Existe una manera muy sencilla de identificar a una serie que explota en popularidad: aquellos que no la están mirando se hartan de ella, especialmente cuando se acerca su final. Ocurrió en 2010 con la última temporada de Lost, en 2013 con la de Breaking Bad y va a pasar en estos meses de abril y mayo con Game of Thrones. Si no sos fan de la serie, te sugiero que pidas todos los días de licencia que tengas disponibles y huyas hacia alguna isla de la Polinesia que no tenga cobertura de internet. Porque parecerá que las redes sociales solamente estarán hablando de eso.
Para entender este fenómeno de masas es necesario transportarse hacia 2011, el año en que murieron Amy Winehouse, Osama Bin Laden y Muamar el Gadafi, aunque no en la misma fiesta. Netflix todavía no había explotado y HBO seguía sin encontrar un sucesor de Los Soprano, The Wire o Sex and the City, pese a que Boardwalk Empire ya daba sus primeros y bonitos pasos.
Aquel 17 de abril, en el horario tan codiciado del domingo de noche, la cadena que “no es televisión” estrenó una serie de fantasía medieval que nos traía de nuevo aquellas historias de reyes, princesas y caballeros, pero con una cuota importante de incesto y desnudos frontales.
Game of Thrones es la adaptación de una saga de novelas de George RR Martin. Este escritor nacido en Nueva Jersey utilizó la historia de intrigas y traiciones alrededor de los aspirantes al trono de Inglaterra en el siglo XV, conocida popularmente como la guerra de las Dos Rosas, como punto de partida para una aventura que incorporaría elementos sobrenaturales y que, al menos en el papel, está muy lejos de llegar a su final.
Los productores David Benioff y DB Weiss tuvieron el tino de respetar el espíritu de los libros originales, zipeando algunos detalles al comienzo por razones presupuestales y más adelante porque Martin tiene el vicio de hacer que sus personajes caminen sin rumbo durante capítulos y capítulos, hasta que te encariñás con ellos. Ahí los mata.
Tal vez ese fue uno de los primeros ganchos de la serie, que en su primera temporada (respetando la primera novela) se despachó con un certero espadazo a quien todos creíamos que sería el héroe de aquí en más. Benioff y Weiss nos recordaron que en ese mundo nadie estaba a salvo.
Cómo resumir ocho años en menos de mil palabras
Todo comenzó en Westeros, cuando el rey Robert le pidió a su viejo amigo Ned Stark que ocupara el cargo de mano derecha (llamado simplemente la Mano del Rey) luego de la muerte de su predecesor. Este tosco caudillo del norte viajó con gran parte de su familia hacia la capital, mientras su hijo bastardo Jon se iba aun más al norte a cuidar un muro que separaba a la civilización de la barbarie. Claro que el sur también tenía lo suyo: cuando Robert murió y Ned descubrió que sus herederos eran fruto de una relación entre la reina Cersei y su propio hermano, lo hicieron cantar flor. Y dejó a los espectadores con el dos de la muestra durante varios minutos.
Del otro lado del océano, una jovencita rubia comenzaba un largo proceso de adquisición de poder, que comenzó con un matrimonio arreglado con Aquaman (bueno, con el actor que lo interpreta) y siguió con otras conquistas. Su objetivo era el de regresar a Westeros, ya que pertenecía a la familia que ostentaba el poder casi 20 años antes. Cuando Robert y su banda tomaron el poder, liquidaron a los antiguos propietarios y esta muchacha, llamada Daenerys (ver recuadro para su nombre completo) fue una de las pocas que se salvó. Claro que ella tenía tres ases en la manga: tres huevos de dragón, especie desaparecida en esas tierras desde hacía mucho tiempo, que marcarán no solamente el regreso de “la magia” sino también el aumento del presupuesto en efectos especiales.
La muerte de Ned Stark enfrentó al norte con el sur y propició la aparición de un puñado de aspirantes a monarca, que en lugar de aliarse contra la familia que se quedó en el poder (unos rubios ricachones llamados Lannister) se pelearon entre ellos. Para peor, Robb Stark se enamoró en medio de tantas batallas por el honor de su padre y el trono de marras, olvidándose de que había prometido casarse con una de las hijas de Walder Frey. Este viejo protagonizó el segundo momento impensado de la serie, cuando en medio de un casorio ordenó que se cargaran a Robb, su madre, su esposa embarazada y toda la comitiva. No se salvó ni el Bobby.
Al resto de la familia no le iba mucho mejor: una de sus hermanas, Sansa, era la prometida del rey Joffrey, el peor de los rubios ricachones. Pero luego de abusar de ella, el muchacho decidió casarse con otra por conveniencia y a ella la emparejaron con Tyrion, que no es ni tan rubio ni tan ricachón, y tiene algún temita de crecimiento. A ninguno de los dos les hizo mucha gracia.
La hermana Arya cruzó el océano para convertirse en una asesina con más disfraces que Mortadelo; el hermano Bran (que no puede caminar por una caída luego de presenciar la relación incestuosa descripta anteriormente) se transformó en el Aquistapace del norte, mientras que con el hermano Rickon no vale la pena ni encariñarse. Jon, allá en el muro, coqueteaba con los salvajes y con cada minuto que pasaba era más consciente de que el verdadero enemigo eran unos zombis congelados muy difíciles de destruir.
Volviendo a la capital, la boda del rubiecito del demonio terminó en tragedia, demostrando que en Westeros casarse es mufa. Joffrey murió envenenado por la abuela de su esposa, que sabía que no era trigo limpio, pero acusan al enano porque siempre fue el chivito expiatorio de los Lannister. A la flamante viuda Margaerys, eterna poseedora del siete de espadas, la casaron con el hermano del fallecido, un pánfilo que en semanas hizo retroceder siglos a aquello de separar a la iglesia del Estado. La cosa no terminó con una bomba de pintura sino con una de verdad, que se cargó a Margaery, la curia y los feligreses, algo que el pánfilo de Tommen no pudo soportar.
Cuando los Stark se fueron a Sevilla, otros ejércitos reclamaron aquella silla. Su castillo terminó en manos de un nuevo sádico despreciable, pariente de Michael Bolton, quien también abusó de la pobre Sansa. Hasta que llegó el resucitado Jon (¿mencioné que había muerto? Ya está mejor), lo sacó de allí y fue proclamado Rey del Norte. Pero, vaya sorpresa, una de las visiones de Bran señaló que Jon no era hijo de Ned Stark sino de su hermana Lyanna. Y el padre era Rhaegar Targaryen, que podrá no sonarte pero significa que pone a este pobre soldado que “no sabe nada” en la lista de herederos al trono de acuerdo a quienes lo ostentaban 20 años antes.
Llegamos a la temporada anterior, en la que Daenerys llegó finalmente a Westeros y se dio cuenta de que no tendría mucha gracia gobernar una tierra habitada únicamente por zombis congelados. Así que se alió con Jon, que es su sobrino pero ninguno de los dos lo sabía al momento de bailar el mambo horizontal en el camarote de un barco, y la idea es conseguir una kriptonita verde que termina más fácilmente con las hordas invasoras, que a esa altura estaban a la vuelta de la esquina, o de un muro al que le abrieron un agujero así de grande con la ayuda de un dragón zombi congelado.
Resta convencer a Cersei de que se una a la causa, pero la reina viene de perder al último de sus hijos y le dieron más ganas de tomarse un vino y mirar el mundo arder que de mover un dedo para salvarlo. ¿Lograrán dejar de lado sus diferencias para enfrentarse a un enemigo común? No, por supuesto que no. Pero por alguna extraña razón mantendremos las esperanzas hasta el último episodio, en el que se coronará un ganador de este juego de tronos. ¿Quién? Los candidatos están en una sección aparte.
Nombre completo de Daenerys Targaryen
Daenerys de la Tormenta de la Casa Targaryen, reina de Meereen, reina de los Ándalos, los Rhonyar y los Primeros Hombres, señora de los Siete Reinos, Khaleesi del Gran Mar de Hierba, protectora del Reino, rompedora de cadenas de WhatsApp que te piden que reenvíes el mensaje a 15 contactos para que no te cobren por mes, madre de dragones, reina de Rocadragón, poseedora del récord de más kilómetros recorridos al pedo en la serie, licenciada en Genética Humana por la Universidad de Tarth graduada con medallas de oro, cinturón negro en karate, alérgica a las legumbres, Reina de la Teja, loca de los gatos, Avenida de las Instrucciones, ángel de Charlie, comedora de orejas, Guerra de las Galaxias, María Antonieta de las Nieves, Patricia della Giovanpaola, alcaldesa del Municipio W, coleccionista de Funkos, mamá de Stiffler, la primera de su nombre si no contamos a una que se llamaba igual pero con i latina en lugar de griega, la que no arde, la que no chiva cuando suda, la afinadora de pianos, la generadora de opinión, la señal indicará, la que te arranca la cabeza, la Puerta de Alcalá, la Sin Rival, la Hora de los Deportes, la marca de la gorra, la más hermosa y la más loca pasión, la la la la la long, la función debe continuar, la pintura para cielorrasos, la de la lata a cuadritos, la cabra, la puta de la cabra y la madre que la parió.
Aspirantes al trono
Jon Snow
Pros: él murió y sus enemigos murieron. Él resucitó y sus enemigos no.
Contras: siempre pone la misma cara. Nadie quiere un gobierno aburrido.
Probabilidad de llegar al trono: 17%
Daenerys Targaryen
Pros: después de tantas temporadas caminando, merece un lugar en el que tomar asiento.
Contras: escribir su nombre en los edictos oficiales llevaría demasiado tiempo.
Probabilidad de llegar al trono: 19%
Tyrion Lannister
Pros: es el preferido del público.
Contras: ya saben lo que les pasa en esta serie a los preferidos.
Probabilidad de llegar al trono: 2%
Cersei Lannister
Pros: tiene sed de poder y no se detendrá ante nada.
Contras: nos alcanza con los mandatarios del mundo real.
Probabilidad de llegar al trono: 7%
Stannis Baratheon
Pros: todo el mundo piensa que murió en la quinta temporada.
Contras: ninguna. Es el legítimo heredero de los Baratheon, el mejor personaje, y su arribo en el último instante coronaría una serie muy entretenida.
Probabilidad de llegar al trono: 55%