traspasar las fronteras de lo imposible sólo porque lo desea. Yo deseaba salir del pozo del hambre y de la pobreza de mi barrio, deseaba hacer algo por los demás, deseaba la palabra y el libro aunque no los conocía... y pude hacerlo. Hablo de un Uruguay que merecía una oportunidad de fe, de creer que se puede”. La escribió, dice, para agradecer y reflexionar, y porque descubrió que es un cruce de “Azuquita pa’l café” y Mozart.

Lo que mi mamá quería a mi papá, escrita, protagonizada y dirigida por Franklin Rodríguez. En la sala Zavala Muniz los días 4, 5, 6, 11, 12 y 13 de setiembre a las 20.30. Entradas a $ 400.