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Santiago Bogacz

» L’enfant cheri du Wassolon Vol. 1, de Sali Sidibé, un cantante de Mali, de la región de Wassoulou. Salió en 1980, al parecer, y es ella en voz, Alou Fané en n’goni (un harpa de seis cuerdas) y Madou Traoré en guitarra. Música tradicional de esa región. Me tiene fascinado la voz de ella, y entre la afinación y el juego polirrítmico de los instrumentos, que siempre es claro pero a la vez indescifrable, uno puede ir y volver y siempre tener las mismas preguntas.

» Sahel Sounds reeditó en 2018 Oyiwane, de Troupe École Tudu, y me encantó. Grabaciones de 1985 de un coro de niñas de una escuela de Nigeria acompañado por su profesor, quien era tuareg, en guitarra. Las canciones, hechas por el grupo y que hablan desde de éxodos en el desierto hasta de la importancia de ir a la escuela, tienen al coro siempre cantando al unísono o con alguien como líder y el resto respondiendo, mientras la guitarra siempre acompaña imitando la melodía del coro. Es un disco súper hermoso, hecho con mucho cariño, y hay algo entrañable entre lo que uno escucha y la foto de la tapa, con las niñas y su profesor sentados muy alegres.

» Otra reedición fue The Snake Decides, de Evan Parker, de 1985, y volví a él. Parker es de los mayores referentes del saxo y la música improvisada, tanto en Europa como en el mundo. Tocó con muchísimos, pero su trabajo solista, como este disco, es de lo mejor que escuché en mi vida. Saxo soprano utilizando respiración circular, modificando constantemente la apertura de la garganta, haciendo polirritmia con ambas manos al presionar las llaves, generando cinco o más planos a la vez. Es una ola de sonido que parece ser estática y a la vez es una sobrecarga de información en constante cambio, como un presente eterno. Tiene un control absoluto de lo que hace, hasta del error. Es el mejor instrumentista que he escuchado, y desde que lo conozco es mi mayor referente e influencia. Es algo único, totalmente enigmático, inagotable. Todo está en internet, ¡por suerte!

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Roberto Musso

Con El Cuarteto de Nos estamos en plena grabación de temas nuevos para un próximo disco. Justamente, aludiendo a eso, estuve escuchando referencias de cosas, más que nada por temas sónicos y de texturas. Revisité el Álbum Blanco de The Beatles, que de tanto escucharlo de joven pensé que lo tenía incorporado como un chip en el cerebro pero me equivoqué: le sigo encontrando cosas nuevas y la edición con la nueva mezcla es maravillosa. También estoy escuchando los dos últimos de Twenty One Pilots [Blurryface y Trench], que es la banda (dúo, más bien) que más me sorprendió en estos últimos dos años. Tiene letras y arreglos muy frescos y cuidados. Los temas que mezclan rap con reggae y estribillos de pop-rock son mis favoritos. Justo en marzo vamos a compartir escenario con ellos en un festival en Asunción, Paraguay [Asunciónico].

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Martín Laco

» The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), de David Bowie. Enero se ha transformando en un mes muy especial para los que escuchamos a Bowie. Entre los discos que escucho más a menudo se encuentra The Rise and Fall..., que es una consecuencia de sus obras previas: Space Oddity (1969), The Man Who Sold The World (1970) y principalmente Hunky Dory (1971). Ziggy Stardust es inmensamente valioso como concepto (en la construcción del personaje y de la historia que cuenta el disco), así como también en la particularidad de las canciones. “Starman”, “Ziggy Stardust” o “Lady Stardust” pueden ser un buen punto de partida para cualquiera que se quiera sumergir en este universo que creó –y al año siguiente disolvió– David Bowie.

» Zurcidor (1981), de Eduardo Darnauchans. Si bien Darnauchans es el artista más profundo y meticuloso que conozco, en Zurcidor encuentro el punto más alto de su obra en todos los sentidos. El mismo Darnauchans se planteó este disco como un desafío personal, ya que Zurcidor sería el álbum posterior a Sansueña: “Si no me gano a mí mismo se termina el baile”, escribió en una carta dirigida a Alma Dell’Oca reclamando más y mejores horas de estudio en Sondor (según el libro Entre el cuervo y el ángel, de Marcelo Rodríguez). Y el resultado fue magnánimo: canciones como “Balada para una mujer flaca”, “Buenas noches”, “Como los desconsolados” y “Tristezas del zurcidor” brillan con una luz arrolladora. Y entre tanta luz, el diamante es “Pago”, la canción que Eduardo le escribió a su padre. No es un detalle menor encontrar el nombre de Fernando Cabrera en los arreglos del disco.

» Melodrama (2017), de Lorde. Llegué a Lorde a partir de su conexión con Bowie, y lo primero que descubrí fue a una intérprete maravillosa. Recomiendo escuchar y ver la versión de “Life on Mars?” que realizó junto con la banda de Bowie en los Brit Awards de 2016. Sencillamente fenomenal. En Melodrama, su segundo disco, Lorde profundiza la capacidad de expresar emociones mediante el canto (una cualidad que busco en los artistas que escucho y que también se ha vuelto una búsqueda personal). “Green Light”, “Homemade Dynamite”, “The Louvre” y “Perfect Places” son quizás las canciones más destacadas del disco, pero Melodrama se puede escuchar y disfrutar de principio a fin.