Quizás para varias personas veinteañeras Níquel sea un elemento químico metálico que en la tabla periódica se ubica en el número 28 y es de color similar al de la plata. Pero a una buena cantidad de gente, en particular la más veterana y aficionada al rock, lo primero que se le viene a la mente al escuchar esa palabra es la banda liderada por Jorge Nasser, que hoy vuelve al escenario luego de un impasse de casi 20 años (será en Magnolio, pero las entradas está agotadísimas). Un período que no era nada en la época de Carlos Gardel pero que de 2000 hasta acá es demasiado, sobre todo si tenemos en cuenta lo fugaz y líquido que se han vuelto el rock, el pop, las relaciones, el mundo, la vida y afines.
Lo cierto es que vuelve Níquel. ¿Por qué? “Porque tengo ganas de rockear, y cuando se trata de rockear mi primera opción es mi banda, con la que empecé”, contesta Nasser, que cuenta que llamó a su ex compañeros de banda para preguntarles si sentían lo mismo que él. La mayoría contestó que sí, excepto el guitarrista argentino Pablo Faragó, nada menos que el confundador del grupo, que no planteó objeciones con que el grupo vuelva, pero no estuvo afín a reunirse.
Nasser dice que hay razones que anidan en el interior del alma, en el caso de que creamos que el alma existe –acota–, pero también se guía por el instinto, que fue el mismo que lo llevó a dar por terminado el ciclo de Níquel a mediados de 2001 e iniciar una carrera solista con un estilo completamente diferente –volcado a la milonga–.
Por eso reflexiona: “La banda dejó de existir y yo empecé a hacer otra música. Hasta a ese punto rock y Níquel eran sinónimos en mi vida; de la misma forma, la vuelta fue por una estricta necesidad de nosotros, de orden personal. Que una banda vuelva después de 20 años, más que un negocio es un laburo bárbaro: sacar a la cancha algo que hace tanto tiempo que no está y al ritmo en que se movió todo en los últimos años...”.
Níquel 2020 está conformada por Pablo Pato Dana (bajo), Wilson Negreira (percusión), Roberto Rodino (batería), Gonzalo de Lizarza (guitarra) y, por supuesto, Nasser en voz y guitarra. El líder confiesa que prácticamente tuvo que “aprender a tocar de nuevo” e incluso comprarse pedales de efectos, pero “sarna con gusto...”. Aunque aclara que, como aficionado al rock –el de allá, el de acá y el de todos lados–, nunca se fue. “Me fui como jugador del rock uruguayo, pero siempre estuve en la tribuna”, agrega.
En estos 20 años la tecnología para hacer música se revolucionó y el ambiente se volvió cada vez más propicio para que cualquiera agarre un instrumento, grabe lo que le pinte en su casa y lo suba a donde quiera, por eso Nasser dice que la vuelta de Níquel es como “morirse e ir al paraíso”, ya que hoy ni siquiera “necesitás una compañía para hacer nada” y está “todo en la mano”. “Están todos los beneficios de los que se goza para hacer arte, aunque también hay dificultades, más que nada para los que recién empiezan. En cierto sentido, nosotros recién empezamos, pero tenemos un nombre que en algún punto resuena. Es como Cololó, que en un momento volvió. Yo no me acuerdo de cómo eran las arvejas Cololó de antes, pero sé que existían, y ahora que las veo en las góndolas pienso que es una marca que tiene chapa”, dice.
Volver sin miedo
¿Miedo? ¿Sentirá miedo el líder de Níquel por lo que pueda pasar con la vuelta de su banda después de tanto tiempo? Él lo tiene bien claro: “No, si no, no lo haría, no es el espíritu del rock”.
Dice que las ganas que lo llevaron a volver son las mismas que lo impulsaron cuando todo empezó, allá por 1985. “Éramos un grupo que tocaba para 300 tipos, como mucho, y a los cuatro meses pasamos a tocar para miles. Nunca lo esperamos, y esto fue volver al espíritu original, que es mejor, porque si hubiéramos tenido que hacer frente a expectativas de ese tipo no lo hubiéramos hecho. Quizás no pasó antes por eso, porque ahora ya está, es algo que volvió a estar limpio para confrontarse consigo mismo, porque pasó demasiado tiempo”, sostiene. Agrega que, si se quiere “marketinear”, se puede decir que Níquel es el grupo de rock uruguayo “más viejo que hay”. “Así que si te gusta el rock y sos veterano, andá tranquilo al recital”, dice.
El músico confiesa que tienen la puerta abierta como para componer canciones nuevas, ya que la vuelta de Níquel no fue pensada como un ejercicio de “nostalgia y memorabilia” sino como una banda que se reúne para tocar, y eso incluye, en cierto momento, la libertad de grabar un álbum nuevo. A la hora de ensayar las canciones de toda la vida, Nasser tuvo una muy buena sensación, ya que era una parte suya que le estaba faltando: “Es difícil de describir con palabras, pero me gustó la música, porque también podría haberme pasado que no me gustara o que me pareciera un ejercicio de nostalgia. Pero el tipo de rock que hacíamos tenía influencias de rock clásico, que sigue siendo, no se deslució. No era un rock noventero, no era para tocarlo con camisa de franela: era rock setentero y ochentero, el mismo rock de siempre”.
Por eso Níquel, musicalmente, no tuvo nada que ver con el rock posdictadura de la época en que nació –puramente influido por el punk, pospunk y alguna gragea de new wave– ni tampoco con el rock más pachanguero hijo de Mano Negra que aparecería después. Nasser explica que justamente se nutrieron del rock que venía de mucho antes –de los 60 y 70–, más algunas referencias a Bruce Springsteen, que también tomaba de esas dos décadas. “Me acuerdo de haber leído a Keith Richards, que pedía que no copiaran a los Stones sino a los que ellos les copiaron, como Muddy Waters o Buddy Guy, que los conocimos gracias a él”, agrega.
Si bien hoy es la vuelta formal, el regreso “con todo” de Níquel será en el Auditorio del SODRE el 8 de junio, evento para el que ya se puede comprar entradas. Como siempre, por Tickantel. Van desde $ 590 a $ 990. Mientras esperan medio año por el toque, pueden ir haciendo boca con los discos del grupo.
Níquel para principiantes
Quienes no tengan idea qué onda con Níquel y andan con ganas de curiosear, acá va una guía con los discos básicos que podrían escuchar para tener un panorama, y que están, en su mayoría, disponibles en Spotify, por lo que no hay excusas para ignorarlos.
Gusano loco (1989) “Yo no te pido que compres la entrada, / no estoy aquí para enseñarte nada, / yo no te digo que copies mi ropa, / yo no te quiero hacer tomar la sopa. / Yo no persigo ser de tu familia, / yo no nací para decir la Biblia, / tan sólo digo si no cansa un poco / hacer la cola en el gusano loco”, canta Nasser, estirando algunas vocales de manera afectada, sobre una insistente progresión descendente de cuatro acordes, en “Gusano loco”, canción incluida en el disco homónimo –el segundo del grupo–, que ya tiene toda la paleta de colores del paisaje sonoro de Níquel, de rock clásico setentero a morir.
En 2001, cuando se reeditó el disco en CD, se incluyó como bonus track una versión en vivo de “Lo que no te di”, de Jaime Roos –con él como invitado estelar–. Eso no fue para nada en vano, ya que Nasser –con su bajo– y Faragó –con su guitarra– tocaron en el disco 7 y 3 (1986), de Roos, y en esa canción en particular ayudaron a darle un sonido que inequívocamente remitía a The Police.
Gargoland I y II (1990-1991) Así como en 1991 Guns & Roses se despacharon con Use Your Illusion I y II, antes, entre 1990 y 1991, Níquel lanzó Gargoland I y II (en 1992 saldrían ambos discos en un solo CD), que contó con la incorporación de Pato Dana –de Traidores– en bajo (antes, las cuatro cuerdas estaban a cargo de Nasser) y Wilson Negreira en la percusión. La segunda parte de Gargoland arranca con “Candombe de la Aduana”, la canción más popular de Níquel y de casi todo el rock nacional –fue omnipresente como diez años después lo fue “El viejo”, de La Vela Puerca–, pero el álbum no es sólo eso.
También tiene cosas como “Lluvia de amor”, un rock & roll bien riffero y cuadrado, a esa altura ya marca de la casa, en la que conviven los punteos constantes con arreglos de coros de aires pop que suena bien vintage, nada que ver con lo que se había dejado atrás en el rock nacional –el punk, pospunk y new wave, como se dijo antes– ni con lo que estaba por venir –los evangelistas de Mano Negra–.
Canciones como “¿Cuál es tu problema?” (un rockabilly hard) o “Hoy es uno de esos días” (un blues, también hard) potenciaban el núcleo bien clásico de Níquel, que llegaba al paroxismo con, justamente, “Rock ’n Roll”, en la que Nasser canta: “Tenés que conocer las drogas y el alcohol / para poder saber lo que es el rock’n’roll”.
Níquel Acústico (1992) y Níquel Sinfónico (1995) En la década del 90 dentro del rock y el pop hubo dos formatos que eran imposibles de eludir: el acústico –impulsado por los Unplugged de MTV– y el sinfónico, que tuvo como obra mainstream el disco S&M (1999), de Metallica junto con la San Francisco Symphony. En Uruguay Níquel fue una banda adelantada a la hora de darles cabida a esos dos formatos. En 1992 editó Níquel Acústico, según Nasser copiando a Paul McCartney, que un año antes había lanzado Unplugged (The Official Bootleg), el primer disco en plan “desenchufado”, que dio pie a decenas más, de los más variados artistas. “Si Paul hace algo, yo lo pienso, lo evalúo como una posibilidad”, confiesa Nasser.
Luego, en 1995, el grupo lanzó Níquel Sinfónico, en ese caso inspirado por Deep Purple, grupo que supo coquetear –y llegar a consumar– con el rock sinfónico en más de una oportunidad, como en el disco Concerto for Group and Orchestra (1969). Aunque Nasser cuenta que no fue idea de su banda, sino que le propusieron hacer un recital con la Orquesta Sinfónica del SODRE, bajo la dirección de Fernando Condon –que también se encargó de los arreglos–. Fue grabado en dos fechas en el Teatro de Verano, en marzo de 1993, y en esa época no sabían cuánta gente iba a ir, porque ni siquiera había preventa. Fue un éxito.