Hubo un tiempo, mucho antes del #10YearChallenge, en que las computadoras tenían una ranura en la que se insertaban disquetes. Tal vez nunca hayan visto uno en persona, pero seguramente cliquearon sobre el dibujo de uno al grabar un archivo en Word. Aquellas unidades permitían almacenar la friolera de CASI UN MEGA Y MEDIO. Menos de lo que pesa una foto de alta calidad sacada con tu celular que estás a punto de cambiar.

En aquella época en la que Windows era un programa al que uno ingresaba si quería y había que limpiar una pelotita de goma que venía adentro del ratón (pregúntenle a sus padres), un juego nos permitía recorrer el mundo con nuestra imaginación y unos gráficos primitivos mientras andábamos detrás de una misteriosa ladrona de sombrero y gabardina.

¿Dónde en el mundo está Carmen Sandiego? vendió millones de copias y alimentó las ansias detectivescas de millones de niños, que debían juntar pistas acerca de los responsables de algún robo alrededor del planeta y de cuál sería su próximo destino, para así poder atraparlos. Luego de ascender en la organización llegaría la oportunidad de detener a la mismísima Carmen y ganar el juego.

Como toda propiedad intelectual exitosa, se convirtió en una franquicia, y la señora Sandiego se volvió fugitiva en el tiempo y en el espacio exterior. En la televisión tuvo su propio game show y una vez más la ladrona y sus compinches robaban tesoros y dejaban pistas que un grupo de agentes utilizaba para recuperarlos. Para entonces (fines del siglo pasado), la bandida del título comenzaba a mostrarse como una antiheroína y otros personajes pasaban a ser peores que ella.

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Este mes se agregó al catálogo de Netflix la primera temporada de Carmen Sandiego, la más reciente adaptación animada de esta mitología, que termina de establecer a la aventurera como una heroína, aunque siga siendo una fugitiva de la ley.

Los villanos siguen siendo los integrantes de la siniestra organización V.I.L.E., presentada en esta ocasión como una suerte de “escuela del delito” en la que los jóvenes toman clases para convertirse en ladrones perfectos. Sin embargo, la joven de pasado misterioso (solamente sabemos que nació en Buenos Aires) se rebela contra la autoridad y termina convertida en una Robin Hood del turismo internacional, devolviendo piezas robadas y donando a causas humanitarias las ganancias de los mandamases de V.I.L.E.

El asunto no será tan sencillo, porque primero Interpol y luego A.C.M.E. (otra organización secreta, pero del bien) creen que Sandiego es parte del problema. Con esta premisa sencilla y una historia bien estructurada en sus nueve episodios, promete entretenimiento para los más jóvenes de la casa, aunque lo que puedan aprender de geografía sea mínimo. Los momentos pedagógicos se limitan a un par de diálogos por programa.

Lo más destacable de esta animación es, justamente, la animación. Los sencillos diseños de los personajes saltan de la pantalla cuando están en movimiento, y afortunadamente esta es una serie en la que no faltan las persecuciones y las acrobacias. Cuanto más se mueven Carmen, sus socios y sus perseguidores, mejor se ve todo.

Como tantos productos de estos tiempos, existe un esfuerzo consciente por tener un elenco variado en cuanto a etnias y hasta en la forma de sus cuerpos, aunque en este ítem no se destaque demasiado. Sí se presentan con total naturalidad dos personajes masculinos que utilizan maquillaje y tienen una estrecha relación entre ambos. No se explicita el romance entre ellos, porque en la serie no hay mucho tiempo para los romances.

El cierre de la temporada contesta varias preguntas, aunque no la más importante (¿quién es Carmen Sandiego?) y deja establecidos los bandos que se enfrentarán de aquí en más. Netflix dio luz verde a más episodios, así que quienes queden satisfechos deberán esperar y seguir pagando la mensualidad. Que al final los del plan perfecto eran ellos.